Este es el tercer artículo de la serie del Dr. Jason DeRouchie Cómo entender y aplicar el Antiguo Testamento. Puedes leer el artículo anterior aquí.
La delimitación de un texto
Después del género, el siguiente paso en tu exégesis es determinar los límites del pasaje que estás estudiando. Los límites del pasaje pueden ser una cita, un párrafo, una historia, una canción o incluso un libro completo. El proceso de establecer unidades literarias no es aleatorio, pues los autores bíblicos escribieron con propósito, lógica y orden, creando agrupaciones y jerarquías de pensamiento para guiar la comprensión. Como intérprete bíblico, considera si tu pasaje tiene un principio y un final claros. ¿Hay pistas en el contenido y/o la gramática que aclaren los límites de un pasaje? Si no estás seguro de lo que significa todo esto, este artículo te ayudará. Determinar los límites de un pasaje puede ayudarte a dirigir un estudio bíblico, planificar una serie de estudios bíblicos o planificar una serie de predicación. Antes de que puedas hacer cualquiera de estas cosas, debes saber por dónde empezar y dónde terminar. Este artículo ofrece algunas pautas básicas para establecer los límites de las unidades literarias.
1. No confíes automáticamente en las divisiones de versículos y capítulos de las traducciones modernas
Los números de los capítulos y los versículos de nuestra Biblia nos ayudan a encontrar rápidamente un pasaje determinado. Sin embargo, no formaban parte del texto bíblico original. Por ejemplo, Génesis 1:1-2:3 contiene la narración de la semana de la creación, e inmediatamente el 2:4 contiene la primera de las fórmulas de los diez toledoth (es decir, generaciones) de Génesis: “Estas son las generaciones de” (cp. Gn 5:1; 6:9; 10:1; etc.). Cada una de estas fórmulas toledoth introduce distintas unidades literarias. Son estas fórmulas toledoth las que están destinadas a dividir Génesis, no nuestras divisiones de capítulos actuales. Por esta razón, una lectura adecuada del prefacio del Génesis cruzará los límites del capítulo 1 e incluirá los versos 2:1-3.
Los escribas judíos probablemente comenzaron a separar los versos durante la era del Talmud (ca. 135-500 d. C.), pero la numeración real de los versos no ocurrió hasta el siglo XVI. Además, no fue hasta alrededor del siglo XII, cuando el católico romano Stephen Langton (1150-1228 d. C.) agregó por primera vez las divisiones de capítulos. El propósito de Langton al agregar estas divisiones de capítulos fue ayudar con las referencias. Principalmente pretendía ayudar a los intérpretes a encontrar pasajes bíblicos en lugar de tener que leerlos. Debido a esto, las divisiones de los capítulos a veces son engañosas para nuestros propósitos de lectura de la Biblia. El punto es este: no asumas que las divisiones de versículos y capítulos en nuestras traducciones modernas son guías precisas para los límites del texto. Debes evaluar cuidadosamente dónde comienza y termina un pasaje por tu cuenta.
2. Recuerda que algunos libros que constan de varios volúmenes en nuestras Biblias, eran libros individuales en la Biblia de Jesús
Originalmente, los profetas, sabios y cantores israelitas escribieron el AT solo con consonantes; los hebreos antiguos verbalizaban las vocales pero no las escribían. Esto les permitió escribir libros extensos como 1-2 Samuel, 1-2 Reyes y 1-2 Crónicas en rollos individuales. Sin embargo, cuando los judíos tradujeron el Antiguo Testamento al griego en los siglos III y II a. C., incluyeron vocales, por lo que los libros duplicaron su tamaño y los más largos requirieron más de un rollo para registrarse. Mientras que 1-2 Corintios en el Nuevo Testamento (NT) son dos cartas paulinas diferentes, 1-2 Crónicas en el AT es un solo libro y debemos leerlo de tal manera. Entonces, cuando estés trabajando con las unidades literarias en libros como Samuel, Reyes, Crónicas e incluso Esdras-Nehemías (que es un solo libro en el Antiguo Testamento hebreo), recuerda que todos eran originalmente volúmenes únicos. Por ende, las unidades literarias pueden cruzar las fronteras de los “libros”.
