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Uno de los milagros más grandes en la historia de la Biblia es el nacimiento virginal de Jesús. La Escritura enseña que Él nació de una mujer virgen llamada María y que fue concebido por el poder del Espíritu Santo (Mt 1:18-20; Lc 1:34-35). Sin embargo, esta enseñanza ha sido cuestionada en diversos momentos de la historia de la iglesia.

Por ejemplo, el gnosticismo de los primeros siglos después de Cristo negó la encarnación de Jesús —y así su nacimiento de María— mientras que el liberalismo del siglo XIX en adelante rechaza también esta enseñanza al negar la existencia de lo sobrenatural o decir que creer en el nacimiento virginal no es necesario para el cristianismo.

No obstante, las consecuencias de negar el nacimiento virginal de Jesús son muy serias. Estas son cuatro razones por las que esta doctrina importa tanto para los creyentes:

1. Si negamos el nacimiento virginal de Jesús, ¿cómo seguir creyendo el resto de lo que dice la Biblia? ¿qué nos impide rechazar los milagros de Jesús, su enseñanza, y los hechos más cruciales de su vida y obra por nosotros?

Como explica la Biblia de Estudio de la Reforma:

“Aquellos que no creen en el nacimiento virginal por lo general no creen que Jesús es el verdadero Hijo de Dios. Así que, el nacimiento virginal constituye una doctrina decisiva que separa a los cristianos ortodoxos de aquellos que no creen en la resurrección y expiación” (p. 1712).

2. El nacimiento virginal es crucial para entender y guardar la verdad de quién es Jesús. Esta doctrina enseña que Él es humano desde su encarnación, pues nació de una mujer, por lo cual puede ser nuestro representante y redentor ante Dios (Ro 5:19; He 4:15). Al mismo tiempo, esta doctrina pone de manifiesto la divinidad de Jesús. Rechazar que Él nació de una virgen abre la puerta para negar su deidad, y así su poder para salvarnos.

3. Esta doctrina ha ayudado a muchos teólogos en la historia de la iglesia a entender la impecabilidad de Jesús, es decir, que él nunca tuvo pecado. Si Jesús nació de dos padres humanos pecadores, es difícil concebir cómo pudo nacer y vivir siempre sin pecado, lo cual era totalmente crucial para nuestra redención (2 Co 5:21).

4. Por último, esta doctrina nos apunta a la verdad de que nuestra salvación es solo por gracia. Dios tomó la iniciativa para darnos salvación únicamente por medio de su Hijo (1 Ti 2:5). De hecho, María reconoció ser solo una instrumento escogido en la obra redentora de Dios (Lc 1:38).

Jesús nació para morir por nosotros, llevando el castigo por nuestros pecados luego de vivir una vida perfecta en nuestro lugar, de manera que ahora podamos ser salvos en Él por medio de la fe sola (Ro 3:24-26; 5:1). Todo por decisión voluntaria de Dios, y totalmente por gracia para nosotros. Esto debe movernos a vivir con humildad y alabando a Dios. Solo a Él pertenece toda la gloria por nuestra salvación.

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