La interpretación de las Escrituras: Introducción general
Definición
La interpretación de las Escrituras es el proceso de descubrir a nivel personal lo que Dios pretendía que el texto bíblico significara al revelarse por medio de sus autores humanos. A través de la exégesis y la teología se evalúa, sintetiza y aplica la inerrante Palabra de Dios.
Sumario
Este estudio clarifica por qué debemos interpretar las Escrituras, sintetiza cuáles presuposiciones deben guiar nuestra interpretación y ofrece un proceso de cómo interpretar. Las escrituras juegan un papel fundamental en la vida y ellas mismas enfatizan la necesidad de interpretarla con fidelidad para poder presentarse sin mancha ante el Señor. La interpretación bíblica exige que veamos la Escritura como la Palabra de Dios, asume que las verdades contenidas en ella son comprensibles, requiere que respondamos de manera apropiada y demanda que nos involucremos en la tarea consciente de depender de Dios. El proceso interpretativo trata de descubrir a nivel personal lo que Dios pretendió que el texto significara y efectuara al revelarse por medio de sus autores humanos. Incluye evaluar, sintetizar y aplicar la palabra de Dios inerrante por medio de la exégesis y la teología— tanto la actividad limitada de identificar y plantear lo que Dios estaba diciendo a través de sus autores humanos en pasajes específicos como la actividad más amplia de relacionar este mensaje al propósito global de Dios en la redención, culminando en Cristo, con aplicación específica a nuestro tiempo presente. Pasar de la exégesis a la teología, incluye al menos doce pasos interrelacionados: (1) género, (2) unidades literarias y jerarquía de texto, (3) análisis del texto, (4) traducción, (5) cláusula y gramática del texto, (6) trazado de argumentos, (7) estudios de palabras y conceptos, (8,9) contexto histórico y literario, (10,11,12) teología bíblica, sistemática y práctica.
¿Por qué debemos interpretar las Escrituras?
Moisés subrayó que una relación correcta con el Señor solo es posible cuando se escucha la Escritura de una manera que le lleve al oyente a temer a Dios y seguirlo (Dt 31:12-13; cp. 6:1-3; 17:19-20; Jn 6:44-45). La Biblia, por lo tanto, «no es palabra inútil para ustedes; ciertamente es su vida» (Dt 32:47). Del mismo modo, David destacó que las palabras de Dios son perfectas, seguras, correctas, puras, verdaderas, justas, deseables y dulces, y que estas mismas palabras reviven el alma, dan sabiduría, alegran el corazón, iluminan los ojos, inspiran temor, advierten y guían al obediente hacia una gran recompensa (Sal 19:7-11). Solo a través del encuentro con la Palabra pura, perfecta, verdadera y duradera de Dios (Sal 12:6; 119:96, 160) las personas pueden ser:
- Renacidas en Cristo y habitadas por el Espíritu (Sal 119:93; Ro 10:17; Gá 3:2; Stg 1:18; 1 P 1:23).
- Empoderadas para la santidad (Sal 119:50; Jn 17:17; 2 Ti 3:17; 2 P 1:4).
- Sostenidas para gloria (Dt 8:3; Ro 1:16; 2 Ti 3:15),
- Siempre satisfechas (Sal 1:2; 19:10; 1 P 2:3).
El hombre vive por medio de «toda palabra que sale de la boca de Dios» (Mt 4:4; cp. Dt 8:3), así que debemos saturar todo nuestro ser con las Escrituras (Dt 6:7; Jos 1:7-8; Sal 1:3; 78:5-8). Debemos buscar sus verdades como la plata y hacerlo de una manera que nos haga temblar en rendición y asombro (Pr 2:4; Is 66:2).
