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Cuando era una madre joven, escribí una carta a mi iglesia pidiéndoles que consideraran formalizar el rol de la encargada del ministerio de mujeres. El pastor ejecutivo me llamó para una reunión y rápidamente me ofreció el trabajo. Estaba sin palabras. En ese momento, mis cuatro hijos tenían entre 5 y 1 años. ¿Estaba loco ese hombre? Me explicó que estaba claro que me preocupaban profundamente las mujeres de nuestra iglesia, y que confiaba en que yo podría estructurar mi calendario. Yo sabía un secreto que a menudo se pasa por alto en nuestra frenética cultura: hacemos tiempo para lo que más nos importa.

Entonces, con el apoyo entusiasta de mi esposo, pasé las siestas de mis hijos y las tardes construyendo un ministerio para mujeres. Durante esos años, no me comprometí con el club de lectura, rara vez tenía tiempo para hacer ejercicio, y no veía mucha televisión. Aunque todas esas actividades tenían valor, las dejé a un lado para dejar espacio para el ministerio porque sentía que daba vida a algo dentro de mí. Aún más, pude ver el poder del evangelio obrando entre el pueblo de Dios, cambiando vidas por su Espíritu y su Palabra.

Mi situación no es tan única. Las mujeres en nuestras iglesias hacen malabarismos con muchos compromisos. Ya sea que una mujer dirija un grupo de estudio bíblico, participe en uno que requiera preparación, o planee una conferencia, se enfrentará a cómo integrar estas actividades ministeriales en todos los compromisos de su vida ocupada.

Aquí hay cinco cosas a considerar que me han ayudado a decidir cuándo, dónde, y si debería dedicar mi tiempo:

1. Recuerda tu primera área de ministerio

Nuestra primera área de servicio es en nuestras relaciones primarias. Cualquier compromiso ministerial que hagamos debe ser uno que no comprometa nuestra relación con nuestro cónyuge, hijos, o padres. Esto no significa que no le quitarás tiempo a esas relaciones (como ir al gimnasio o al club de lectura, casi seguro que lo hará); solo significa que permanecemos conscientes del efecto de esta compensación de tiempo.

Si estás casada, habla con tu esposo acerca de tu deseo de asumir un rol ministerial. Asegúrate de estar en la misma página acerca de encontrar un lugar para servir y sobre el compromiso de tiempo que conllevará. Oren juntos acerca de cómo cada uno puede alentar mejor el crecimiento espiritual y la participación de la iglesia en el otro. En mi experiencia, el tiempo que he dedicado al ministerio me ha convertido en una mejor madre, hija, y esposa. El tiempo dedicado al ministerio fuera de mi hogar me ha ayudado a atesorar y nutrir el ministerio dentro de mi hogar. Aquellos que pasan sus días en entornos profesionales y que se dedican a un estudio bíblico semanal de la iglesia o una relación de discipulado, por ejemplo, a menudo hablan no solo de su propio crecimiento espiritual, sino también de un corazón creciente y la capacidad de ministrar a familiares, amigos, y compañeros de trabajo

2. Evaluar (y reevaluar) tu calendario

Aunque la mayoría de nosotras nos quejamos de estar ocupadas, el prestar atención a nuestros “hábitos de gasto” con respecto al tiempo a menudo revelará dónde fallan nuestras ventanas de tiempo opcionales y cómo podemos usarlas para un mejor propósito. Haz un inventario de tu calendario para determinar dónde caen previsiblemente tus ventanas de tiempo opcionales. Luego busca un área de servicio que corresponda a esas ventanas. Cuantifica cuánto tiempo puedes dar antes de comprometerte, y luego vigila el compromiso de tiempo real una vez que ingreses a una oportunidad de ministerio. 

A medida que ingresas a nuevas estaciones de la vida, reevalúa si tu compromiso ministerial aún se ajusta a las demandas cambiantes de tu tiempo. Un rol que requiere que te pierdas regularmente la actividad de uno de tus niños probablemente es una mala opción para ti. Sin embargo, dentro de dos años, quizá lo puedas encajar fácilmente. Busca y ora por compromisos que te permitan la máxima oportunidad de servir a la familia de tu iglesia dentro de la red de responsabilidades esenciales a las que Dios te ha llamado actualmente.

