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Llegó el día. Sin importar cuál sea su origen real, la realidad es que la celebración de San Valentín está sobre nosotros. Lo viste el fin de semana en los anuncios de las tiendas, y en los anuncios en Instagram. Quizás en tu grupo de jóvenes hablaron de eso la semana pasada. Pero si habías logrado escapar de la publicidad, no vas a poder escapar de las fotos de tus amigos, todos felices y sonrientes y dando gracias a Dios por ese hermos@ sierv@ que Dios le dio.

¿Y tú qué?

Un año más con cena para uno.

Un año más que te toca estar en el retiro de solteros.

Un año más invitando a tu mejor amigo al especial de 2×1 del cine.

Un año más que te toca de niñero para tu pareja de mentores de la iglesia.

Un año más en que te toca comerte la pizza grande de jamón y tocineta tú solo. 

Si eres cristiano, tú sabes que eres amado por Dios; tú sabes que todo obra para bien; tú sabes que Él comenzó una obra en ti que va a completarla. Lo que tú probablemente no sabes es por qué  no completa esa obra con una pareja, por qué está obrando para bien a través de la soltería, y por qué no te muestra Su amor a través del amor de un siervo o una sierva de Cristo. Después de todo, el matrimonio es un método excelente para la santificación, ¡y Dios quiere que seas más santo!

San Valentín solo empeora las cosas. Aunque tengo el gozo de estar casado desde mis 20 años (sí, fui precoz), también tengo el privilegio de estar sirviendo con jóvenes desde hace más de 12 años. Así que, si me lo permites, aquí algunos consejos que pueden ayudarte en este complejo día.

1. Somete, verdaderamente, tus pensamientos a Cristo

Esta es la base de todo los demás consejos. De hecho, este es un consejo de parte de Dios (léase, es un mandamiento. Observa 2 Cor. 10:5; Fil. 4:6-7). La verdadera batalla en este día no es económica ni tampoco emocional: es espiritual. Tú necesitas recordarte a ti mismo las verdades del evangelio todos los días, y hoy de manera especial.

Hay dos áreas en las que te puedes ver muy tentado hoy que debes someter al Señor: la queja y la incredulidad. La queja es prácticamente una constante en nuestras vidas, pero hoy puede que te veas más tentado que de costumbre. Lleva esos sentimientos y pensamientos de ingratitud al Señor, y trae a tu mente algunas de las grandes bendiciones que ya has recibido: nuevas misericordias, perdón de tus pecados, una comunidad de la fe que te sirve y a quienes sirves, comida, agua, duchas, amistades, familia. Cristo mismo es tuyo.

Al huir de la queja y recordar las misericordias de Dios, aleja de ti la incredulidad. A menos que hayas sido llamado por Dios a la soltería, con toda probabilidad Dios va a proveerte de una persona que le ame y que te ame y con quien puedas pasar el resto de tu vida trayendo gloria a Su nombre en el santo matrimonio. Que no sea el caso hoy no significa que no será el caso mañana. No seas incrédulo y no pierdas la esperanza en el amor del Señor por ti.

2. No trates de conquistar a tu enamorad@ hoy

No caigas a la tentación de que, ya que todo el mundo se está enamorando, tú debes aprovechar el momento y tratar de entrar en el modo del amor. Por favor, a menos que tengas meses orando y preparando el terreno, no trates de iniciar un noviazgo o una relación sentimental hoy. Debido a la publicidad o a las redes sociales o a lo que fuese, hay demasiadas emociones que están a flor de piel en estas fechas como para tratar de tomar decisiones de tanto peso.

Atado a esto, y quizás de mayor trascendencia para nuestras hermanas, por favor: no den falsas esperanzas. Es muy común que en estas fechas, para no sentirse solas, algunas hermanas reciban con una sonrisa más grande que la usual los halagos de hermanos bien intencionados, o tal vez hasta den señales mixtas que les hagan pensar que hay alguna esperanza relacional, cuando no la hay. Amada hermana (¡o hermano!), eso es jugar con el corazón de una persona creada a imagen de Cristo, y es pecado. Cuida tu corazón, y cuida el de tu hermano.

3. Recuerda que compartir con amigos no es de perdedores

Tal vez no es lo que tenías planeado, pero no hay absolutamente nada de malo en salir con algunos hermanos en la fe y disfrutar de su compañía en una fecha como esta. Es una buena oportunidad para compartir los unos con los otros y aun orar los unos por los otros. Es una forma de recordar las bendiciones que Dios te ha dado a través de Su Iglesia, y también de luchar con esos sentimientos que hablamos en el consejo no.1.

4. Muestra amor a quienes te rodean

¿Por qué no regalarle algo a tu hermano? ¿Qué tal crees que lo tomaría tu madre o tu padres si le haces un regalo amoroso? Si eres mujer, ¿por qué no comprar flores tu jefa? ¿Algún amigo cerca que puedas bendecir con una nota de oración? ¿Algún mensaje de ánimo que puedas expresarle a tu pastor? Si este es el día del amor y la amistad, róbale al mundo la idea de que el amor es solo el amor romántico, y demuestra que el verdadero amor se muestra con acciones.

Una pequeña nota para los cristianos que no quieren celebrar esta fecha de ninguna manera: ¡No hay problema! Pero no amargues el momento a los que sí quieren hacerlo. No tienes que vestirte de negro con un letrero que diga “Los cristianos no adoran santos”. A diferencias de otras festividades seculares, esta es una que, en su núcleo, celebra algo que a Dios le agrada: el amor unos por otros. Eso es, cuando menos, gracia común.

5. Recuerda cuánto te aman

No quiero sonar como disco rayado, pero ya que el amor se muestra en acciones, no es posible para un cristiano dudar del amor de Dios. Él no solo nos da alimento y vestido: Él nos dio la vida de  Su Hijo y nos hizo la morada de su Espíritu. Su amor por nosotros no tiene final ni variación, y eso es algo que debemos recordar y por lo que debemos adorarle. Y su amor ha sobreabundado para con nosotros y se ha desbordado en el amor de tantas personas hacia nosotros. Recuerda el amor de tus padres, de tus hermanos, de tus amigos, de tus pastores, de tus compañeros de trabajo, de tus maestros… y que tanto amor demostrado te lleve de vuelta al Dios de amor.

Y si nada de esto dio fruto, ve de nuevo al trono de la gracia y recuerda cuánto te ha amado Dios.

“Nosotros amamos porque El nos amó primero” 1 Juan 4:19

¡Que Dios te bendiga!

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