En Coalición por el Evangelio deseamos promover la lectura de la Biblia en el 2024. Nuestra meta es ayudar a los creyentes y las iglesias a leer la Palabra de Dios con fidelidad este año. Una vez más, esta iniciativa involucrará:
- Un plan de lectura bíblica. Seguiremos el plan clásico de Robert Murray M’Cheyne y puedes descargarlo gratuitamente aquí para imprimirlo y colocarlo en tu Biblia. Este plan nos ayudará a leer la Biblia en un año (incluyendo el Nuevo Testamento y los Salmos dos veces). Esto es lo más importante en esta iniciativa. Si eres pastor, líder de grupo pequeño o discipulador, considera imprimir copias para compartir y animar a otras personas a comprometerse contigo al plan de lectura.
- Devocionales diarios escritos por Don Carson para acompañar la lectura de la Biblia. Para acceder a estos devocionales o las lecturas bíblicas, puedes ir directo a esta página todos los días: coalicionporelevangelio.org/leyendo-la-biblia. También puedes suscribirte aquí para recibir los devocionales en tu correo electrónico.
¡Te invitamos a leer la Biblia con nosotros este año!
Este artículo es un fragmento adaptado del libro Por amor a Dios: Devocional para apasionarnos por la Palabra, Volumen I (Andamio, 2013), por Donald Carson.
Robert Murray M’Cheyne nació en Edimburgo el 21 de mayo de 1813. Murió en Dundee el 25 de marzo de 1843, sin haber cumplido aún los treinta años. Había servido como pastor de la Iglesia de San Pedro, en Dundee, desde 1836. Aun siendo tan joven, se le conocía en toda Escocia como «el piadoso M’Cheyne»; las fronteras escocesas no limitaron su notable influencia.
Andrew Bonar, amigo y colega en el ministerio, recopiló algunas de las cartas, mensajes y papeles diversos de M’Cheyne y las publicó en 1844 junto a una breve biografía titulada Las memorias y recuerdos del reverendo Robert Murray M’Cheyne. Esta obra ha sido considerada en todo el mundo como uno de los grandes clásicos espirituales. En los veinticinco años de su primera publicación se hicieron ciento dieciséis ediciones en inglés, sin contar las de Estados Unidos y otros lugares. Los creyentes contemporáneos interesados en llevar una vida cristiana al amparo de un avivamiento genuino no pueden hacer nada mejor que leer esta Colección de escritos y meditar en ellos.
Una de las preocupaciones permanentes de M’Cheyne era alentar a su gente, y a sí mismo, a leer la Biblia. En una ocasión, le escribió a un joven:
«Claro que usted lee su Biblia con regularidad; pero pruébela y entiéndala, y sobre todo siéntala. Lea más de un trozo cada vez. Por ejemplo, si está leyendo Génesis, añada también un Salmo; o si su lectura es el Evangelio de Mateo, lea también un trocito de una Epístola. Convierta la Biblia en oración. De este modo, si está leyendo el Salmo 1, coloque la Biblia abierta sobre una silla delante de usted, arrodíllese y ore: “jOh Señor, dame la bienaventuranza de ese hombre y no permitas que ande en el consejo de los malvados!”. Es la mejor forma de entender el significado de la Biblia y aprender a orar».
No se trataba de una forma de pietismo arcaico y escapista, ya que, al mismo tiempo, M’Cheyne era diligente en el estudio del hebreo y el griego. Siendo estudiante de teología, solía reunirse regularmente con Andrew Bonar, Horatius Bonar y un puñado de fervorosos pastores en formación, para orar, estudiar y hacer ejercicios de hebreo y griego. Se tomaban la Biblia con tanta seriedad en su vida y su predicación que, según se cuenta, cuando el eminente Thomas Chalmers, entonces profesor de Teología, se enteró de cómo se acercaban a la Biblia, dijo: «Me gustan estas literalidades».
Plan para la lectura diaria
Su deseo de fomentar una lectura diaria y seria de la Biblia le llevó a preparar un plan de lectura que guiara a los lectores por todo el Nuevo Testamento y los Salmos dos veces cada año, y una vez por el resto de las Escrituras.
(1) Originalmente, M’Cheyne diseñó dos columnas tituladas «Familia» y dos llamadas «Secreto». Su intención era que, salvo algunas excepciones, la lista de los pasajes que estuviera en las columnas «Familia» fuese leída en los devocionales familiares, y las que figuraran en las columnas «Secreto», para una lectura privada en el devocional personal. La elección de la palabra «secreto» se sacó de Mateo 6:6 y era de uso común en la época de M’Cheyne.