3. Busca un rol que resuene

A veces asumimos un rol de servicio sin referencia a nuestros dones o preferencias porque existe una necesidad inmediata que Dios nos permite satisfacer. Esa es una razón válida para servir, pero no siempre a largo plazo. Nuestro nivel de participación y nuestra perspectiva de servicio a menudo serán más saludables cuando nos comprometemos a un área de ministerio con la que sentimos una conexión personal.

¿Qué amas? ¿Las misiones? ¿Los problemas de justicia social? ¿La mentoría para madres jóvenes? ¿La hospitalidad? ¿El estudio bíblico? Busca una manera de ingresar al servicio en un área del ministerio que te acelere el pulso. Hay una razón por la que Dios te dio tu conjunto particular de dones y pasiones. Deja que eso funcione como un punto de referencia para determinar dónde invertir tu tiempo para conectarte fructíferamente con el cuerpo de Cristo a tu alrededor.

4. Define el compromiso

Las mujeres a menudo se agotan en el ministerio porque un papel que comenzó como manejable se convirtió en una carga inmanejable de tiempo. Para evitar esto, considera comprometerte con roles con una descripción del trabajo y un marco de tiempo claramente definidos. Un buen líder ministerial puede decirte exactamente lo que necesita de ti. Pídele que te dé una descripción por escrito. Luego asume responsabilidades adicionales solo cuando ambos estén de acuerdo con ellas. Una buena descripción de trabajo definirá tareas específicas, un compromiso semanal, y el tiempo esperado.

Comprometerse con un rol abierto es abrumador y arriesgado. En lugar de prometer mentoría a largo plazo para varias mujeres, por ejemplo, ¿por qué no consideras ofrecer reunirte con una mujer cada dos semanas durante una temporada o un semestre? Cuanto mejor definidas sean las expectativas de todos, es más probable que puedas confiar tu tiempo al rol del ministerio en cuestión. Dicho todo esto, habrá momentos en el ministerio cuando seremos llamados a extendernos más allá de todas las expectativas. Por la gracia de Dios, esos tiempos a menudo traen no solo el tiempo extra, sino también una profunda alegría.

5. Compañeros en el ministerio

Darle tiempo al ministerio significará tomar el tiempo de alguna otra área de nuestras vidas. Dado que muchas mujeres son las cuidadoras principales del hogar, a menudo las tareas domésticas se ven afectadas. Antes de renunciar a tu función ministerial porque el fregadero está lleno de platos, considera una especie de asociación ministerial. Reconocemos la importancia de que la familia de un pastor comprenda que toda la familia comparte el ministerio, no solo el pastor. Este mismo principio es cierto con otras áreas del ministerio dentro de la iglesia.

He enseñado un estudio bíblico nocturno durante los últimos 15 años. Mi familia inmediata sabe que al preparar la cena y los platos esa noche de la semana no solo están ayudando a mamá; se están asociando conmigo en el ministerio a las mujeres. Si un rol ministerial requiere que sacrifiques un incremento de tiempo que afecta a tu familia, considera cómo podrían asociarse contigo para ayudar a asumir las tareas que de otro modo te corresponderían.

Prioridad alegre

Al asumir un compromiso definido que se ajuste a tu calendario, tus pasiones, y tu valor de las relaciones primarias, servir en el ministerio de mujeres puede ser no solo factible sino también muy gratificante. Si te importa el ministerio entre las mujeres, si ves su gran potencial para impactar el hogar, la iglesia, y la comunidad para la gloria de Cristo, considera hacer de él una prioridad gozosa entre las otras demandas de la vida. Es una manera simple de pasar una parte de nuestro tiempo para afectar la eternidad.


Publicado originalmente para The Gospel Coalition. Traducido por Patricia Namnún.

IMAGEN: LIGHTSTOCK.

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