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Lee la Biblia con alguien más

Cuatro beneficios de estudiar en comunidad

Más de Brian J. Wright

Dios nos ha dado muchas buenas maneras de leer su Palabra. Posiblemente hayas utilizado varios métodos: con motivo de estudio, devocional, reflexivo, cristológico. ¿Pero qué hay de leerla en comunidad?

La lectura comunitaria es aquella en la que dos o más personas se reúnen para leer, escuchar, y discutir un texto escrito. Era una práctica popular en el primer siglo, y aún hoy es una manera poderosa de acercarse a la Palabra de Dios. Sin embargo, con la era de la imprenta y la revolución digital actual, la lectura comunitaria se ha convertido en una de las prácticas espirituales más olvidadas de nuestro tiempo.

Cuatro beneficios de la lectura en comunidad

La lectura en comunidad no era simplemente popular en el tiempo de Jesús; era esencial. Sin imprenta ni teléfonos inteligentes, los hombres y las mujeres en todo el Imperio romano, de todas las edades, razas, y clases sociales, se reunían para escuchar recitaciones de diferentes tipos de literatura. Los oradores exhibían su talento ante sus admiradores.

Tanto Jesús, como Pablo, al igual que las primeras comunidades cristianas, leían en comunidad (Lc. 4:16-30; Hch. 17:1-3). De hecho, los documentos del Nuevo Testamento fueron escritos con la intención de ser leídos de esta manera. Pablo dio instrucciones explícitas de leer algunas de sus cartas en voz alta (Col. 4:16; 1 Ts. 5:27), además de otras Escrituras (1 Tim. 4:13).

Los cristianos contemporáneos podrían beneficiarse enormemente de volver a esta práctica. A continuación se presentan cuatro formas en que la lectura comunitaria puede edificar a creyentes individuales e iglesias, e incluso ayudar a alcanzar comunidades no cristianas en la actualidad.

1. Leer juntos da forma a nuestra fe.

Los primeros cristianos leían juntos para crecer espiritualmente. Se reunían para escuchar la Palabra de Dios leída en voz alta, para discutirla y aplicarla juntos (Hch. 13:14-15). Su objetivo, así como el objetivo de los autores bíblicos, no era simplemente estar informados, sino ser conformados a la imagen de Cristo (Gál. 4:19). Y Jesús nos dice a través de Juan: “Bienaventurado el que lee y los que oyen las palabras de la profecía y guardan las cosas que están escritas en ella” (Ap. 1:3).

Leer juntos contrarresta nuestras tendencias individualistas y fomenta la humildad y la gratitud. Al leer y debatir sobre las Escrituras en comunidad reconocemos nuestra incapacidad de comprender por completo la verdad de Dios por nuestra propia cuenta, y aprendemos a apreciar las ideas de los demás. Los dones se comparten, las debilidades se compensan, y las interpretaciones personales se exponen para ser examinadas. Cuando recibimos la revelación de Dios juntos e interactuamos unos con otros, nuestros prejuicios personales quedan expuestos, y escuchamos y consideramos opiniones distintas a las nuestras. Esto nos enseña a escuchar con atención, a pensar con cuidado, a cuestionar de manera amable, y a responder con humildad. Nuestras almas se forman cuando leemos juntos.

2. Leer juntos ayuda al discipulado y al evangelismo.

La lectura comunitaria puede y debería ocurrir fuera de los entornos de adoración típicos, tanto con no creyentes como con otros cristianos.

Felipe enseñó Isaías en un carro. Pablo leyó la Palabra de Dios en las sinagogas, la enseñó en lugares de estudio, y evangelizó con ella en las riberas y en los mercados. La lectura comunitaria es una poderosa herramienta para el evangelismo y el discipulado porque ayuda al entendimiento y promueve la discusión interactiva sobre nuestra confesión común (Hch. 17:2). En efecto, las vidas de los creyentes debían ser eventos de lectura comunitaria andantes, para que todos pudieran examinarlos y leerlos (2 Co. 3:2-3), y una de las formas en que los primeros cristianos amaban a su prójimo era leyendo con ellos.

Una de las formas en que los primeros cristianos amaban a su prójimo era leyendo con ellos.

3. Leer juntos une a una comunidad.

Cuando leemos juntos recordamos que somos una comunidad. A pesar de nuestras diferencias, leer con otros creyentes nos conecta y nos recuerda que somos uno en Cristo. Piensa en la diversidad de personas que escucharon la carta de Pablo leída en voz alta en Roma (Ro. 16:3-16). Hay nombres griegos, latinos, y judíos enumerados entre los esclavos, hermanos, y santos, reunidos en varias iglesias en casas.

Leer la Biblia en forma individual ciertamente debería ser un elemento básico de nuestra vida devocional, al menos para aquellos de nosotros con la bendición de vivir en sociedades alfabetizadas. Sin embargo, el ejemplo de Cristo, los esfuerzos misioneros de la iglesia primitiva, y el mensaje de los autores del Nuevo Testamento respaldan la inclusión de lecturas colectivas de las Escrituras en nuestras disciplinas espirituales. Al ser tan individualistas y al convertirnos cada vez más en personas más aisladas, necesitamos aprovechar más ocasiones y oportunidades para reunirnos y crecer en comunidad.

La lectura en comunidad también puede unir a los cristianos por encima de los límites entre distintas congregaciones y denominaciones. Esto ha sucedido a través de los siglos, y puede continuar sucediendo hasta el regreso de Cristo.

4. Leer juntos protege la verdad.

La lectura comunitaria es una protección eficaz pero descuidada contra los pasajes mal citados y las interpretaciones y aplicaciones erróneas. Es casi imposible citar de forma incorrecta una parte de una película o nombrar al jugador equivocado en un equipo deportivo sin que alguien lo note y lo corrija, porque son muchas las personas que están mirando estas cosas. Imagina que sucediera lo mismo con la Biblia en tu comunidad.

En el Nuevo Testamento hay recomendaciones apostólicas (Col. 4:16), decretos conciliares (Hch. 16:4), exámenes de textos (Hch. 17:11), aclaraciones con respecto al evangelio (Hch. 18:26), y advertencias públicas a repetir y recibir la revelación divina con reverencia (Ap. 22:18-19). Considerado en conjunto, vemos que hubo un enfoque continuo en el primer siglo de salvaguardar la tradición cristiana. La lectura comunitaria ayudó a proteger la transmisión precisa de la revelación de Dios, y al mismo tiempo ayudó a proporcionar controles y equilibrios adicionales para su interpretación (2 Pe. 3:16).

La lectura en comunidad debería seguir actuando como fuerza conservadora, protegiendo un evangelio no adulterado, ya que otros supuestos testamentos de Jesucristo (como el Libro de Mormón) y nuevas traducciones de las Escrituras (como la Traducción del Nuevo Mundo de los Testigos de Jehová) se continúan produciendo.

Todos juntos

Leer juntos la Palabra de Dios revela a un Dios más magnífico, a un Cristo más hermoso, a un Espíritu más sublime, y un evangelio más maravilloso de lo que podemos visualizar solos. También nos hace recordar la herencia literaria de la Iglesia, la cual puede ayudarnos a conocer, adorar, y servir a Dios como una comunidad unida en Cristo.

Jesús leyó en comunidad, al igual que sus apóstoles y sus discípulos. ¿Lo harás tú?


Publicado originalmente en Desiring God. Traducido por Kerstin Quiring.
Imagen: Lightstock.
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