(2) Para quienes utilicen el calendario estrictamente para sus devocionales personales, los títulos tienen poca relevancia. A lo largo de los últimos ciento cincuenta años, numerosos cristianos lo han usado de este modo, como guía y plan de su lectura bíblica personal.
(3) Las dos columnas señaladas como «Familia» y las otras dos como «Personal» reflejan la opinión de M’Cheyne de que los cristianos deberían leer más de una parte de la Biblia a la vez. Esto no solo permitirá que su mente vincule varios pasajes, sino que le conducirá por los distintos pasajes bíblicos que, en un primer análisis, puedan parecer más austeros que otros (p. ej., 1 Crónicas 1-12).
(4) Si lees los cuatro pasajes señalados para cada día, como ya he indicado, en el transcurso de un año habrás leído dos veces todo el Nuevo Testamento y los Salmos, y una vez el resto de la Biblia. Si, por cualquier razón, este ritmo te parece demasiado rápido, centra tu lectura en los pasajes enumerados en las dos primeras columnas durante el primer año, dejando los pasajes que figuran en las otras dos para el segundo. Obviamente, esto divide por la mitad la velocidad de progreso.
(5) Este libro dedica una página a cada día. En la parte superior de la página se encuentra la fecha, seguida por las citas de las cuatro lecturas. Las dos primeras corresponden a las columnas «Familia». Las dos últimas pertenecen a las columnas «Personal». El «Comentario» que ocupa el resto de la página se basa, en algunas ocasiones, en temas que vinculen los cuatro pasajes entre sí, aunque, por lo general, suele tratar una cuestión o un texto que se halla en los pasajes de «Familia». En el segundo volumen, el «Comentario» se basa en el segundo par de pasajes denominados como «Personal».
En este primer volumen no he restringido el comentario a los pasajes de la primera columna ya que, en total acuerdo con M’Cheyne, entiendo que limitarse a una sola parte de las Escrituras (en este caso, en los libros históricos del Antiguo Testamento) no sería de tanta utilidad como una más amplia exposición del texto bíblico. Por tanto, he comentado un pasaje de la Biblia de una de las dos primeras columnas. En la primera referencia que hago al pasaje que explico, señalo la cita en negrita.
(6) Estas páginas no pretenden ser, en modo alguno, un comentario en el sentido literal de este término. Mi objetivo es mucho más modesto: proporcionar una explicación y reflexiones edificantes sobre los textos señalados y, de este modo, exhortar a seguir meditando en los pasajes bíblicos que se están leyendo. Si, entre los comentarios, algunos te resultan un tanto inusuales, eso se debe a mi intento por ayudar al lector a mantener en mente el amplio panorama de la trama argumental de la Biblia y, de este modo, constatar su relevancia en nuestra manera de pensar y de vivir. En otras palabras, aunque pretendo que los comentarios sean edificantes, la enseñanza no siempre es privada o individual. Mi objetivo es mostrar, aunque solo sea en una forma preliminar, que la lectura de toda la Biblia puede estimular a los cristianos reflexivos a pensar de forma teológica y global, y también con reverencia y humildad. El segundo tomo incluye un índice exhaustivo de nombres, temas y Escrituras para ambos volúmenes.
Finalmente, me atrevo a hacer unas cuantas sugerencias prácticas. Si debes elegir entre este libro o leer la Biblia, decídete por lo segundo. Si te quedas rezagado, no lo utilices como excusa para abandonar el intento hasta el próximo 1 de enero. Recupera el tiempo (mediante una tarde de lectura diligente, quizás un domingo), o salta el atraso y pasa directamente al día en el que deberías encontrarte.
Si tu agenda lo permite, establece un momento y un lugar definido para tu lectura bíblica. M’Cheyne mismo escribió: «Que nuestra lectura secreta se adelante [es decir, preceda] al amanecer. Que la voz de Dios sea lo primero que oiga por la mañana».
Es intrascendente que ese sea el mejor momento del día para ti; una costumbre regular es mucho más importante. Cuando leas, recuerda que el mismísimo Dios declaró: «“Todo esto lo hizo Mi mano, y así todas estas cosas llegaron a ser”, declara el SEÑOR. “Pero a este miraré: Al que es humilde y contrito de espíritu, y que tiembla ante Mi palabra”» (Is.66:2).
Aprende a destilar lo que el pasaje expresa y utilizarlo para orar al Señor: ya sea como petición, agradecimiento, alabanza o franca incertidumbre. Con el tiempo, tu lectura de la Biblia estará tan vinculada a tus oraciones que con frecuencia será difícil diferenciarlas.