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¿Haz pensando en tus objetivos de lectura para este año? No lo pregunto para aumentar tu sentimiento de culpabilidad con una cosa más que debes hacer. Lo pregunto porque vas a leer muchas cosas el próximo año, ya sea que lo planees o no. Y si no eliges lo que leerás, otros lo elegirán por ti.

Si no eliges lo que leerás, otros elegirán por ti.

La cantidad de información que te inundará este año a través de un número inmanejable de canales de comunicación solo va a aumentar. Si no piensas estratégicamente sobre lo que vas a leer y lo que no leerás, una gran porción de tu vida se esfumará el próximo año leyendo cosas exigentes, de tono urgente, y otras triviales, o periféricas, y apenas notarás cuánto tiempo consumen. Simplemente llegarás al próximo diciembre y te preguntarás a dónde se fue todo ese tiempo y por qué te las arreglaste para leer tan poco de lo que deseabas haber leído.

Principios de qué NO leer el nuevo año

Si no queremos así suceda, debemos hacer algún tipo de plan. Pero, a veces decir cosas de forma negativa proporciona un tipo diferente de claridad que decir cosas de manera positiva. Por lo tanto, he compilado una lista de principios de qué no leer este 2018, con la esperanza de que pueda ser útil.

No dejes de leer libros

La mayor parte de lo que exigirá tu atención de lectura el próximo año serán artículos, blogs, publicaciones, tuits, audios, y anuncios. La gran mayoría de estos serán efímeros y una pérdida de tu precioso tiempo. Algunos serán muy útiles, pero la redacción de formato corto nunca puede reemplazar la escritura larga en forma de libros. Los buenos libros desarrollan y exponen grandes ideas y líneas de razonamiento de maneras enriquecedoras e informativas que expanden la comprensión, cosas que la forma abreviada simplemente no puede hacer. Descuidar la lectura de libros es permitir que la atención, el pensamiento profundo, y la capacidad de reflexión se atrofien.

No olvides leer El Libro

Dios escribió un libro. En él están las palabras de la vida eterna (Jn. 6:68). Al final del día, esta es la única lectura obligatoria a la que debes prestar atención. Esta “no es palabra inútil”; es “ciertamente [tu] vida” (Dt. 32:47). Sigue mirando este libro. Si miras detenidamente, verás más gloria, y se te infundirá más esperanza, y finalmente sentirás más alegría que con cualquier otra cosa que leas en el año.

No leas como los genios

Theodore Roosevelt, mientras era presidente de los Estados Unidos, leía un libro todos los días antes del desayuno, y a menudo un par más durante el día. Charles Spurgeon con frecuencia leía 6 libros por semana, mientras pastoreaba una mega iglesia, supervisaba docenas de organizaciones, escribía 500 cartas, y predicaba hasta diez veces durante la misma semana. Y estos hombres vivían sin la mayoría de las ayudas tecnológicas que consideramos esenciales para la productividad.

Míralos con admiración y asombro, pero no los conviertas en tus modelos de lectura. Ellos eran para la lectura lo que Usain Bolt es para las carreras: genéticamente extraordinarios. A menos que tú también estés en el 1% superior de la humanidad, no podrás hacer lo que ellos hicieron sin dejar que otros aspectos de tu vida caigan en un descuido criminal. Conócete a ti mismo y establece metas de lectura razonables.

No leas demasiado rápido

¿Recuerdas cómo tu madre te decía que “comieras más despacio y masticaras tu comida”? Masticar bien es importante para una buena digestión. El mismo principio se aplica a la lectura. La sobrecarga de información nos está condicionando a todos a comer palabras demasiado rápido. Disminuye la velocidad y mastica tu comida.

No leas demasiado

Si comer demasiado rápido es un problema, también lo es comer demasiado. Ahora, estadísticamente hablando, leer demasiados libros no es un problema para la mayoría de nosotros. Pero, con todos los artículos, blogs, publicaciones en redes sociales, correos electrónicos, y textos compitiendo por nuestra atención de lectura, leer demasiado es un problema para la mayoría de nosotros. Si comemos demasiada comida chatarra, no tendremos apetito de comida nutritiva. Y comer demasiado en general reduce nuestra capacidad de disfrutar lo que comemos. Leer no es un concurso de cantidad. Es un asunto de nutrición del alma.