Dios ha dado su Palabra al simple y no solo al erudito (Sal 19:7; 119:130), y es por eso que debemos incluso instruir a los niños en sus enseñanzas (Dt 6:6-7; Sal 78:5-8; Ef 6:4). Sin embargo, siguiendo el patrón del sacerdote escriba Esdras, debemos estudiar la Palabra para poder hacer fielmente lo que demanda y luego enseñarla fielmente (Es 7:10). El Señor llama a los cristianos a ser maduros en la manera de pensar, lo que significa anhelar la Palabra clara de Dios, comprender correctamente lo que es bueno y luego ser niños en la malicia (1 Co 14:20). Las personas ignorantes e inestables son las que se apropian de manera indebida de la Palabra de Dios, pero aquellos que están bien informados y son firmes pueden entender de manera correcta las Escrituras (2 P 3:16). Pablo le dijo a Timoteo: «Considera lo que digo, pues el Señor te dará entendimiento en todo» (2 Ti 2:7). La interpretación bíblica no es una opción. Los cristianos deben pensar rigurosamente en el Libro de Dios y hacerlo de una manera que miren a Dios en busca de iluminación: el Espíritu de Dios guía la mente humana y altera el corazón humano para que el intérprete pueda captar el mensaje de la Escritura (1 Co 2:13-14). «Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que maneja con precisión la palabra de verdad» (2 Ti 2:15). El intérprete bíblico maneja la Palabra de Dios sin vergüenza solo cuando el Señor mismo aprueba la interpretación. Por lo tanto, debemos interpretar cuidadosamente las Escrituras.
¿Qué presuposiciones deberían guiar nuestra interpretación de las Escrituras?
Al menos cuatro presuposiciones fundamentales deberían guiar nuestra interpretación de las Escrituras.
1) La interpretación bíblica requiere que veamos las Escrituras como la Palabra de Dios.
La única manera de llegar realmente a lo que pretendían los autores bíblicos es creer (como ellos lo hicieron) que estaban leyendo y escribiendo la Palabra misma de Dios (Is 8:20; 1 Co 2:13; 14:37). Esto requiere una disposición sumisa a la autoridad de las Escrituras. Debemos estar dispuestos a dejar que nuestra comprensión y aplicación de la verdad se ajusten a las declaraciones de la Biblia, todo de acuerdo con la intención revelada de Dios. La Biblia es una revelación especial: la revelación de Dios de sí mismo y de su voluntad de una manera que podamos entender (1 Co 14:37; 2 Ti 3:16; 2 P 1:20-21). Las palabras mismas, y no solo las ideas, están inspiradas por Dios (Mt 5:17-18; 1 Co 2:13; 2 Ti 3:16-17). «Las palabras del Señor son palabras puras» (Sal 12:6); su «ley es verdad» (Sal 119:142); «eterna es cada una de sus justas ordenanzas» (Sal 119:160); y sus «mandamientos son justicia» (Sal 119:172). Jesús dijo: «La Escritura no se puede violar» (Jn 10:35), y Pablo dijo que esto es así porque «toda la Escritura es inspirada por Dios» (2 Ti 3:16). De hecho, como dijo Pedro, «ninguna profecía fue dada jamás por un acto de voluntad humana, sino que hombres inspirados por el Espíritu Santo hablaron de parte de Dios» (2 P 1:21).
