¡Únete a nosotros en la misión de servir a la Iglesia hispana! Haz una donación hoy.

×

Hace poco estuve dando una charla en una parte del país conocida por su antagonismo al evangelio. La plantación de iglesias en esa zona es un trabajo muy difícil. El pequeño número de iglesias confesionalmente fuertes está avanzando, pero de forma muy lenta. Admiro a estos pastores, evangelistas y plantadores de iglesias más de lo que puedo expresar; es un placer y un privilegio pasar tiempo con ellos.

Mientras comía con varios de ellos, un pastor dijo: «Sé muy bien que puedo servir todos mis años trabajando en medio de una oposición extenuante que puede empeorar antes de mejorar. Pero supongamos que surge un auténtico avivamiento, ya sea en una iglesia o en una región más amplia. ¿Cuáles deben ser mis prioridades?».

Una gran pregunta, entre otras cosas porque este hermano no estaba inundado de pesimismo. Al trabajar fielmente en el día de las cosas pequeñas, mantuvo la confianza de que el brazo del Señor no se ha acortado como para que no pueda salvar. En ese momento, el pastor en cuestión tiene una idea bastante buena de cómo es el ministerio piadoso cuando la oposición es bastante intensa, pero se preguntaba cómo deberían cambiar sus prioridades si el Señor, en Su misericordia, lo visitaba con bendiciones de reforma y avivamiento.

En efecto, he estado al borde de tales visitaciones un par de veces. En 1970-1971, cuando el llamado avivamiento canadiense se extendió por algunas partes del oeste de Canadá, provocado por el ministerio dirigido por los gemelos Sutera, yo estaba sirviendo como pastor de una iglesia en la Columbia Británica. Luego, estando en el Canadá francés, fui testigo de la multiplicación sin precedentes (para Québec) de unas treinta y cinco iglesias de habla francesa a casi quinientas en ocho años (1972-1980). Más importante aún, he tratado de leer algunas de las historias de los avivamientos en varios rincones del mundo, en parte para pensar en lo que es y no es genuinamente de Dios. Como resultado de mi propia experiencia y de mis lecturas, filtradas por lo que entiendo que dicen las Escrituras, esta es mi lista de lo que hay que hacer y lo que no hay que hacer cuando llega un avivamiento. Sin orden de importancia, sería algo así:

1. Vuelva a leer algo de literatura seria sobre lo que es real y lo que es probablemente fraudulento en los avivamientos. No se puede hacer nada mejor que empezar con A Faithful Narrative of the Surprising Work of God [Una narración fiel de la sorprendente obra de Dios], y A Treatise Concerning the Religious Affections [Un tratado sobre los afectos religiosos], ambos, por supuesto, de Jonathan Edwards. Edwards está notablemente abierto a diversas manifestaciones, pero la verdadera prueba nunca es la manifestación, sino una rectitud centrada en Dios, una integridad impulsada por el evangelio. Alrededor de un siglo después de Edwards, algunos «avivamientos» en Kentucky y otros lugares produjeron un número desproporcionado de nacimientos ilegítimos nueve meses después. Uno se puede imaginar el porqué: la intensidad emocional a menudo se combina con la intimidad humana que, si no es de Dios, es más probable que produzca más bebés que justicia. El conocimiento de los abusos fácilmente engendra un cinismo ligeramente soberbio, mientras que la infatuación con el avivamiento fácilmente engendra ingenuidad. No seas cínico; no seas crédulo; ten discernimiento.

2. Examina tu propio corazón; aviva las llamas de la devoción personal a Cristo. Usa con abundancia los medios ordinarios de la gracia: es decir, en lugar de confiar en la intensidad del avivamiento, recurre una y otra vez a la lectura de la Biblia, a la oración, al autoexamen y a la confesión, a la muerte del interés propio, a un enfoque gozoso en la cruz, a la evangelización fiel, al servicio y a la fervorosa anticipación de las glorias por venir. Si, en cambio, confías tu sustento en el movimiento arrollador del avivamiento, ignorando los medios ordinarios de la gracia, es probable que te consumas en una búsqueda frenética de lo que resulta gratificante al instante, pero no muy nutritivo.

3. Cuando llega el avivamiento, un gran número de personas muestra una energía sin límite para las cosas de Dios. En tu papel como ministro del evangelio, dirige esa energía desbordante hacia el estudio bíblico y la oración, hacia una adoración corporativa llena de la Palabra, no hacia experiencias de avivamiento, sino hacia Jesús mismo. Los tiempos de avivamiento son un llamado de atención para aumentar el compromiso con la predicación expositiva ungida, no una excusa para las charlas informales repletas de clichés piadosos. Una de las grandes cosas que ocurrieron en relación con el movimiento de Québec fue el establecimiento con visión de futuro del SEMBEQ (Séminaire Baptiste Évangélique du Québec), que se convirtió en un conducto para la formación teológica y pastoral de esa generación y de las siguientes. Es fácil pensar en auténticos movimientos de Dios que se diluyeron en la insensatez y la nostalgia tibia, porque la energía liberada en el movimiento nunca se dirigió hacia la formación.

