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sátira: Discurso o dicho agudo, picante y mordaz, dirigido a censurar o ridiculizar.

La sátira es una herramienta poderosa. Utilizada correctamente, puede darle una voz a los oprimidos, señalar la hipocresía y la maldad de los privilegiados, y debilitar la imagen de líderes autoritarios.

Charlie Chaplin hizo esto estupendamente en su película El gran dictador (1940) en la cual ridiculizó a Adolf Hitler y los principios fascistas que regían el movimiento nazi en sus días. Sin embargo, no todos recibieron bien esta película. Comprensiblemente, algunos pensaron que no era algo para bromear.

El conocido actor, director, y comediante Mel Brooks, quien luchó en la Segunda Guerra Mundial, también recibió esta crítica después de estrenar su obra The Producers en Broadway. Brooks comentó en una entrevista:

… al utilizar el medio de la comedia, podemos robarle a Hitler su poder y mitos póstumos. … Durante muchos años, Hitler fue el hombre más poderoso del mundo y casi nos destruyó. Poseer este poder y usarlo en contra de él es simplemente fascinante.

Hay que reconocer que hay algo único y especial sobre la sátira como un estilo de discurso, prosa, y composición. Es una herramienta aguda que puede atravesar fachadas y exponer verdades tajantes.

Pero puede ser peligrosa también.

En la era de Internet, la sátira está ahora en todos lados, incluyendo en la Iglesia. En blogs, Facebook, Twitter, e Instagram puedes encontrar cuentas de trolls, memes, y parodias dedicadas a ridiculizar ciertas personalidades, prácticas, y grupos cristianos. Algunas de estas genuinamente me han hecho reír, muchas otras no. Y es que la sátira no es un género fácil de escribir y muchas de estas páginas, en un intento de utilizar el humor para exponer la verdad, terminan volviéndose más motivadas por la ridiculización y la degradación de los demás.

Entonces, ¿cómo deben pensar los cristianos sobre la sátira?

Lo que dice la Biblia

En la Biblia encontramos varios ejemplos de sátira e ironía. Es decir, hay pasajes que exponen la necedad del hombre irónicamente. Posiblemente uno de los mejores ejemplos de esto se encuentra en Isaías 44:14-17, donde el profeta describe la locura del idólatra:

Corta cedros para sí, toma un ciprés o una encina, y hace que sea fuerte entre los árboles del bosque. Planta un pino y la lluvia lo hace crecer. 15 Luego sirve para que el hombre haga fuego, y toma uno y se calienta; también hace fuego para cocer pan. Además hace un dios y lo adora; hace de él una imagen tallada y se postra delante de ella. 16 La mitad del leño quema en el fuego; sobre esta mitad prepara un asado, come carne y se sacia. También se calienta, y dice: “¡Ah!, me he calentado, he visto la llama.” 17 Y del resto hace un dios, su ídolo. Se postra delante de él, lo adora, y le ruega, diciendo: “Líbrame, pues tú eres mi dios.”

También podemos considerar al profeta Elías cuando se burló de los profetas de Baal:

“Clamen en voz alta, pues es un dios; tal vez estará meditando o se habrá desviado, o estará de viaje, quizá esté dormido y habrá que despertarlo” (1 Reyes 18:27).

¿Y qué diremos de la respuesta de Jesús a los fariseos cuando ellos se enojaron con él por sentarse a comer con los pecadores y recaudadores de impuestos? Jesús dijo:

“Los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los que están enfermos; no he venido a llamar a justos, sino a pecadores” (Marcos 2:16-17).

Seguramente Jesús no estaba diciendo que los fariseos eran justos. Al contrario, estaba señalando que, aunque pensaban que eran justos, en realidad eran igual de pecadores.

La sátira nunca debe ser la primera estrategia que usamos para corregir a otros.

Podríamos mencionar otros ejemplos (Job 12:2, 1 Corintios 4:8), pero el factor común que vemos en cada uno es que la sátira se usa siempre para restarle poder a personas duras de corazón, que no responden a la exhortación y permanecen firmemente aferradas a sus ídolos. La sátira nunca debe ser la primera estrategia que usamos para corregir a otros. En la Biblia, la sátira es la herramienta que se usa con personas que no ven la verdad y que no se ganarán con palabras amables y exhortaciones compasivas.

El problema con la sátira

El problema con la sátira en nuestro día es que no siempre discernimos bien quiénes son esas personas. Recurrimos demasiado rápido a la sátira para expresar nuestros puntos. Queriendo parecer astutos e ingeniosos, preferimos convertir a las personas con quienes no estamos de acuerdo en el blanco de nuestras burlas, en lugar de hablarles como personas hechas a la imagen de Dios y a quienes hemos sido llamados a amar. Ni nuestro prójimo ni nuestro enemigo será convertido por nuestras bromas arrogantes. ¿Y qué le comunicamos al mundo cuando nuestro sarcasmo suena más fuerte que nuestro amor?

Debemos regresar a la Palabra y dejar que ella moldee la forma en que hablamos:

El siervo del Señor no debe ser rencilloso, sino amable para con todos, apto para enseñar, sufrido. 25 Debe reprender tiernamente a los que se oponen, por si acaso Dios les da el arrepentimiento que conduce al pleno conocimiento de la verdad… (2 Timoteo 2:24-25).

En conclusión, sean todos de un mismo sentir, compasivos, fraternales, misericordiosos, y de espíritu humilde… (1 Pedro 3:8).

¿En dónde está tu deleite?

Hace tiempo, en una reunión de pastores en la que estaba Timothy Keller, escuché a un pastor compartir su preocupación y desdén por la tendencia en Internet de páginas y blogs “cristianos” dedicados a burlarse de otros. Le pareció algo mezquino y denigrante al testimonio de la Iglesia.

Al escuchar esto, Keller respondió (e inmediatamente anoté sus palabras):

Sabes, la sátira es buena usada correctamente. Pero hay una palabra en alemán —que no se traduce bien a otros idiomas— que comunica bien lo que tú describes: schadenfreude. Schadenfreude es cuando te deleitas en el sufrimiento de otros. Y posiblemente esta es la línea que se cruza demasiado en nuestros días. 

Lamentablemente, creo que muchos de nosotros no solo queremos decir la verdad; también nos deleitamos en el error de otros porque nos da una oportunidad para corregirles. Y si podemos ridiculizarles en el proceso, mejor. De esta manera experimentamos schadenfreude (literalmente “dolor-gozo”): una felicidad creada por la infelicidad de otros.

…muchos de nosotros no solo queremos decir la verdad, también nos deleitamos en el error de otros porque nos da una oportunidad para corregirles.

Sin lugar a dudas, siempre habrá un lugar para la sátira en un mundo donde hay personas cegadas por su necedad. Sin embargo, oremos y usemos nuestras palabras sabiamente, para ser voces que proclaman el amor de Dios. Y esperemos que en Su gracia, Dios conceda arrepentimiento a los duros de corazón.

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