Estas verdades implican que la Escritura es tanto autoritativa como precisa en todo lo que declara. Para poder enfatizar que las afirmaciones de la Biblia son confiables e infalibles, la iglesia ha declarado históricamente que (a) en materia de fe (doctrina) y práctica (ética), la enseñanza de las Escrituras es infalible, una guía confiable y segura, y que (b) en materia de hecho (ya sea historia, cronología, geografía o afines), las afirmaciones de las Escrituras son inerrantes, totalmente verdaderas y dignas de confianza.[1] Ambos términos significan algo comparable pero abordan esferas diferentes, y ambos se entienden correctamente solo en relación con lo que los autores, guiados por el Espíritu, pretendían transmitir en sus textos. Es decir, someterse a la autoridad de las Escrituras significa respetar las intenciones de los autores bíblicos y las normas literarias bajo las cuales escribieron. Debemos permitir informes parciales desde diferentes perspectivas, parafrasear y resumir, y no debemos exigir que la Biblia dé información definitiva o exhaustiva sobre cada tema (p. ej., el hecho de que Crónicas no mencione el pecado de David con Betsabé [2 S 11-12] o la idolatría de Salomón [1 R 11]; la instigación del censo de David por parte de Yahvé en 2 Samuel 24:1, pero se atribuye a Satanás en 1 Crónicas 21:1; la información adicional de que Manasés se arrepintió de su profunda maldad en 2 Crónicas 33:10-19 [cp. 2 R 21:10-18]). Debemos tener en cuenta el lenguaje fenomenológico con el que los autores describen un fenómeno tal como lo observaron o experimentaron, no necesariamente como ocurrió científicamente (p. ej., Jos 10:12-13; Mt 5:45). Además debemos permitir que se informe de un discurso sin el respaldo de la veracidad de ese discurso; un personaje bíblico puede decir realmente algo que no es cierto (p. ej., Éx 1:17-21; Jos 2:1-7; Hch 5:1-11). La Escritura es la Palabra misma de Dios, así que al interpretarla debemos confiar en que nunca nos apartará del camino y, por lo tanto, podemos abordarla como digna de tener la mayor influencia en nuestras vidas.
2) La interpretación bíblica asume que las verdades de la Escritura son comprensibles.
La comprensión adecuada de las Escrituras asume que la Biblia es, por naturaleza, clara en lo que enseña. En resumen, se puede conocer la verdad. Pedro reconoció que «hay algunas cosas en [las cartas de Pablo] que son difíciles de entender», pero continuó diciendo que son «los ignorantes e inestables» quienes «tuercen» estas palabras «como también tuercen el resto de las Escrituras, para su propia perdición» (2 P 3:16). Los salmistas estaban convencidos de que la Palabra de Dios es luz para nuestro camino y da entendimiento a los sencillos (Sal 119:105, 130). Pablo escribió sus palabras con claridad (2 Co 1:13) y llamó a los demás a «reflexionar» en lo que dijo, confiando en que «el Señor… dará entendimiento en todo» (2 Ti 2:7).
La naturaleza misma de la Palabra de Dios exige que su mensaje se pueda entender en cualquier cultura y en cualquier época. Históricamente, la iglesia ha llamado a esto la doctrina de la perspicuidad o claridad de las Escrituras. La Biblia es suficientemente clara, pero no todo lo que contiene es igual de claro. Es lo suficientemente clara como para permitirnos captar el retrato de la supremacía de Dios y sus propósitos generales del reino que culminan en la obra salvadora de Jesús, pero algunos otros elementos de la Escritura son menos lúcidos. Wayne Grudem ha notado con acierto que la Biblia misma da testimonio de que podemos entenderla. Sin embargo:[2]
- No toda a la vez;
- No sin esfuerzo;
- No sin medios ordinarios;
- No sin la voluntad del lector de obedecerla;
- No sin la ayuda del Espíritu Santo;
- No sin confusiones humanas;
- Nunca completamente.
Dicho esto, debemos interpretar las Escrituras convencidos de que lo que Dios quiere que sepamos lo podemos saber.
3) La interpretación bíblica requiere que respondamos apropiadamente.
