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Definición

La doctrina de la autoridad e inerrancia de las Escrituras dice que, como corolario de la inspiración de las Escrituras, las Escrituras inspiradas por Dios son totalmente verdaderas en todo lo que afirman en los autógrafos originales (los manuscritos originales escritos por los mismos autores) y, por lo tanto, funcionan con la autoridad de las mismas palabras de Dios. 

Sumario

La doctrina de la autoridad e inerrancia de las Escrituras es cimentada en la doctrina de Dios; así como Dios es verdadero y digno de nuestra confianza, así también lo es su palabra registrada en los autógrafos originales de las Escrituras. Eso significa que todas las cosas que las Escrituras afirman son completamente verdaderas, tanto en el Antiguo Testamento (las Escrituras usadas por Jesús y los apóstoles) como en el Nuevo Testamento (los escritos de los apóstoles). En la medida en que los autógrafos originales hayan sido fielmente copiados, traducidos, y transmitidos, las Escrituras son inerrantes en sus copias. Esta inerrancia significa que todas las cosas que las Escrituras afirman tienen la autoridad de la misma Palabra de Dios para los cristianos.

“La confiabilidad de las Escrituras es la base de la confianza en el sistema de doctrina cristiano y, por lo tanto, es fundamental para la esperanza y vida del cristiano”. Estas palabras de Benjamin B. Warfield enfatizan lo importante que es la doctrina de la inerrancia para la iglesia. Abandónala y la doctrina del sistema cristiano descansaría sobre una base inestable.

Esto es porque sin ella, la garantía de que las Escrituras son verdaderas y dignas de nuestra confianza es puesta en duda. Las dudas fluyen de manera natural para el predicador de la Palabra de Dios: “¿Cómo puedo saber si el pasaje que estoy predicando es confiable?” Entonces, al tratar la inerrancia, mucho está en juego, . La fe y práctica dependen de si podemos confiar en la Palabra de Dios y si, de hecho, es la Palabra de Dios o si lo es en su totalidad.

El Dios de la verdad

Como ya he indicado, es apropiado asociar la inerrancia con Dios mismo. La inerrancia es, después de todo, un corolario de la inspiración. Debido a que la Escritura es inspirada por Dios (2 Ti 3:16) es que podemos afirmar que es verdad en todo lo que afirma. El Dios que ha inspirado su Palabra, lo ha hecho de una manera que es veraz; ¿qué más podríamos esperar de un Dios trino que es la verdad misma (Jn 1:18; 8:40; 14:6; 17:3, 17; 18:37; 1 Jn 4:6)?

En tal declaración está implícita la creencia de que nuestra doctrina de las Escrituras debe estar cimentada en nuestra doctrina de Dios. Si Dios es el autor de las Escrituras, entonces no debemos separar el carácter del autor divino del carácter de su hablar divino. Después de todo, esta es la Palabra de Dios que estamos describiendo; las Escrituras tienen muchos autores humanos, pero en última instancia su origen proviene de un único autor divino. Aunque Dios y el texto son distintos, sin embargo, el texto es su acción de hablar; no nos debe de sorprender que refleje su carácter. Sus atributos comunicables caracterizan su expresión comunicable, y la veracidad es uno de ellos. Como el Dios de la verdad y el Dios que es la verdad, Él habla una palabra de verdad. La veracidad del texto refleja la veracidad de su autor divino. Es por eso que el salmista podía decir que Dios, cuyo camino es “perfecto”, comunica una palabra que siempre demuestra ser “verdadera” y, por esa razón, es un consuelo para aquellos que confían en ella para su salvación (119:96; cf. 119:160).

La veracidad del texto refleja la veracidad de su autor divino

Alguien podría objetar diciendo, “Pero espera, ¿no fue la Escritura escrita por manos humanas? Todos sabemos que los humanos son criaturas falibles”. Es verdad que los humanos son falibles y fuera de la supervisión del Espíritu, todo autor humano es falible. Pero como se trata del Espíritu de Dios, también llamado el Espíritu de verdad (Jn 15:26), quien inspira a estos autores humanos (2 P 1:21), lo que ellos dicen es lo que Dios dice, y ningún error humano se mezcla en ello. Sin duda, esto no está fuera del alcance de las habilidades del Dios omnipotente. Si nosotros, como cristianos, creemos que el mismo Hijo de Dios puede encarnarse sin pecado con el propósito de comunicar una palabra de salvación como la Palabra (Jn 1:1, 14), entonces, por comparación, inspirar a los autores humanos para que hablen verazmente es algo pequeño.

La perspectiva de Jesús sobre las Escrituras

Además, cuando vemos la manera en la que Jesús y sus discípulos tratan las Escrituras del Antiguo Testamento, es siempre con confianza y reverencia, nunca sospechando su confiabilidad. Hasta los oponentes judíos de Jesús hacían lo mismo. A pesar de que Jesús y los judíos tenían opiniones encontradas sobre cómo el Antiguo Testamento debía ser interpretado y si Jesús era quién decía ser, nunca, ni una sola vez, estuvieron en desacuerdo en cuanto a si el texto que estaban interpretando era digno de confianza. Sin esta presuposición, sus debates nunca hubieran sucedido. 

El evangelio en sí mismo es una prueba de que ninguna palabra de Dios ha fallado

Jesús también aporta una credibilidad única en cuanto a esto. Después de todo, Él es el mismo Hijo de Dios. Naturalmente, nuestra perspectiva de las Escrituras debe ser la misma que la de Jesús. Más allá de asumir que confiamos en las Escrituras, tanto en sus detalles como en su totalidad, la inerrancia de las Escrituras brilla más cuando Jesús expresa su convicción de que las promesas del pacto de Dios en las Escrituras se han cumplido en su propia vida, muerte, y resurrección. En Jesucristo, la palabra puesta en escritura por Dios ha demostrado ser verdadera. Las promesas de salvación han sido cumplidas en la Palabra, su propio Hijo.

