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Nota del editor: 

El 22 de enero se ha establecido en Estados Unidos como el Día por la Santidad de la Vida. Anualmente se celebra en el domingo anterior a la fecha.

Padre, venir delante de Ti es una evidencia de que nos has dado vida. El poder acercarnos al trono celestial es por gracia inmerecida y comprada por Cristo. El tener ojos espirituales para ver y unirnos a este clamor de llamar malo a lo malo, es por obra sobrenatural del cambio de nuestro corazón por la regeneración del Espíritu.

En base a la vida que tenemos en Cristo es que venimos a pedirte que muestres tu misericordia y tu poder para ayudarnos a ver la seriedad del pecado del asesinato de todo bebé en el vientre de su madre. No somos autores de la vida, y por eso no podemos quitarla a una criatura con derechos y creada a tu imagen y semejanza. 

Padre, sabemos que no te agradas con los más de un millón de niños asesinados cada año con la aprobación de sus madres y padres, médicos, políticos y otras personas. Tú miras esto con gran desaprobación, desagrado e indignación, porque “don del Señor son los hijos, y recompensa es el fruto del vientre” (Sal 127:3).

Por eso queremos lamentarnos y negar toda enseñanza de aprobación a supuestos derechos que no son aprobados por el Dios Santo y son contrarios a la voluntad de Cristo, “porque en Él fueron creadas todas las cosas, tanto en los cielos como en la tierra, visibles e invisibles; ya sean tronos o dominios o poderes o autoridades; todo ha sido creado por medio de Él y para Él” (Col 1:16).  

Tú, Cristo, has creado en el momento de concepción a ese bebé en el vientre de su mamá con el mismo valor, dignidad y propósito que su madre o cualquier otro ser humano. Por eso lamentamos que la vida de cualquier bebé sea arrebatada, y rogamos que por gracia abras los ojos de aquellos que viendo esto lo aprueban, autorizan y aplauden. 

Oramos, Cristo, que abras los ojos y des corazones nuevos para que las personas entiendan que “todas las cosas fueron hechas por medio de Él, y sin Él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. En Él estaba la vida, y la vida era la Luz de los hombres” (Jn 1:3). Que Tú, Cristo, alumbres con tu glorioso evangelio para arrepentimiento de pecados y salvación. 

Pero también, Padre, rogamos para que extiendas perdón, sanidad, y quites toda vergüenza, temor y tristeza de todas aquellas mujeres que han abortado. Que tu perdón las llene de paz, gozo, renovación y confianza en que en Cristo ya no hay condenación, y en que son nuevas criaturas por Su obra en la cruz. 

Oramos por que levantes hombres que tomen responsabilidad en su llamado de ser hombres que lideren, protegen y provean. Que quites todo machismo, pasividad y necedad para que se levanten hombres que sigan al Dios hecho hombre.

Oramos por que levantes a tu iglesia, no solo para proclamar la verdad de tu Palabra, sino para —por el poder del Espíritu Santo— vivir tus enseñanzas de cuidar al indefenso, al huérfano y a las mujeres que por alguna u otra razón se sienten solas; que estas personas vulnerables puedan ver a tu iglesia como una ciudad de refugio y de amor. 

Confiamos en que Tú gobiernas y pedirás cuenta por cada una de nuestras decisiones. Por lo tanto, guíanos a ser sabios y fieles aún cuando a nuestro alrededor veamos lo contrario.  

En el nombre de Jesús, amén. 

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