4. Mantente alejado de la prensa. Naturalmente, eso no es posible, ni siquiera estrictamente aconsejable, pero hay que trabajar para conseguirlo. Más precisamente, si en la misericordia de Dios te encuentras sirviendo en un tiempo de gran bendición, no lo anuncies, no lo «infles», no lo promuevas. Por supuesto, trabaja para ampliar el ministerio, pero mediante el servicio, la enseñanza y la predicación, no mediante artimañas. Al final, por supuesto, la prensa te encontrará. Entonces debes responder a las preguntas con abnegación, con mucho énfasis en la inigualable gracia de Dios, con un firme rechazo a promover «estrellas» y «celebridades». Haz todo lo posible para evitar a los «expertos» que llegan en masa, tratando de analizar el avivamiento y «atrapar» el avivamiento para llevarlo a otro lugar. Una de las grandes ventajas que disfrutaron quienes trabajaron en Québec entre 1972 y 1980 fue la barrera del idioma: la mayoría de las voces de la prensa estadounidense no sabían suficiente francés para enterarse de lo que estaba pasando. Hoy en día, por supuesto, las formas más rápidas de distribución de información (y también de ataques despiadados) no están ligadas a los órganos tradicionalmente etiquetados como «la prensa», sino a las redes sociales, y son mucho más difíciles de evitar. Pero entre los líderes donde tienes influencia, fomenta la moderación, el rechazo a quedar atrapado en cada blog indignado, una perseverancia silenciosa en el ministerio fiel mientras te mantienes muy desconfiado de los cantos de sirena del renombre, especialmente el tuyo.

5. Evita la manipulación. Durante el avivamiento canadiense, recuerdo el testimonio espontáneo de un hombre que había estado ocupándose de sus propios asuntos, un feliz secularista que era ajeno al movimiento naciente, cuando de repente se sintió obligado a entrar en el edificio de la iglesia de Saskatchewan donde comenzó el avivamiento, y allí fue quebrantado por la obra de convicción del Espíritu, escuchó el evangelio y fue dramáticamente salvado y transformado. Su testimonio fue cautivador, convincente y poderoso, una herramienta que Dios utilizó para llevar a otros al arrepentimiento y la fe. Lamentablemente, un pastor (que no era de esa iglesia) se puso en contacto con el hombre y lo convenció de que se embarcara en una gira de conferencias en la que «compartiría su testimonio» en los principales lugares de Canadá. Yo lo escuché en Vancouver. Las palabras eran las mismas, la historia era la misma, pero todo se había vuelto algo enlatado. Lo que fue un testimonio espontáneo y ungido por el Espíritu se convirtió en un poco de manipulación, en un esfuerzo por difundir el avivamiento en otras partes. Líderes cristianos que debían ser conscientes de ello se apoyaban en testimonios conmovedores que ya no eran derramamientos espontáneos e irreprimibles de la gracia de Dios, sino que sustituían la predicación de Cristo y de la cruz. Sería fácil dar muchos ejemplos en los que se traspasó la línea entre el celo y la manipulación.

6. Nunca imagines, ni por un momento, que este movimiento del Espíritu de Dios depende de ti. ¿Por qué durante el siglo XX, Corea del Sur fue testigo de un crecimiento espectacular en conversiones y madurez teológica, mientras que Japón luchó con cifras mínimas? ¿Debemos concluir que los líderes de Corea del Sur eran mucho más capaces o dotados que los de Japón? ¿Por qué un Josías preside el avivamiento nacional, mientras que un Jeremías dedica su vida a las lágrimas, el desánimo y el juicio? Si Dios te da el privilegio de participar en un tiempo de gran renovación, agradécele la oportunidad, entrégate a ser un fiel vehículo de las bendiciones de Dios, pero no presumas de que Dios es muy afortunado por tenerte. Cultiva la humildad.

  • Ten cuidado con los peligros que conlleva la popularidad de un movimiento. Muchos expertos han observado que hoy en día, en muchas partes de Norteamérica, el número de cristianos nominales está disminuyendo con bastante rapidez. Esta tendencia se ve alimentada por el hecho de que hay fuerzas sociales y culturales crecientes que marginan y se oponen a los cristianos y al cristianismo. Donde abunda la oposición, el número de cristianos nominales disminuye. El resultado es que cada vez es más fácil discernir quién es un cristiano genuino. Por el contrario, un movimiento se enfrenta a una nueva serie de peligros cuando se hace popular. No pocas veces, cuando surge un movimiento reformador y revitalizador, al principio hay oposición, pero una vez que se hace popular, mucha gente quiere apuntarse en él. Eso significa que los líderes necesitan pedirle a Dios discernimiento. 

7. Abstente de ofrecer explicaciones puramente naturalistas. Durante un movimiento de avivamiento genuino, y ciertamente en sus secuelas, mucha gente se preguntará cuáles fueron las circunstancias que lo precipitaron. Por lo general, es bastante fácil hacer una lista: un círculo de hermanos y hermanas que oran, una época de declive espiritual que hizo que algunas personas estuvieran realmente deseosas de renovarse, un malestar y una agitación cultural (en Québec, fue «la Revolución silenciosa»), y otras cosas similares. Generalmente, es completamente razonable observar estos fenómenos y ver la mano providencial de Dios en ellos. Sin embargo, hay una manera poco saludable de informar sobre estos fenómenos, una manera que da la impresión de que estas cosas eran suficientes por sí mismas para provocar un avivamiento; una manera que implica que si se pudieran duplicar estos fenómenos en otros lugares, también se podría traer un avivamiento allí. No obstante, un poco de reflexión sugiere que todos esos fenómenos culturales que lo acompañan podrían producirse sin que haya un avivamiento, que nadie predijo el inicio del avivamiento sobre la base de tales fenómenos. Dios no será domesticado. Los análisis detallados no pueden servir más que para nuestra propia autopromoción. Los análisis tienden a dar la impresión de que controlamos el movimiento, aunque por supuesto nunca seríamos tan descarados como para decirlo. Sin duda hay que reflexionar sobre las complejísimas interconexiones de la historia y la cultura, sin duda hay que discernir la mano providencial de Dios en ellas, pero hay que dejar mucho espacio para confesar simplemente: «Esto es obra del Señor, y es maravilloso a nuestros ojos».


Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Equipo Coalición.
Recibe cada día los artículos, podcasts, y vídeos más recientes.
CARGAR MÁS
Cargando