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En las últimas semanas no he escrito mucho para mi blog. ¡Esto no significa que no he estado escribiendo para nada! Simplemente he estado escribiendo para otros proyectos que han ocupado la mayoría de mi tiempo.

Sin embargo, no quería que pasara un mes sin publicar algo en el blog entonces hoy quiero compartir una breve reflexión de Paul Tripp sobre un tema sobre el cual he pensado (y sobre el cual he escrito) en las últimas semanas. Esta reflexión se encuentra en el libro Nuevas Misericordias Cada Mañana, de Poiema Publicaciones. Sin lugar a dudas, este es uno de los mejores libros para cada creyente que quiere conocer y amar más a Jesús cada día.


La adoración congregacional está diseñada para cautivarte con la gracia de Dios, para que desees ser un instrumento de esa gracia en las vidas de los demás.

La vida en un mundo caído es difícil. Ministrar a personas caídas es difícil. Ambas cosas te dejan exhausto, desanimado y tentado a ser un poco cínico. Simplemente no puedes vivir con pecadores sin ser ofendido. No puedes convivir con gente sin ver cómo se revela su verdadero corazón.

Entiendo por qué las personas, después de experimentar el dolor y la decepción que tan frecuentemente marcan nuestras relaciones, deciden vivir aislados o en una colección cómoda de relaciones casuales. Entiendo por qué la gente se dice a sí misma: “Ya lo he sufrido una vez, no lo volveré a sufrir de nuevo”. Entiendo por qué los matrimonios deciden vivir en una guerra fría a largo plazo, carente de amistad íntima y unidad. Comprendo por qué la gente en el ministerio frecuentemente elige vivir en aislamiento funcional del cuerpo de Cristo. Entiendo por qué los adultos deciden vivir a grandes distancias de sus padres. Entiendo por qué a muchas personas les da pavor ir a las reuniones familiares que acompañan los días festivos. Comprendo por qué las personas esconden sus heridas y se rehusen a hablar de temas doloroso unos con otros. Entiendo por qué la gente no quiere pedir ayuda o dar ayuda cuando se le solicita. Entiendo que ninguno de nosotros ha vivido en una sola relación en donde no se haya sufrido decepción de alguna forma. Comprendo que las relaciones pueden ser difíciles.

Pero hay una cosa más que entiendo. Para los creyentes, las relaciones no son un estilo de vida opcional. No, son una pieza esencial del llamado de Dios entre su salvación y resurrección final. La fe bíblica es fundamentalmente relacional. Está formada y dirigida principalmente por dos comuniones. La primera y más importante es la comunión con Dios, la cual es la razón de toda nuestra existencia. La vida se encuentra en comunión con el Creador. Después está el llamado de Dios a no solo vivir en un amor incondicional hacia el prójimo, sino también a ser un instrumento de Dios en su vida y su corazón. Tú y yo, simplemente, no tenemos opción. Somos seres llamados a una vida de comunión con Dios y los demás.

Necesitamos ayuda para enfrentar este gran llamado, siguiendo los estándares elevados de Dios y sin ceder al deseo de huir de las relaciones. Parte del propósito de Dios en la alabanza congregacional es corregir tu visión sobre esas relaciones. Si no estás viendo tus relaciones a través de los anteojos de la gracia maravillosa de Dios, no las estás viendo de manera adecuada. Así que, reunión tras reunión, las relaciones están diseñadas para cautivarte con la grandeza de la gracia de Dios con el fin de que no puedas pensar en nada mejor que ser un instrumento de esa gracia en la vida de los demás.

Para profundizar y ser alentado: Romanos 13:8-14


Publicado con permiso de Poiema Publicaciones. Puedes conseguir el libro aquí.

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