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Para muchos cristianos, leer la Biblia no solo es un mandato, es un desafío. Sabemos que es una disciplina importante para nuestro crecimiento espiritual, pero no cambia el hecho de que puede ser difícil para nosotros hacerlo. La Biblia es un conjunto de libros escritos por varios autores en diferentes géneros literarios que relatan una sola historia. Naturalmente, algunas partes serán más fáciles de leer y otras no.

Para el cristiano, la tentación es leer solamente las partes de la Biblia que son más fáciles de entender. “En lugar de entrarle a Levítico, mejor otro capítulo de Juan, ¿no?”. Pero la misma Biblia nos enseña que toda su revelación es “inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, equipado para toda buena obra” (2 Ti. 3:16-17). Eso incluye los pasajes difíciles de leer e interpretar.

Entonces, aquí van cinco recomendaciones a la hora de lidiar con un texto difícil de la Biblia.

1. Acércate al texto bíblico con confianza, no como un escéptico. El cristiano no se acerca a un texto de la Biblia para juzgarlo o asignarle significado. El cristiano como intérprete debe someterse a las Escrituras reconociendo que no está solamente buscando la verdad, pero cuando la encuentra, debe rendirse y ser transformado por esa misma verdad.

Robert Plummer dice lo siguiente al respecto:

Debemos estimular la investigación de la veracidad del cristianismo. El cristianismo no tiene nada que temer de los hechos. Sin embargo, llega un momento en que uno se da cuenta de que la Biblia es internamente coherente y sus afirmaciones son con frecuencia confirmadas por datos externos verificables (es decir, por otras fuentes antiguas como la arqueología, etc.). Así como en un matrimonio saludable uno confía en su cónyuge y no vive en la duda o en la sospecha constante, del mismo modo un cristiano confía en el texto bíblico en áreas que no pueden ser confirmadas por criterios externos. Por ejemplo, no contamos con información externa que confirme la visita de los magos a Herodes (Mt. 2: 1-12). Sin embargo, el comportamiento celoso, desconfiado de Herodes el Grande en el Evangelio de Mateo está sin duda de acuerdo con la información extrabíblica de su carácter (vea Josefo, Antigüedades 17.6.5).[1]

2. Encuentra cómo un texto encaja en la historia de salvación. Hay muchos pasajes que a primera vista son difíciles de entender por qué se mencionan en la historia de salvación. Genocidios, incesto, y un gran número de otros pasajes saturados de pecado. Sin embargo, esto no significa que no pertenecen en la Biblia. La Biblia se trata de cómo Dios está salvando al mundo a través de Cristo, y mientras algunas pasajes no mencionan explícitamente a Jesús, sí muestran nuestra necesidad de él. En la Biblia encontraremos textos que anticipan la llegada de Jesús, revelan el cumplimiento de la promesas de Dios y la ley en Jesús, y muestran el resultado de una vida transformada por Jesús. En lugar de esconder los pasajes que nos hacen incómodos, mejor busquemos entender cómo estos pasajes encajan en el gran panorama de la Biblia.

3. Mantente sobre la línea de las Escrituras. Al ser confrontado por un pasaje difícil, es fácil para nosotros responder de una de dos maneras: (1) agregándole al pasaje o (2) quitándole al pasaje. En otras palabras, podemos decir que en un pasaje de la Biblia Dios dijo algo que no dijo (agregándole nuestro propio significado al texto) o que Dios no dijo algo que sí dijo (quitándole su verdadero significado). Pero el cristiano debe escoger un tercer camino: mantenerse sobre la línea de la Biblia. El mensaje de la Biblia debe ser la nuestra también. Nuestro llamado no es cambiarla para encajar con nuestros tiempos o proclamar nuestro propio mensaje, sino ser fiel a las palabras que han sido reveladas para nuestro bien. Puedes leer más sobre este principio hermenéutico aquí.

4. Ora por entendimiento. Si tenemos problemas interpretando un texto de la Biblia, debemos reconocer que el problema no está con la Biblia, sino con nosotros. Pero, por la gracia de Dios, Él no nos deja solos. No olvidemos las palabras de Santiago: “Y si a alguno de ustedes le falta sabiduría, que se la pida a Dios, quien da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada” (Stg. 1:5). Dios no solamente nos da Su palabra, pero también promete ayudarnos a interpretarla.

5. Busca el consejo de otros cristianos. Todos tenemos puntos ciegos, y esto solo se hace más evidente cuando leemos la Biblia. A veces, hablar con un amigo cristiano, pastor o profesor sobre nuestra pregunta puede hacer desaparecer esos puntos ciegos para entender la Biblia mejor. Leer la Biblia no es algo que solamente deberíamos hacer en nuestro tiempo a solas con Dios. Leerla con otras personas nos puede ayudar a llegar a una perspectiva más desarrollada y balanceada que si lo leyéramos a solas.


[1] Plummer, Robert L. (2013-09-20). Preguntas y respuestas sobre cómo interpretar la Biblia (Spanish Edition) (Kindle Locations 805-836). Editorial Portavoz. Kindle Edition.

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