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Nota del editor: 

Este devocional está tomado del ebook Noticias de gran gozo: 25 reflexiones para celebrar el Adviento.

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«De repente apareció con el ángel una multitud de los ejércitos celestiales, alabando a Dios y diciendo: “Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz entre los hombres en quienes Él se complace”» (Lucas 2:13-14).

En la antigüedad y hasta décadas recientes, la llegada de un rey o una reina que visita otro país o llega a su palacio era considerado un evento significativo. Era una ceremonia muy importante con cánticos, decoraciones de gala y multitudes esperando con expectativa desde lejos para ver al rey o la reina. Sin embargo, por más importante que sea toda entrada real en esta tierra, ninguna de ellas se compara al anuncio de aquella noche cuando nació el Rey del universo.

Las palabras citadas arriba son el cántico de una multitud de los ejércitos celestiales alabando a Dios por el nacimiento del Rey. Es el cántico que tanto el cielo como la tierra esperaban con tanto anhelo porque por fin llegó el Rey Mesías prometido. En la Biblia encontramos la obra escrita por Dios que poco a poco fue revelándose en sus páginas hasta que en ese momento, por fin, se abrieron las cortinas que guardaban el gran misterio: Cristo el Rey tomó forma de hombre, siendo completamente Dios, para traernos salvación.

¿Qué cantan estas multitudes de los ejércitos celestiales? Un cántico que da gloria a Dios porque Él ha traído paz a los seres humanos. ¿A quiénes exactamente se les ha dado esta paz? En quienes Él se complace. Esto quiere decir que la paz que Dios nos da es una obra de gracia, porque Él mismo nos da la paz dándonos a su Hijo.

Esta paz es la que disfrutamos con Dios, ya que hemos sido perdonados en Cristo al arrepentirnos de nuestros pecados. Su complacencia en nosotros hace que no nos quedemos como enemigos o simples curiosos que observan al Rey desde la distancia, sino que ahora nos unimos al cántico de la llegada del Rey, siendo nosotros sus hijos e hijas. Por lo tanto, oremos para que Dios nos permita entender y cantar también que el Rey vino por nosotros porque Él Padre le plació darnos salvación en Cristo. ¡Gloriosa gracia del Rey! 

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