A veces, no leas nada

Todos debemos abandonar el mundo de las palabras escritas y caminar por la biblioteca viviente del mundo que nos rodea. Debemos mirar y meditar, escuchar y asombrarnos. Debemos oler y, como dijo Chesterton, maravillarnos con el Dios que pensó en las narices. Sentir el mundo lleno de texturas y dejar que el sol, el viento, y la lluvia nos laven la cara. Y comprométete en persona con personas reales y ámalas. Cada persona es una historia viva, rica, y compleja que Dios nos ha dado para estudiar y conocer.

No leas para impresionar a los demás

No elijas libros ni establezcas objetivos de lectura para obtener la aprobación de otra persona, ni te luzcas y hagas flexiones como si estuvieras en una competencia de fisiculturismo, ni siquiera para estar dentro de un rango que parezca respetable. Leer para que los demás te vean bien te llevará en un rumbo equivocado y absorberá la alegría de la lectura. Este tipo de lectura no es de fe y, por lo tanto, desagrada a Dios (He. 11:6). ¡Lee para obtener sabiduría y entendimiento (Pr. 16:16) y por amor a la alegría (Sal. 119:111)! Lee para hacer que tu corazón arda con amor y anhelo por Dios.

No leas solo las cosas que te interesan

Por otro lado, presta atención a lo que otros leen, no para impresionarlos, sino porque te preocupas por ellos. ¿En qué está interesado tu cónyuge? ¿Tu niño? ¿Tu amigo? ¿Tu pastor? ¿Tu compañero de trabajo? Lee algo al respecto. Hay un mundo de cosas gloriosas fuera del pequeño círculo de tu familiaridad. ¡Explora! Lee un libro o un artículo reflexivo que te ayudará a ver más de lo que crees ahora. Una mente humilde sabe cuán pequeña y limitada es.

No leas libros aburridos, a menos que debas hacerlo

Si bien es bueno tratar de ampliar tus intereses, si avanzas un tercio o la mitad de un libro y no te atrapa temáticamente o porque está mal escrito, déjalo y sigue adelante. Aprendemos poco cuando leer es monótono.

Sin embargo, no evites leer libros difíciles

“Aburrido” no es lo mismo que “difícil”. Algunos libros son minas de oro que requieren el arduo trabajo de cavar. Aprendemos poco cuando leer es monótono, pero podemos aprender mucho cuando se requiere excavar para descubrir oro. Si fuentes fidedignas te dicen que una mina tiene oro, esfuérzate.

No leas cosas que te hagan sentir sin esperanza

Lee principalmente para fortalecer tu fe, aumentar tu esperanza, e incrementar tu amor por Dios.

Si la forma en que estás hecho o tus experiencias pasadas te llevan a una espiral espiritual cuando lees ciertos tipos de ficción o no ficción innecesariamente escéptica, cínica, o que agota la esperanza, no los leas. Los creyentes dotados como Francis Schaeffer, Ravi Zacharias, R. C. Sproul, C. S. Lewis, G. K. Chesterton, Nancy Pearcey, William Lane Craig, y otros creyentes dotados han sido para mí una guía sobre cómo procesar el escepticismo. Quizá puedas forzarte a ti mismo, pero debes conocerte a ti mismo. Lee principalmente para fortalecer tu fe, aumentar tu esperanza, e incrementar tu amor por Dios.

Crece en tus habilidades de no lectura

Lo que leas te dará forma. Dará forma no solo a lo que piensas, sino a cómo piensas. Tu vida es corta. Solo puedes leer una cantidad relativamente pequeña de cosas en el tiempo que tienes. Por lo tanto debes dejar de leer muchas cosas, pues no tienes la capacidad de leer todo. Por lo tanto, propónte este año aumentar tu habilidad de cómo no leer.


Publicado originalmente en Desiring God. Traducido por Michelle Lago.
Imagen: Lightstock.
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