Nosotros, como intérpretes de la Biblia, no terminamos nuestra tarea cuando descubrimos lo que Dios habla en su Palabra. Debemos entonces pasar a reconocer que su Palabra es «útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia» (2 Ti 3:16). Debemos comprender no solo el significado previsto del autor bíblico (que es posible para los no creyentes), sino también su efecto deseado (que solo es posible para los creyentes, Ro 8:7-8; 1 Co 2:14). Para comprender correctamente la verdad de Dios atada en su Libro, debemos emplear los hábitos necesarios de corazón y mente capturados en la narración de Esdras: «Esdras había dedicado su corazón a estudiar la ley del Señor, y a practicarla, y a enseñar Sus estatutos y ordenanzas en Israel» (Es 7:10). Estudiar significa observar con cuidado, comprender de manera correcta y evaluar con temor; hacer incluye sentirse de manera apropiada y aplicar con sabiduría; enseñar implica expresar articulada, fiel y audazmente.[3] Estos son los hábitos del corazón y la mente necesarios para captar correctamente la verdad en el Libro de Dios. La interpretación bíblica exige que respondamos a las Escrituras de manera apropiada.
4) La interpretación bíblica que culmina en la aplicación exige la dependencia de Dios.
El proceso de pasar del estudio a la práctica es algo que solo Dios puede permitir, y lo hace solo a través de Jesús. Pablo escribe: «Pero el hombre natural no acepta las cosas del Espíritu de Dios, porque para él son necedad; y no las puede entender, porque son cosas que se disciernen espiritualmente» (1 Co 2:14). Al decir «entender» aquí, Pablo quiere decir «abrazar, afirmar, alinearse, deleitarse, aplicar». Solo en Cristo se quita el velo de dureza hacia la Palabra de Dios (2 Co 3:14), pero en Cristo, la Palabra nos es cercana, en nuestra boca y en nuestro corazón (Ro 10:8). La intención principal de los autores bíblicos incluía una vida transformada, cuyo fundamento es un encuentro personal con el Dios vivo. No vamos a experimentar esto sin la ayuda del Señor.
Poner la Biblia bajo el microscopio (estudio cuidadoso) siempre debería resultar en encontrarnos bajo su microscopio, ya que la Escritura nos cambia más a la semejanza de Cristo. Nos dedicamos a la exégesis y a la teología para encontrarnos con Dios. Nos acercamos con humildad y dependencia y nunca con manipulación ni fuerza. La interpretación bíblica debe crear siervos, no reyes.
¿Qué es un proceso para interpretar las Escrituras?
La interpretación de las Escrituras es el proceso de descubrir personalmente lo que Dios, por medio de sus autores humanos, quiso que el texto bíblico significara. Por medio de la exégesis y la teología se evalúa, sintetiza y aplica la inerrante Palabra de Dios.
El término exégesis es una transliteración del sustantivo griego exēgēsis (ek «de, fuera de» + agō «traer, mover [algo]»), que significa «relato, descripción, narración». Definida de manera estricta, la exégesis de las Escrituras es la actividad interpretativa de identificar o extraer lo que Dios estaba diciendo realmente a través de sus autores humanos en pasajes específicos de libros específicos. Los textos transmiten significado; no lo producen. Siguiendo la guía de Dios, los autores bíblicos escribieron deliberadamente las palabras que redactaron con sentido y propósito específicos. Es decir, se trata de que «hombres inspirados por el Espíritu Santo hablaron de parte de Dios» (2 P 1:21). Tenemos que leer detenidamente lo que el Señor nos dio en las Escrituras por medio de sus siervos humanos. En la exégesis descubrimos qué hay, lo que incluye tanto el significado específico que los autores transmiten como sus implicaciones, y cuáles son las inferencias en un texto de las que los autores pueden o no haber sido conscientes, pero que caen de manera legítima dentro del principio o patrón de significado que querían.
El término teología proviene del latín theologia, que deriva de una combinación de los sustantivos griegos theos («Dios») y logos («un recuento formal, estimación»). En resumen, la teología es un «estudio de Dios». Debido a que la Escritura es la Palabra de Dios para siempre y porque cada pasaje bíblico tiene un contexto más amplio (histórico, literario y bíblico), la exégesis (definida de manera estricta) nos lleva de forma natural y necesaria a varias disciplinas teológicas:
- La teología bíblica considera cómo la Palabra de Dios progresa, se integra y culmina en Cristo.
