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¿Has tenido la extraordinaria experiencia de comprar algo que no necesitas? En ocasiones, se debe a una fuerza de voluntad débil por nuestra parte. Pero en otros casos, se debe al talento de un buen vendedor. Sus palabras persuasivas te cautivan y sales de la tienda con un producto que no pensaste que necesitabas, y que probablemente no necesites.

De manera similar, si no tenemos cuidado, los predicadores podemos creer que la predicación se trata de ofrecer algo, cuyo aspecto más importante es nuestra capacidad de persuasión. Sí, debemos buscar convencer y llamar a la gente a responder a nuestro mensaje, pues proclamamos el evangelio de Dios y la gente lo necesita. Pero debemos recordar que no es nuestra energía lo que debe cautivar, ni son nuestras palabras las que convencen, sino que es la proclamación fiel del evangelio. Además, el Espíritu Santo hará en los corazones de los oyentes lo que nosotros jamás podremos. 

Por eso es tan importante que nuestras predicaciones giren en torno a la historia que Dios revela en la Biblia. Sí, la Biblia enseña mucho sobre finanzas, matrimonio, hijos, música o incluso eventos futuros. Pero tenemos que renunciar a la idea de que solo predicamos las verdades de Dios sin proclamar al Dios de las verdades que se revela en el evangelio. 

Permíteme desarrollar esto en tres consejos prácticos para tu predicación:

1) Predica una historia

Las Escrituras no son colecciones de historias aisladas. Además, la Biblia no contiene un testamento que ya no «sirve» en la iglesia actual porque ahora tenemos uno «mejor». No, ambos testamentos en la Escritura, en unidad y armonía, nos cuentan una sola historia. 

La Biblia es la historia de quién es Dios y cuál es Su plan de rescate por nosotros. Jesús explicó que la Escritura tiene un tema central: «Comenzando por Moisés y continuando con todos los profetas, les explicó lo referente a Él en todas las Escrituras» (Lc 24:27). A los religiosos de Israel, Jesús les dijo: «Ustedes examinan las Escrituras porque piensan tener en ellas la vida eterna. ¡Y son ellas las que dan testimonio de Mí!» (Jn 5:39). 

Jesús no dice que todo versículo habla de Él, pero sí dice que toda la Escritura encuentra su fin en Él

Jesús no dice que todo versículo habla de Él, pero sí dice que toda la Escritura encuentra su fin en Él. El evangelio es la noticia de que Dios se hizo Rey en Jesús y vino a reclamar lo que es Suyo. Vino a hacer de esta creación, una nueva creación. Vino a reinar sobre Israel y el mundo. La Biblia es la narración progresiva de tan majestuoso acontecimiento.

Por lo tanto, ya sea que estés predicando en Proverbios, Gálatas o Romanos, recuerda que tu texto no está aislado del resto de la Biblia. Ten en mente la narrativa, ten en mente la progresión. Procura que tu sermón refleje un entendimiento correcto de la historia bíblica.

2) Predica de un Rey y Su reino

Si bien es cierto que la Biblia es una sola historia, también es cierto que esa historia tiene un tema central: Dios es Rey. En otras palabras, la Biblia no solo es una historia general, sino la historia del reino de Dios. Vemos esto desde el comienzo de la narrativa bíblica. Él creó el jardín del Edén como la sede de Su reino. El ser humano era el esplendor de la imagen de Dios en la tierra —fuimos hechos a imagen y semejanza de Él (Gn 1:26-27)— pero los ciudadanos se rebelaron contra el Rey y quisieron crear su propio reino.

El ser humano cometió un golpe de estado contra el Rey. Quisimos usurpar Su trono, crear nuestra propia dinastía, ser como Dios (Gn 3:5). Esta es la esencia del pecado. La razón por la que necesitamos el evangelio es que necesitamos, nuevamente, ser injertados al reino de Dios. Por lo tanto, el evangelio siempre va de la mano de la historia del mundo e Israel, de su cautividad y de su futuro, pues tanto nuestro pecado como el sacrificio de Jesús están presentados en la Biblia dentro de un panorama mucho más amplio.

El reinado de Jesús en la tierra no fue un capricho de Dios, sino que fue la culminación de la historia de Israel y del mundo. Así que cuando prediques a tu iglesia, explícales que sus vidas fueron insertadas a la historia de Israel (Ro 11:11-35). El Rey de Israel es también nuestro Rey. El Mesías judío también es el Mesías del mundo. Hazles ver a tus oyentes que Jesús y su reino es el verdadero y único cumplimiento de toda la Biblia. 

3) Predica sobre un pueblo 

Como ciudadanos del reino de Dios, tenemos la responsabilidad de expandir Su reino en la tierra. Nuestras predicaciones tienen que erradicar cualquier idea de que, como cristianos, nos apartamos para siempre de todos los que no conocen al Rey.

La historia del Rey Jesús y Su reino es la historia más grandiosa de todos los tiempos

Recordamos que «Nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también ansiosamente esperamos a un Salvador, el Señor Jesucristo» (Fil 3:20). Por lo tanto, nos esforzamos para que venga el cielo a la tierra. Así nos enseñó Jesús a orar: «Venga Tu reino. Hágase Tu voluntad, así en la tierra como en el cielo» (Mt 6:10). No oramos que Dios nos lleve al cielo, sino más bien que el reino venga a la tierra. 

Las vidas de los hijos de Dios son vidas del reino: vidas transformadas, restauradas y redimidas. Somos embajadores de Dios (2 Co 5:20), luminares del mundo y sal en la tierra (Mt 5:13-14). Vivimos en comunidad con otros creyentes y en misión hacia los que aún no lo son. Somos estandartes andantes de la gloria de Dios.

Como el pueblo de Dios, reflejamos Su amor y perdón en nuestras comunidades. Conquistamos para el reino de Dios, pero no lo hacemos con armas humanas, sino espirituales (Ef 6:10-18). Vivimos para nuestro Rey y para otros, no para nosotros mismos. Nuestros matrimonios no son perfectos, ni tampoco nuestras familias, pero el Rey los transforma de una manera que nadie más lo puede hacer.

La historia del Rey Jesús y Su reino es la historia más grandiosa de todos los tiempos. Por lo tanto, no necesitamos modificar el mensaje del evangelio. Nuestra predicación no se vende con «palabras persuasivas de sabiduría» (2 Cor 2:4), sino que se presenta en el Espíritu, con poder y seguridad. El Rey reina y nosotros predicamos al Rey.

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