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Los hechos: Inestabilidad en México por el gasolinazo

Un llamado a confiar

Esta semana, el pueblo mexicano amaneció encontrándose con un incremento de un 15 a un 20% en el precio de la gasolina (aunque se han reportado algunas gasolineras que tuvieron un alza de hasta el 40%), debido a que este 2 de enero el gobierno federal decidió quitar la mayor parte de un subsidio que regulaba su precio. Inevitablemente, el alza en el precio de la gasolina significa un aumento general al precio de los productos y servicios.

La inconformidad por estas medidas llevó a muchos a salir a las calles en protesta. En algunos estados, las carreteras y gasolineras fueron bloqueadas. Se han reportado protestas en 9 estados de la República Mexicana, entre ellos incluidos Hidalgo, Jalisco, Michoacán, Chihuahua, y el Estado de México.

Aunque muchas manifestaciones se llevaron a cabo de manera pacífica, en ciertos puntos del país hubo saqueos violentos a establecimientos comerciales. Cientos de cuentas falsas en redes sociales se utilizaron para incitar estas revueltas y provocar pánico a la población. Al día de hoy se reportan seis muertos y 1500 heridos por violencia relacionada a este llamado “gasolinazo”.

El presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, se dirigió a la nación este día miércoles intentando aclarar la necesidad del incremento en el precio de la gasolina, pero sin lograr el resultado deseado. Las protestas y desacuerdos han continuado a lo largo de la nación. Muchos, estando escépticos ante el posible oportunismo político, han argumentado negativamente en contra del gobierno.

Hugo Cruz

El aumento del precio de la gasolina afecta a la economía de las familias mexicanas elevando significativamente el costo de la canasta básica, y la respuesta del gobierno no ha colaborado con el sentido de seguridad a la nación. Esto trae una ansiedad y enojo sobre la estabilidad económica de los mexicanos. Los ánimos mexicanos están caldeados. Pero la iglesia puede proveer una respuesta mejor.

Confiando en el Dios soberano

En medio de esta situación económica, es fácil que nos perdamos en medio de dudas sobre cómo lograremos mantenernos. Aunque los cristianos lo sabemos, se nos hace fácil el perder de vista que nuestro Dios sigue siendo el Rey soberano por encima de nuestros gobernantes. Nuestro Señor Jesús nos recuerda en el Sermón del Monte que nuestro Padre celestial tiene el cuidado de nuestras vidas. ¡De cada detalle! Él es quien se encarga de cuidar de su creación, cuanto más no se encargará de cuidar aquellos a quienes fueron comprados por medio de la sangre de Su Hijo (Mt 6:25-32). La gasolina tambaleante o la inseguridad ciudadana no son obstáculos para Dios cumplir sus promesas.

En última instancia nuestra seguridad y esperanza de cambio no está en los gobernantes, o en las protestas, o en cualquier otro medio al cual tengamos acceso. Nuestra esperanza es el Dios que está por encima de todo como Rey, nuestro Padre compasivo, quien está atento a nuestras necesidades. Así que no olvides de orar a tu Padre, quien vela por ti.

Honrando a las autoridades puestas por Dios

Una implicación de la soberanía de Dios que muchas ocasiones ignoramos es que puesto que Él es quien quita y pone a las autoridades, someternos a ellas –aun si son corruptas– es un acto de honra y gloria a Dios. El apóstol Pablo lo puso de esta manera:

“Sométase toda persona a las autoridades que gobiernan. Porque no hay autoridad sino de Dios, y las que existen, por Dios son constituidas. Por tanto, el que resiste a la autoridad, a lo ordenado por Dios se ha opuesto; y los que se han opuesto, recibirán condenación sobre sí mismos”, Romanos 13:1-2

Como creyentes, esto debe informar nuestra interacción con todas nuestras autoridades. Cada acto de obediencia y sumisión es primero un acto de obediencia y sumisión a Dios. De la misma manera, un acto de desobediencia o menosprecio a las leyes gubernamentales es un acto de desobediencia delante de Dios. Como ciudadanos del reino de los cielos, no debemos olvidar que tenemos un Rey sobre nosotros.

Honrar al gobierno no significa no actuar

El mandato de Pablo no significa que callemos ante la injusticia. Las situaciones como las que presenta el pueblo mexicano en estos días merecen ser traídas a la luz. Pero debe hacerse de una forma que glorifique a Dios y honre a nuestras autoridades. Gracias a Dios, en México tenemos un gobierno democrático con diputados a los cuales podemos escribir y apelar que defiendan nuestras causas. En tu localidad hay maneras de hacer escuchar tu voz. Aun las redes sociales pueden usarse como sal y luz, no contribuyendo a las quejas y mala actitud. También podemos convocar tiempos de oración en nuestras casas y congregaciones específicamente por la paz de la nación.

De manera primordial, como siervos del Dios de toda justicia, somos llamados a ser luz y sal en este mundo corrupto. Debemos ser los primeros en ver las necesidades de nuestro prójimo y atenderlas (1 Juan 3:17; Santiago 2:15-16; Isaías 1:17). Como pueblo cristiano estamos bajo la orden de alguien mucho mejor que cualquier gobernante humano: el Rey de reyes y Señor de señores. Por tanto, como iglesia y como individuos debemos prestar atención a las familias necesitadas en nuestras congregaciones y, en la medida que el Señor nos ha dado, aligerar sus cargas económicas.

El evangelio de salvación

Por último, esta es una excelente oportunidad para recordar que México no necesita mejores gobiernos: necesita a Cristo. Esta situación nos puede alarmar y llenarnos de dudas sobre lo que vendrá. Pero no podemos dejar que esta situación desvíe nuestra mirada de lo que realmente importa.

La mayor necesidad de México no es una reforma económica que produzca una estabilidad duradera. La mayor necesidad del pueblo mexicano es el darse cuenta de que necesita el perdón de nuestro Rey. México necesita desesperadamente escuchar las Buenas Noticias del evangelio. Sea como sea que podamos servir a nuestros prójimos, no perdamos de vista a lo que Dios nos ha llamado a hacer: unirnos a Él en la proclamación de su salvación.


Crédito de Imagen: Hugo Cruz
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