- La teología sistemática examina lo que la Biblia enseña sobre ciertos temas teológicos.
- La teología práctica detalla la respuesta cristiana adecuada a las verdades de la Biblia.
Los intérpretes bíblicos no se detienen hasta que consideran cada pasaje a la luz de toda la revelación especial de Dios. Entonces deben aplicar el pasaje bíblico estudiado por medio de las vidas que buscan adorar al Señor. La exégesis pasa a la teología, y todo el proceso tiene como resultado un encuentro personal con el Dios vivo que se revela en las Escrituras. La doxología, la práctica de glorificar o alabar a Dios, debe dar color a todo estudio bíblico (Para obtener más información, consulta el Método teológico de Andy Naselli).
Hay al menos doce pasos en el proceso que va de la exégesis a la teología y del estudio personal a la práctica, y luego a la instrucción. Si bien se pueden discutir las distintas etapas de forma independiente, el proceso interpretativo se parece más a un espiral mediante el cual continuamente volvemos a examinar varias cuestiones interpretativas en el camino hacia la fidelidad bíblica. Para facilitar el recuerdo, he etiquetado todo el proceso TOCSA, que significa Texto, Observación, Contexto, Significado y Aplicación. Cada uno de los doce pasos se encuentra dentro de una de estas categorías generales, las nueve primeras cubren la exégesis y las tres últimas teologías.
TEXTO— «¿Cuál es la composición del pasaje?»
1) Género: determina la forma literaria, el tema y la función del pasaje, compararlo con géneros similares y considera las implicaciones para la interpretación.
2) Unidades literarias y jerarquía textual: determina los límites y la estructura básica del pasaje.
3) Crítica del texto: establece la redacción original del pasaje.
4) Traducción: traduce el texto y compara otras traducciones.
OBSERVACIÓN— «¿Cómo se comunica el pasaje?»
5) Gramática de cláusulas y textos: evalúa la composición y la relación de palabras, frases, cláusulas y unidades de texto más grandes.
6) Seguimiento de argumentos: termina de trazar el argumento literario y crea un esquema basado en mensajes que estén vinculados al punto principal del pasaje.
7) Estudio de palabras y conceptos: aclara el significado de palabras, frases y conceptos clave.
CONTEXTO— «¿Dónde encaja el pasaje?»
8) Contexto histórico: ayuda a comprender la situación histórica a partir de la cual el autor ha compuesto el texto e identifica cualquier detalle histórico que el autor menciona o asume.
9) Contexto literario: busca comprender el papel que desempeña el pasaje en todo el libro.
SIGNIFICADO: «¿Qué significa el pasaje?»
10) Teología bíblica: considera cómo tu pasaje se conecta con el flujo general y el mensaje de la Biblia y cómo apunta a Cristo.
11) Teología sistemática: discierne cómo tu pasaje es coherente teológicamente con toda la Biblia, evaluando doctrinas clave especialmente en relación directa con el evangelio.
APLICACIÓN— «¿Por qué importa el pasaje?»
12) Teología práctica: te ayuda a aplicar el texto a tu vida, la iglesia y el mundo, haciendo hincapié en la centralidad de Cristo y la esperanza del evangelio.
Para interpretar fielmente las Escrituras es necesario hacer las preguntas correctas. En la exégesis, le preguntamos al autor bíblico: «¿Qué estás diciendo?» (la pregunta de gramática, crítica textual y traducción) y, «¿Por qué lo dices así?» (la cuestión de género, estructura, argumento y contexto histórico y literario). En teología nos preguntamos: «¿Qué quieres decir?» (la pregunta teológica, bíblica y sistemática) y «¿Cuál es el significado de este pasaje para nosotros hoy?» (la cuestión teológica práctica). Que tu procedimiento de interpretación de las Escrituras te lleve a descubrir verdades bellas y a encontrar al Dios vivo frente a Cristo. El deseo de Cristo es que estudies, practiques y enseñes cada vez más la Palabra de Dios de manera cuidadosa y fiel para la gloria de Dios y el bien de su iglesia.
Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Jenny Midence-Garcia.
Este ensayo es parte de la serie Concise Theology (Teología concisa). Todas las opiniones expresadas en este ensayo pertenecen al autor. Este ensayo está disponible gratuitamente bajo la licencia Creative Commons con Attribution-ShareAlike (CC BY-SA 3.0 US), lo que permite a los usuarios compartirlo en otros medios/formatos y adaptar/traducir el contenido siempre que haya un enlace de atribución, indicación de cambios, y se aplique la misma licencia de Creative Commons a ese material. Si estás interesado en traducir nuestro contenido o estás interesado en unirte a nuestra comunidad de traductores, comunícate con nosotros.
Notas al pie
Lecturas adicionales
General
- Carson, D. A. “Approaching the Bible.” Pages 1–19 in New Bible Commentary: 21st Century Edition. Edited by D. A. Carson, R. T. France, J. A. Motyer, and G. J. Wenham. 4th ed. Downers Grove, IL: InterVarsity Press, 1994.
- Carson, D. A. Exegetical Fallacies. 2nd ed. Grand Rapids: Baker Academic, 1996.
- Carson, D. A. ed. The Enduring Authority of the Christian Scriptures. Grand Rapids: Eerdmans, 2016.
- DeRouchie, Jason S. “The Profit of Employing the Biblical Languages: Scriptural and Historical Reflections.” Them 37 (2012): 32–50.
- Dockery, David S., Kenneth A. Mathews, and Robert B. Sloan, eds. Foundations for Biblical Interpretation: A Complete Library of Tools and Resources. Nashville: Broadman & Holman, 1994.
- Duvall, J. Scott, and J. Daniel Hays. Grasping God’s Word: A Hands-On Approach to Reading, Interpreting, and Applying the Bible. 3rd ed. Grand Rapids: Zondervan, 2012.
- Goldsworthy, Graeme. Gospel-Centered Hermeneutics: Foundations and Principles of Evangelical Biblical Interpretation. Downers Grove, IL: InterVarsity Press, 2007.
- Grudem, Wayne A., C. John Collins, and Thomas R. Schreiner, eds. Understanding the Big Picture of the Bible: A Guide to Reading the Bible Well. Wheaton, IL: Crossway, 2012.
- Guthrie, George H. Read the Bible for Life: Your Guide to Understand and Living God’s Word. Nasville: Broadman & Holman, 2011.
- Kaiser, Walter C., Jr. Toward an Exegetical Theology: Biblical Exegesis for Preaching and Teaching. Grand Rapids: Baker Academic, 1981.
- Kaiser Jr., Walter C., and Moisés Silva. Introduction to Biblical Hermeneutics: The Search for Meaning. 2nd ed. Grand Rapids: Zondervan, 2007.
- Köstenberger, Andreas J., and Richard D. Patterson. Invitation to Biblical Interpretation: Exploring the Hermeneutical Triad of History, Literature, and Theology. Grand Rapids: Kregel, 2011.
- Köstenberger, Andreas J., and Richard D. Patterson. For the Love of God’s Word: An Introduction to Biblical Interpretation. Grand Rapids: Kregel, 2015.
- McCartney, Dan, and Charles Clayton. Let the Reader Understand: A Guide to Interpreting and Applying the Bible. 2nd ed. Phillipsburg, NJ: Presbyterian & Reformed, 2002.
- McKnight, Scot, ed. Introducing New Testament Interpretation. Guides to New Testament Exegesis 1. Grand Rapids: Baker Books, 1989.
- Naselli, Andrew David. “D. A. Carson’s Theological Method.” SBET 29 (2011): 245–74. Osborne, Grant R. The Hermeneutical Spiral: A Comprehensive Introduction to Biblical Interpretation. 2nd ed. Downers Grove, IL: InterVarsity Press, 2006.
