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Cuando nuestras hijas eran pequeñas, estaba leyéndoles una historia bíblica cuando una llamada telefónica “importante” de alguien de la iglesia entró. En realidad, la llamada pudo haber esperado hasta el día siguiente. Así que, ¿qué era más importante, contestar esa llamada o terminar la historia y orar con mis hijas? Me di cuenta de mi error. A partir de ese día, decidí que no pondría el tiempo de la historia bíblica y la oración con mis hijas a un lado por ninguna cosa que no fuera una emergencia real.

Algunas veces la idea de “tiempo de calidad” es una forma de justificar el no pasar suficiente tiempo con los hijos. Padre (y mucho de esto aplica también para las madres), si ya estás pasando mucho tiempo con tus hijos, definitivamente enfócate en la calidad. Pero si no estas pasando suficiente tiempo con tus hijos, o estás siendo constantemente alejado por las distracciones, no trates de compensarlo al hacer que tu escaso tiempo sea de “calidad”. No sería natural llegar a casa solamente con el tiempo suficiente para dejar tus “sabios consejos” y luego volverte a ir.

Si no estas pasando suficiente tiempo con tus hijos, no trates de compensarlo al hacer que tu escaso tiempo sea de calidad.

No solo necesitamos más tiempo cara a cara con nuestra esposa e hijos; necesitamos tiempo hombro a hombro cuando estamos enfocados en cosas como el trabajo, juego, o el ministerio. Ir a visitar a los enfermos y necesitados es de gran impacto para los niños y cultiva una mentalidad ministerial. Ver la pobreza y la enfermedad amplía su mundo y engrandece sus corazones. También promueve un espíritu de gratitud personal por lo que tienen, en lugar del predominante espíritu de arrogancia que envenena nuestra cultura.

Una de las cosas que hicimos con nuestras hijas cuando tenían nueve y siete años que más las impactó espiritualmente, fue llevarlas en un viaje de dos meses a visitar misioneros en seis países. Veintitrés años después, aún hablamos de ese viaje. 

¿Cuáles fueron los resultados a largo plazo de este viaje misionero? La calidad y cantidad de tiempo que pasamos juntos nos llevaron a conversar acerca de las necesidades en el mundo y hacia dónde mandar el dinero que Dios nos había confiado, una parte hacia los mismo lugares que visitamos. Hasta el día de hoy, ese tiempo de calidad sigue dando fruto, mientras periódicamente les pido ayuda a mis hijas y a sus familias para decidir a dónde distribuir las regalías de mis libros. Cuando nuestros nietos crezcan, planeamos involucrarlos en la distribución de las regalías. No estoy seguro de que eso hubiera sucedido si no hubiésemos tomado la atrevida decisión de desarraigarnos e ir al extranjero con nuestras hijas por esos dos meses que cambiaron nuestras vidas.

Una aclaración: algunos padres quizá se sientan culpables porque trabajan muy duro para mantener a sus familias y no pueden estar en casa con sus hijos tanto como les gustaría. Trabajar duro y ganar dinero para cuidar de tu familia es algo grandioso y bíblico. Yo lo hice, y me hace feliz escuchar acerca de padres que también lo hacen. Y también pasé mucho tiempo con mis hijas.

Ahora bien, cuando hablo acerca de la necesidad de que los padres pasen una mayor cantidad de tiempo con sus hijos, me dirijo a padres que no pasan tiempo suficiente con sus hijos (y muchos no lo hacen) porque siempre están trabajando, o jugando golf, o viendo televisión, o viendo sus teléfonos, o lo que sea (y por supuesto que el punto no es que el trabajo, el golf, la televisión, o los teléfonos en sí mismos sean malos).

Padres, mientras están cumpliendo el mandato de proveer para sus hijos, deberían asegurarse que no están muy alejados del hogar (o muy pasivamente distantes de ellos mientras están en casa) tanto que niegan un llamado aún mayor que el trabajo; estar ahí para invertir en las vidas de sus hijos. (Claro, no hay una fórmula o resultado garantizados, y padres piadosos pueden tener hijos rebeldes).

Padres, hay un mandato bíblico de criar a tus hijos e invertir tiempo en ellos para hacerlo.

La crianza y la vocación requieren de un difícil balance en el que debemos pedir a Dios por sabiduría y fuerza, pero al que, aún así, somos llamados: “Y ustedes, padres, no provoquen a ira a sus hijos, sino críenlos en la disciplina e instrucción del Señor” (Ef. 6:4). Debemos pasar con ellos una considerable cantidad de tiempo para “criarlos”. Esto ayuda a los hijos no resentirse contra nosotros, como lo harían si solo estuviéramos con ellos para corregirlos

Así que, padre, hay un mandato bíblico de criar a tus hijos e invertir tiempo en ellos para hacerlo. Y, hay un mandato bíblico de trabajar duro para proveer para tu familia. Solo asegúrate que tus compromisos de trabajo no eclipsen tu necesidad de estar allí para tus hijos. Y recuerda que ganar suficiente dinero para proveer para las necesidades de tus hijos no es lo mismo que proveer para todos sus deseos. No hay un sustituto para el tiempo que pasas con tus hijos, y no hay un sustituto para tu completa atención.

Más que nada, lo que ellos necesitan es al Señor y ser acercados a su Padre Celestial. Pero, les ayudará de manera inmensa tener a un padre terrenal amoroso, santo, y que tiene la mente puesta en el cielo, y que también está lleno de gracia y verdad.


PUBLICADO ORIGINALMENTE EN ETERNAL PERSPECTIVE MINISTRIES. TRADUCIDO POR IVAN DÍAZ.
IMAGEN: LIGHTSTOCK.
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