Ravi Zacharias International Ministries (RZIM) publicó el día de ayer un extenso reporte de 12 páginas confirmando el resultado de investigaciones privadas sobre la vida del reconocido ministro y apologista. El reporte, que contiene información detallada de sus actos y que recomendamos leer con la discreción del caso, revela que por muchos años Ravi Zacharias vivió una doble vida que escondía su verdadero carácter a los ojos de su familia, sus colegas de ministerio y el público en general.
RZIM expresó estas palabras en una carta pública difundida ayer:
“Ravi utilizó una amplia serie de medidas para ocultar su conducta de su familia, compañeros y amigos. Sin embargo, también reconocemos que en situaciones de abuso prolongado, a menudo existen problemas significativos de estructura, política y cultura interna… Nuestro personal, nuestros donantes y el público confiaron en nosotros para que mentoreáramos y supervisáramos a Ravi Zacharias y nos aseguráramos de que rindiera cuentas, y en esto hemos fallado”.
Estos hechos han traído consternación y dolor al pueblo evangélico en el mundo entero, considerando que el ministerio que lideró Zacharias es la organización de apologética más extensa en el mundo. Este reporte llega después de varios meses de revuelo dentro de la organización, luego de que el apologista –quien falleció en mayo del 2020– fuese acusado recientemente de sostener relaciones impropias con otras mujeres, sumándose a otras denuncias hechas años atrás por conductas desviadas y abusivas.
Queremos expresar nuestro profundo dolor por lo ocurrido. Lamentamos la realidad del pecado en la vida de Ravi, condenamos los actos descritos en el reporte y oramos por consuelo y fortaleza para la familia, la restauración de las víctimas y también por todas las decisiones que deberán tomar las autoridades del ministerio.
Consideraciones para nuestras vidas y ministerios
¿Cómo podemos reflexionar con respecto a todo esto? Aquí te compartimos algunas consideraciones para nuestras vidas y ministerios.
Debemos ser cuidadosos en nuestro caminar cristiano, teniendo presente tres consejos importantes y milenarios de los apóstoles Pablo, Pedro y Juan. Son consejos inspirados por el Espíritu Santo para bendición y cuidado de nuestras vidas.
En primer lugar, no busquemos ocultar nuestra realidad personal ante los demás. Por el contrario, busquemos la ayuda necesaria para dejar la vida vieja y caminar en la nueva con libertad. El apóstol Pablo dijo:
“Dejen de mentirse los unos a los otros, puesto que han desechado al viejo hombre con sus malos hábitos y se han vestido del nuevo hombre, el cual se va renovando hacia el nuevo conocimiento, conforme a la imagen de Aquel que lo creó… Cristo es todo, y en todos” (Colosenses 3:9-11).
Hace tan solo unos años, el mismo Ravi llegó a decir que “Aquellos de ustedes que me conocen en público no tienen idea de cómo soy en privado”. Esta es una verdad teológica que todos podemos reconocer, ya que todos somos culpables de pecado privado. A la vez, a la luz de los acontecimientos recientes sabemos que estas palabras ocultaban mucho más de lo que parecía. Esto no debe ser así entre los hijos de Dios. Aunque todavía luchamos con el pecado, la integridad, la verdad, la sinceridad son piedras y señales del camino angosto de la libertad en Cristo.
En segundo lugar, Pedro nos recomienda que seamos valientes al buscar caminar siempre en la voluntad de Dios. Él dijo:
“Por tanto, puesto que Cristo ha padecido en la carne, ármense también ustedes con el mismo propósito, pues quien ha padecido en la carne ha terminado con el pecado, para vivir el tiempo que le queda en la carne, ya no para las pasiones humanas, sino para la voluntad de Dios” (1 Pedro 4:1-3).
Todos somos tentados con tentaciones similares a aquellas que hoy sabemos que Ravi decidió ceder. El leer estos sucesos debe llevarnos a reflexionar en la necesidad de vivir para Dios en cada decisión que tomamos. La santidad personal, la vida de piedad y felicidad que todos anhelamos, el escuchar “buen siervo fiel al final” tiene que ver con una serie de pequeñas decisiones que se van tomando; algunas sencillas, muchas muy duras, todas eternas. Cuando sintamos la tentación a esa segunda mirada, a esa pequeña mentira, a ese repetido descuido, recordemos el precio de ceder a las pasiones carnales y lo glorioso de rendirnos a la voluntad de Dios.
Finalmente, el apóstol Juan nos exhorta a que decidamos vivir en la luz de la comunión con Dios y con nuestros hermanos, huyendo de la oscuridad en donde podemos esconder nuestra maldad. Él dice:
“Si decimos que tenemos comunión con Él, pero andamos en tinieblas, mentimos y no practicamos la verdad. Pero si andamos en luz, tenemos comunión los unos con los otros, y la sangre de Jesús Su Hijo nos limpia de todo pecado” (1 Juan 1:6-7).
La vida cristiana no se puede vivir con integridad de manera solitaria. Todos nosotros necesitamos la corrección que otras personas puedan traer a nuestras vidas en el contexto de la vida de la iglesia. En el caso de Ravi, ahora es evidente una falta de transparencia y rendición de cuentas. Este hecho lamentable nos recuerda que una vida de comunión transparente con Dios y la iglesia es una vida donde al pecado se le dificulta florecer.
Dios permanecerá
A raíz del pecado descubierto de Ravi Zacharias muchos condenarán nuestra fe y blasfemarán de nuestro Dios. Otros estarán decepcionados y posiblemente se alejarán del Señor. Otros quizás se sentirán profundamente traicionados y tendrán dificultad para confiar en sus líderes y pastores.
Volvemos a darnos cuenta de que Jesucristo fue a la cruz para poder pagar con su propia sangre por nuestros pecados horrendos. La sombra de la cruz recae sobre todos nosotros sin distinción alguna. La cruz declara nuestra culpabilidad delante de Dios.
El evangelio nos recuerda que hemos sido comprados por precio para vivir en novedad de vida para la gloria de Dios. La Palabra de Dios nos anima al saber que estamos en paz con Dios, el Espíritu Santo habita en nosotros, nuestro Señor Jesucristo ha prometido estar con nosotros todos los días, tenemos libre acceso al Padre y el Señor nos ha colocado en una comunidad cristiana en donde podemos sobrellevar los unos las cargas de los otros. La cruz no es un símbolo de derrota, sino de victoria porque Cristo pagó por nuestros pecados y nos otorgó la redención, venció a la muerte y resucitó de entre los muertos para que nosotros vivamos por Él una vida nueva. ¡Bendito evangelio! ¡No lo olvidemos ni por un segundo!
No sabemos cómo te encuentras tú al momento de leer esta nota, pero hay algo que sí sabemos: Aunque los hombres fallen y caigan, Dios siempre permanecerá y su iglesia prevalecerá. Pon tus ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe. Recuerda que vivimos en un mundo quebrantado por el pecado y bajo el ataque constante de un enemigo feroz, así que camina con el gozo de la salvación puesto delante de ti, y corre la carrera sabiendo que nuestro Dios sigue sentado en su trono. Estas verdades eternas son las que nos ayudarán a soportar las pruebas y salir victoriosos (He 12:1-2).