El trabajo pastoral consiste, en gran medida, en predicar y enseñar. Predicar la Palabra de Dios no solo es nuestra tarea principal (2 Ti 4:2), sino que también es la fuente de nuestro más preciado tesoro terrenal como ministros: ser testigos de la transformación de personas y familias por el poder del evangelio.
No obstante, hay un mandato pastoral ligado a la enseñanza que muchas veces pasamos por alto: la preparación de líderes en nuestras iglesias.
Pablo lo explica así: «Y lo que has oído de mí en la presencia de muchos testigos, eso encarga a hombres fieles que sean capaces de enseñar también a otros» (2 Ti 2:2). Los pastores somos llamados no solo a predicar el evangelio y velar por el bienestar de la congregación, sino también a entrenar a futuros líderes.
Una iglesia bíblica es una iglesia de líderes bíblicos y esto no se logra de forma casual, sino que es el resultado de una práctica intencional
Con «líderes» me refiero tanto a personas que puedan servir, por ejemplo, como maestros para niños o jóvenes, como a candidatos al ministerio pastoral. Cualquiera sea el tipo de liderazgo, toda congregación necesita hombres y mujeres bien preparados para sus respectivos roles de servicio. Una iglesia bíblica es una iglesia de líderes bíblicos y esto no se logra de forma casual, sino que es el resultado de una práctica intencional.
Permíteme darte cuatro consejos bíblicos que te ayudarán a cumplir esta labor en tu ministerio pastoral.
1. Piensa a largo plazo
Un peligro común en el ministerio pastoral es pensar solamente en el presente. Nos enfrentamos a tantas cosas que demandan atención inmediata, que podemos olvidar que no todo se trata de dar soluciones, sino también de iniciar construcciones.
Me refiero a que no debemos consumir todo nuestro tiempo en cumplir tareas y descuidar el desarrollo de relaciones con personas que puedan asumir responsabilidades en la iglesia local en el futuro. Necesitarás discernimiento y sabiduría para evaluar quienes son los líderes potenciales. También te animo a que no caigas en la trampa del perfeccionismo ni en pensar que nadie puede hacer las cosas bien.
Sin embargo, he notado que, por lo general, el problema con la formación de líderes no es que no buscamos ayuda, sino que la buscamos demasiado rápido. Muchas veces nos falta paciencia y tomamos decisiones apresuradas en la elección de líderes. Esto es más común cuando la iglesia lleva poco tiempo de ser plantada o donde el pastor es bivocacional. La necesidad económica o el exceso de carga ministerial pueden provocar que un pastor cometa el error de nombrar líderes de manera apresurada, sin que hayan sido probados (1 Ti 5:22).
Es por eso que la preparación de líderes debe ser un proceso de largo plazo. Recuerda, tú no haces pastores, diáconos ni maestros; Dios los levanta. Tú solo recibes el discernimiento para confirmar junto a la iglesia ese llamado en sus vidas, de acuerdo a los lineamientos que el Señor ha dejado en Su Palabra (1 Ti 3:1-13).
El llamado a vivir en integridad no es opcional para ningún cristiano y mucho menos para quienes están en el liderazgo
Lo que podemos hacer como pastores es diseñar un plan a largo plazo que cultive, desarrolle y nutra esas virtudes en la vida de los candidatos al liderazgo, dándoles espacio para el servicio y la evaluación. Si alguien no cumple las características bíblicas, simplemente no puede ser un líder de la iglesia, por mucho que a veces nos cueste aceptar esto.
Te recomiendo que ores en todo tiempo para que Dios te muestre quién o quiénes pueden participar en este «plan de formación». Déjales claro a los candidatos que no están compitiendo por un puesto, sino que se están capacitando en el servicio, el liderazgo y la enseñanza. En medio de este proceso, que tu propia vida sea un ejemplo sincero de liderazgo bíblico que refleje a Jesús.
Es probable que tome algunos años identificar y formar líderes, pero hazlo con paciencia. Será tiempo bien invertido.
2. Promueve la rendición de cuentas
El llamado a vivir en integridad no es opcional para ningún cristiano y mucho menos para quienes están en el liderazgo. Santiago nos recuerda que aquellos que enseñan a la congregación deben estar conscientes de las responsabilidades de su llamado (Stg 3:1). Por esta razón, promueve la rendición de cuentas.
Este objetivo puede hacerse de diferentes maneras. El punto es que haya un tiempo y un espacio regular para que los líderes puedan hablar con sinceridad y confianza. No se trata de un proceso legal de investigación, no es un juicio o un interrogatorio, ni mucho menos debe dar oportunidad a la murmuración. Más bien, una rendición de cuentas edificante se construye sobre tres ejes: la edificación (1 Ts 5:11), la exhortación (He 3:13) y confesión de pecados los unos a los otros (Stg 5:16).
La rendición de cuentas es menos un acto de supervisión y más un acto de amor por el prójimo. Es un medio de gracia para los humildes, para los que odian su pecado y lo quieren vencer.
La iglesia latinoamericana no necesita simplemente más líderes; necesita líderes más bíblicos
Aunque esta práctica es para todos los creyentes, será crucial para la longevidad y buena salud de todo liderazgo. Sería triste que una maestra de niños o un líder de adolescentes no sientan la confianza de pedir ayuda por miedo a ser ridiculizados o aislados por sus fallas. Una cultura sana de rendición de cuentas previene problemas serios, prolonga la salud espiritual de los líderes y fomenta la unidad de toda la iglesia.
3. Prepara con teología
Como pastor tienes que entender que tu teología es importante en el proceso de preparación de líderes. Tenemos que comprender que la iglesia latinoamericana no necesita simplemente más líderes; necesita líderes más bíblicos.
La generación de líderes que prepares será exitosa en proporción a su madurez teológica. Con esto no me refiero a que debes enviarlos a seminarios, aunque ciertamente sería una buena opción si existe la posibilidad. Más bien me refiero a que, como pastor que forma líderes, cultives una disciplina de estudio teológico que te ayude a estar en constante crecimiento para enseñar esto también a otros.
En este sentido, te reto a leer más y mejores libros teológicos, y a que tus enseñanzas estén saturadas de teología práctica que atraiga a tu audiencia con las preciosas verdades bíblicas y que no los aburra. De esta manera, podrás formar líderes con convicciones robustas.
4. Prioriza las familias
No quiero pasar por alto que aquellos que no son líderes piadosos en sus hogares, tampoco lo serán en la iglesia (1 Ti 3:4-5). Cuando estés formando líderes, ayúdales a priorizar el servicio a sus familias sobre el servicio a la iglesia: no tengas a tus líderes cumpliendo tareas todo el tiempo, ni les exijas más de lo que pueden dar. No dejes que el ministerio los separe de sus familias.
Aquellos que no son líderes piadosos en sus hogares, tampoco lo serán en la iglesia
Recuerda que los líderes sanos tienen familias sanas. Si su matrimonio está bien, entonces podrán ser de gran bendición para el resto de la iglesia. Si enseñan bien a sus hijos, podrán enseñar mejor en el ministerio de niños. Si sirven en sus casas, si aman a sus cónyuges, si pasan tiempo a solas con Dios, entonces servirán a la iglesia con un corazón puro y un testimonio sólido.
Aunque existen muchos consejos para la formación de líderes en la iglesia, es mi oración que estos puedan ser útiles en tu ministerio pastoral. Que Dios te dé el gozo de ver líderes bien preparados que puedan ayudar en el ministerio y ser de gran bendición para todo el pueblo de Dios.