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Todos tenemos una familia. Grande o chica, cercana o no tanto. Dios nos ha rodeado de personas para amar y servir mientras caminamos por este mundo. Aún más, en Cristo somos parte de la familia más maravillosa (e imperfecta) de todas: la Iglesia.

Pero ¿para qué?

Andy Crouch presenta un propósito sencillo: “La familia existe para formar personas” (p. 51). La familia es donde somos transformados en aquello que fuimos creados para ser. Y en Familias tecnológicamente sabias, Crouch nos invita a poner la tecnología en su lugar para que ese propósito no sea entorpecido.

“La tecnología solo es buena si puede ayudarnos a convertirnos en las personas que fuimos diseñados para ser” (p. 63).

Quizá no hemos entendido la importancia de poner la tecnología en el lugar correcto. Sentimos que usamos nuestros dispositivos igual que todos los demás. No estamos viendo contenido inapropiado ni nada por el estilo. ¿Qué tiene de malo?

Me encanta la tecnología. Ahora mismo estoy escribiendo esto en una computadora elegantemente diseñada, fruto del esfuerzo de cientos de hombres y mujeres brillantes. Incluso los que no saben nada del mundo digital disfrutan de los avances tecnológicos (los antibióticos) que nos permiten vencer enfermedades antes mortales, o viajar hasta el otro lado del mundo (los aviones).

Pero si dejamos que la tecnología nos invada y no somos intencionales en darle su lugar adecuado, vamos a permitirle que nos moldee a su antojo. Vamos a usarla para entretenernos en lugar de usarla para crear cosas hermosas para gloria de Dios y el bien de los demás. Vamos a usarla para obsesionarnos con la vida de gente que no nos conoce en lugar de usarla para amar a los que nos rodean.

Familias tecnológicamente sabias presenta 10 compromisos fáciles de aprobar pero difíciles de seguir. Desde buscar ser valientes y sabios, hasta asistir en persona a los eventos importantes de la vida, pasando por conversar en el tráfico y cantar juntos. Crouch nos exhorta a que nuestros hijos eviten las pantallas hasta al menos los 10 años y a apagar nuestros móviles al menos una hora cada día.

Una de los consejos más apremiantes de Crouch es buscar modelar nuestro entorno para facilitar la creatividad. El autor advierte de los peligros que vienen por dejar que nuestro hogar sea invadido por tecnología que nos invita a consumir y no a crear.

“La mejor manera de elegir el carácter es convertirlo en parte de nuestro mobiliario” (p. 72).

Imagina qué sucedería si cada pieza de tecnología en tu hogar tuviera un propósito establecido y solo fuera utilizada para ese propósito y nada más. No más navegar Instagram o Twitter para escapar del aburrimiento de la fila del supermercado. No más pantallas para hacer callar al niño berrinchudo.

Por supuesto, es mucho más fácil decirlo que hacerlo. Consumir es mucho más sencillo que crear. Entumecer nuestra mente viendo horas de televisión después de un largo día de trabajo es menos complicado que salir a caminar o preparar una comida casera con la gente que amas.

Si quieres aprender a utilizar la tecnología con valentía y sabiduría, no puedes dejar de leer Familias tecnológicamente sabias, de Andy Crouch. Este libro te ayudará a convertir tu hogar en un lugar en donde se forman personas que aman a Dios y a su prójimo.

Crouch no pretende decir que su propia familia haya cumplido a la perfección con los 10 compromisos de su libro. Cada día —cada decisión— requiere de valentía y sabiduría para poner la tecnología en el lugar correcto. Pero ¿sabes qué? Si se trata de ser más como Jesús, el esfuerzo vale la pena.


Imagen: Unsplash
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