- Piper, John. Reading the Bible Supernaturally: Seeing and Savoring the Glory of God in Scripture. Wheaton, IL: Crossway, 2017.
- Plummer, Robert L. 40 Questions about Interpreting the Bible. Grand Rapids: Kregel, 2010.
- Poythress, Vern S. Reading the Word of God in the Presence of God: A Handbook for Biblical Interpretation. Wheaton, IL: Crossway, 2016.
- Soulen, Richard N., and R. Kendall Soulen. Handbook of Biblical Criticism. 4th ed. Louisville: Westminster John Knox, 2011.
Testamentos específicos
- Beale, G. K. Handbook on the New Testament Use of the Old Testament: Exegesis and Interpretation. Grand Rapids: Baker Academic, 2012.
- Chisholm Jr., Robert B. From Exegesis to Exposition: A Practical Guide to Using Biblical Hebrew. Grand Rapids: Baker Academic, 1999.
- DeRouchie, Jason S. How to Understand and Apply the Old Testament: Twelve Steps from Exegesis to Theology. Phillipsburg, NJ: P&R Publishing, 2017. [Some of the present essay is adapted from this book.]
- Fee, Gordon D. New Testament Exegesis: A Handbook for Students and Pastors. 3rd ed. Louisville: Westminster John Knox, 2002.
- Naselli, Andrew David. How to Understand and Apply the New Testament: Twelve Steps from Exegesis to Theology. Phillipsburg, NJ: P&R Publishing, 2017.
- Stuart, Douglas. Old Testament Exegesis: A Handbook for Students and Pastors. 4th ed. Louisville: Westminster John Knox, 2009.
Corpus específicos
- Bateman, Herbert W., IV. Interpreting the General Letters: An Exegetical Handbook. Handbooks for New Testament Exegesis. Grand Rapids: Kregel, 2013.
- Burge, Gary M. Interpreting the Gospel of John. Guides to New Testament Exegesis 3. Grand Rapids: Baker Books, 1992.
- Chisholm, Robert B., Jr. Interpreting the Historical Books: An Exegetical Handbook. Handbooks for Old Testament Exegesis. Grand Rapids: Kregel, 2006.
- Futato, Mark D. Interpreting the Psalms: An Exegetical Handbook. Handbooks for Old Testament Exegesis. Grand Rapids: Kregel, 2007.
- Harvey, John D. Interpreting the Pauline Letters: An Exegetical Handbook. Handbooks for New Testament Exegesis. Grand Rapids: Kregel, 2012.
- Liefeld, Walter L. Interpreting the Book of Acts. Guides to New Testament Exegesis 4. Grand Rapids: Baker Books, 1995.
- McKnight, Scot. Interpreting the Synoptic Gospels. Guides to New Testament Exegesis 2. Grand Rapids, Mich: Baker Book House, 1988.
- Michaels, J. Ramsey. Interpreting the Book of Revelation. Guides to New Testament Exegesis 7. Grand Rapids: Baker Books, 1992.
- Schreiner, Thomas R. Interpreting the Pauline Epistles. 2nd ed. Grand Rapids: Baker Academic, 2011.
- Smith, Gary V. Interpreting the Prophetic Books: An Exegetical Handbook. Handbooks for Old Testament Exegesis. Grand Rapids: Kregel, 2014.
- Taylor, Richard A. Interpreting Apocalyptic Literature: An Exegetical Handbook. Handbooks for Old Testament Exegesis. Grand Rapids: Kregel, 2016.
- Trotter, Andrew H., Jr. Interpreting the Epistle to the Hebrews. Guides to New Testament Exegesis 6. Grand Rapids: Baker Books, 1997.
- Vogt, Peter T. Interpreting the Pentateuch: An Exegetical Handbook. Handbooks for Old Testament Exegesis. Grand Rapids: Kregel, 2009.