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Recuerdo pensar “no será de ninguna utilidad para mí aprender griego bíblico”; pero ya de eso hace más de 15 años. Gracias a Jesús fui librado de esa mentira que me decía a mí mismo, y hoy digo todo lo contrario. Entiendo que mi caso de alguna manera se repite en otros, y por eso hoy cuento mi pecado e ignorancia. En sentido general, usé tres argumentos para auto-engañarme: primero, sabía lo difícil que es aprender griego y no quería admitir que simplemente estaba siendo un haragán. Segundo, consideraba que mi conocimiento de la Biblia, mi intelecto y los autores que leía, ya básicamente cubría aquello que debía conocer.

Esta es una definición “bonita” de orgullo. Tercero, acepté la opinión de aquellos que me decían “la verdad es que el griego no hace falta”, porque estaba ciego al galardón prometido que otros habían encontrado. Y eso es, básicamente, incredulidad. En resumen, encontré una manera racional de auto-convencerme para no estudiar griego y, sin darme cuenta, estaba simplemente escondiendo mi mundana motivación. Pero quiero dedicarle el resto de estas cortas palabras a exaltar a Dios en las bendiciones que he recibido:

Humildad

Estudiar griego fue un ingrediente muy útil para pisotear mi ego. Dios me mostró que estaba en un mundo más grande de lo que puedo abarcar y, en vez de pensar que dominaba la Palabra de Dios, empecé a entender que realmente es Dios quien me sostiene a mí por medio de su Palabra.

Discernimiento

La persona de Dios revelada por medio del Espíritu Santo en la persona y obra de Jesucristo es el tema central de la Escritura, y todo lo demás es secundario. Estudiar griego me ayudó a alejarme de “doctrinas ligeras” y a sumergirme en el conocimiento de Jesús y este crucificado. La frase “doctrinas ligeras” es mi manera de referirme a enseñanzas con un fundamento superficial. Son aquellas que se basan en tan solo una o dos frases de la Biblia, o que solo sobreviven porque encuentran algo de apoyo en una de las traducciones, o que se basan en frases y definiciones de palabras que no han sido consideradas en su contexto.

Gramática

En sentido general, los métodos de enseñanza en casi todas las materias y a todos los niveles dan poco énfasis a entender la gramática antes de usarla. Aprendemos gramática con el uso, pero al final no llegamos a entender el fundamento gramatical. Estudiar griego me ayudó a entender mejor la gramática, su fundamento, estructura y función, tanto en el idioma que hablo como en el griego bíblico. Algo de esto es resaltado por esta cita que me ha sido de mucha bendición:

“Un pobre judío campesino y una frase preposicional tienen esto en común: ambos son humanos y ordinarios. Que el pobre campesino era Dios y la frase preposicional es la Palabra de Dios no cambia este hecho. Por tanto, si Dios se humilló a sí mismo al hacerse hombre y al hablar el lenguaje humano, ¡ay de nosotros si arrogantemente pretendemos ignorar la humanidad de Cristo y la gramática de la Escritura!”[1]

La verdad es que aprender griego es un gran reto, y más porque muchos de nosotros estudiamos y concomitantemente lidiamos con el trabajo, la familia y el servicio ministerial. Pero consideremos el galardón en las palabras de Ulrich Zwingli, “Un hombre no puede conocer correctamente su propia alma a menos que se ejercite día y noche en la Palabra de Dios. Y para eso nada mejor que si conoce los idiomas del hebreo y griego”. Qué tal si creemos, y así como aquel hombre que vendió todo lo que tenía para comprar una perla de gran valor, Dios nos anima a esforzarnos a estudiar las profundidades sin fin de su palabra, para que seamos más como su hijo Jesús.


[1] John Piper, Manual de Exégesis Gráfica – www.biblearc.com
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