Podemos concluir, entonces, que el evangelio en sí mismo es una prueba de que ninguna palabra de Dios ha fallado. La veracidad de la Palabra de Dios, junto con su poder dador de vida, ha sido manifestada en Aquel que es el camino, la verdad, y la vida (Jn 14:6). Dios es fiel y todas sus promesas encuentran su cumplimiento en Jesucristo. ¿Qué mayor afirmación de inerrancia bíblica podría haber?

Aclarando la inerrancia

Dicho esto, debemos aclarar qué significa inerrancia y qué no significa. Paul Feinberg define inerrancia como sigue: “Cuando todos los hechos son conocidos, las Escrituras en sus autógrafos originales (entendidos como los manuscritos originales escritos por los mismos autores) y apropiadamente interpretadas serán demostradas totalmente verdaderas en todo lo que afirman, sea que eso tenga que ver con doctrina o moralidad, o con las ciencias sociales, físicas, o de la vida”. Si a esta definición le cuesta definir lo que significa y no significa la inerrancia, es porque la inerrancia es uno de los atributos más malinterpretados y caricaturizados de las Escrituras por sus críticos. Nota varios componentes dentro de esta definición.

Para empezar, la inerrancia se aplica a los autógrafos originales. Esta es una cualidad importante porque muchas veces los críticos ven errores en las copias y asumen que la Biblia está llena de errores. Pero cuando decimos que las Escrituras son inerrantes, tenemos en mente que el texto original fue inspirado por Dios a través de autores humanos (2 Ti 3:16; 2 P 1:21). El producto de la inspiración es un texto inerrante de la Escritura. Siempre y cuando haya sido fielmente copiado, traducido, y transmitido, es inerrante en sus copias. (Debemos enfatizar que las copias que poseemos son muy exactas.)

En todo lo que las Escrituras aseveran y afirman, hablan verazmente y de manera confiable

Además, la inerrancia significa que las Escrituras son “totalmente verdaderas” en todo lo que afirman. O como dice Kevin Vanhoozer: “Decir que las Escrituras son inerrantes es confesar fe en que los autores dicen la verdad en todas las cosas que afirman (cuando hacen afirmaciones)”. En todo lo que las Escrituras aseveran y afirman, hablan verazmente y de manera confiable. Decir que es “totalmente” verdadera significa que no debemos limitar la inerrancia al mensaje doctrinal principal de las Escrituras. Nunca vemos a los autores bíblicos poner tal limitación a sus escritos. En vez, ellos creen que Dios habla verazmente a través de ellos en todo lo que afirman. Así que, la inerrancia se aplica a todas las áreas, incluyendo a sus instrucciones éticas, por ejemplo. Así como la inspiración es verbal y plenaria, también lo es la inerrancia.

Inerrancia y autoridad

Afirmar la inerrancia puede ser difícil. Por ejemplo, existen algunos que afirman la inspiración de las Escrituras, pero rechazan su inerrancia. El punto de vista de la inerrancia limitada suena, a primera vista, evangélica: “Creo que las Escrituras son verdaderas en su mensaje de fe”. Pero al investigarlo un poco más, esta posición niega que las Escrituras son verdaderas en todo lo que afirman. Sí, es verdad en su mensaje del evangelio, pero más allá de eso puede tener errores en sus detalles. Irónicamente, esta perspectiva dice que todavía puede proclamar sola Scriptura, como si la Escritura todavía fuese la autoridad final.

El problema es que esta perspectiva no puede decir que las Escrituras son su autoridad final inerrante, lo cual es lo que la iglesia siempre ha asumido al proclamar sola Scriptura. Presta atención a esta importante diferencia entre el punto de vista de la inerrancia completa y el de la inerrancia limitada. La perspectiva de la inerrancia completa dice:

“Toda Escritura es nuestra autoridad inerrante”,

No tanto con el punto de vista limitado, el cual dice lo contrario:

“Solo cuando las Escrituras tratan con cuestiones de fe es que son nuestra autoridad inerrante”.

Observa que el punto de vista de la inerrancia limitada solo puede (consistentemente) afirmar sola Scriptura cuando el mensaje principal de las Escrituras es presentado. En otros momentos, no es inerrante y no puede, por consiguiente, ser la autoridad final. Esto no es lo que los Reformadores querían decir con sola Scriptura. Cuando Lutero protestó contra Roma y tomó su posición sobre la autoridad de las Escrituras en la Dieta de Worms, era la inerrancia (entre otras cosas) que distinguió su causa. Lutero hizo su audaz afirmación que mientras los papas y sus concilios se equivocan, las Escrituras no lo hacen. Es porque las Escrituras por sí solas son inspiradas por Dios, las cuales también son inerrantes, suficientes, y la autoridad final del cristiano.

Todo esto para decir que los evangélicos de hoy deben protegerse de aquellos que afirman que la Biblia es su autoridad pero luego se dan la vuelta y niegan su veracidad, sea en parte o por completo.


Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Lauren Charruf Morris.

Este ensayo es parte de la serie Concise Theology (Teología concisa). Todas las opiniones expresadas en este ensayo pertenecen al autor. Este ensayo está disponible gratuitamente bajo la licencia Creative Commons con Attribution-ShareAlike (CC BY-SA 3.0 US), lo que permite a los usuarios compartirlo en otros medios/formatos y adaptar/traducir el contenido siempre que haya un enlace de atribución, indicación de cambios, y se aplique la misma licencia de Creative Commons a ese material. Si estás interesado en traducir nuestro contenido o estás interesado en unirte a nuestra comunidad de traductores, comunícate con nosotros.

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