3. Busca marcadores claros del inicio y del final de una unidad
En español reconocemos intuitivamente los marcadores literarios que señalan el comienzo o el final de una unidad. Marcamos el final de un pequeño pensamiento que ha sido expresado por medio de un texto con signos de puntuación, tales como el punto o un signo de interrogación. Marcamos el comienzo de un pequeño pensamiento usando una sangría en un párrafo. Marcamos el final de un pensamiento más amplio usando una división de capítulos. En algunos casos, incluso marcamos los límites de un libro con expresiones conocidas como “érase una vez” y “vivieron felices para siempre”.
Originalmente, el Antiguo Testamento no tenía signos de puntuación, sangrías en párrafos o divisiones de capítulos. Sus autores utilizaron diferentes medios para marcar los límites de un texto.
Algunos marcadores de inicio
- Título: “Oración del profeta Habacuc, en tono de Sigionot” (Hab 3:1).
- Fórmulas introductorias: “Estos son los orígenes de…” (Gn 2:4; 5:1; 6:9; etc.); “Los israelitas hicieron lo malo ante los ojos del SEÑOR” (Jue 3:7,12; 4:1; etc.).
- Palabras o frases comunes de inicio: “Ahora” (Dt 4:1); “Escucha” (Dt 6:4); “Así dice el SEÑOR” (Am 1:3); “¡Ay…!” (Sof 3:1); “He aquí” (Sof 3:19, RV60).
- Uso de un vocativo: “¡Oh SEÑOR…!” (Sal 8:1).
- Preguntas retóricas: “¿Por qué se sublevan las naciones, y los pueblos traman cosas vanas?” (Sal 2:1).
- Cambios en el tiempo: “Cuando Abram tenía 99 años…” (Gn 17:1).
- Cambios en el lugar: “Toda la congregación de los israelitas llegaron al desierto de Zin” (Nm 20:1).
- Cambios en los personajes o en los oradores: “Entonces respondió Elifaz, el temanita” (Job 4:1).
- Cambios de tema: “‘Consuelen, consuelen a Mi pueblo’, dice su Dios” (Is 40:1).
- Cambios de género: de la narrativa a la genealogía en Génesis 11:9-10.
- Cambia de la poesía a la prosa o viceversa: Después de la poesía de Isaías 35, en Isaías 36:1 leemos: “Y aconteció que en el año catorce del rey Ezequías”.
Algunos marcadores finales
- Fórmulas finales: “Y fue la tarde y fue la mañana” (Gn 1:5, 8, 19, etc.).
- Refranes poéticos: “Sin embargo, ustedes no se han vuelto a Mí” (Am 4:6, 8, 9, etc.).
- Declaraciones sumarias: “Esta es la ley del holocausto, de la ofrenda de cereal, de la ofrenda por el pecado… El Señor la ordenó a Moisés” (Lv 7:37-38).
- Conclusiones: “De esa manera el Señor dio a Israel toda la tierra que había jurado” (Jos 21:43).
4. Trata las unidades literarias como un todo
Los textos completos, no solo palabras o cláusulas aisladas, proporcionan el marco natural para la comunicación verbal. Si bien un texto puede ser una cláusula (p. ej., “El SEÑOR tu Dios es fuego consumidor”) o incluso una sola palabra (“¡Corre!”), generalmente un texto contiene una secuencia de cláusulas, ya sean breves (una respuesta a una pregunta) o largas (un libro).
Los textos mismos con frecuencia se dividen en partes distintas o paquetes literarios independientes. Los intérpretes bíblicos deben trabajar con estas unidades completas de pensamiento. Necesitamos considerar algunas de las maneras en que los autores bíblicos señalaron estas unidades literarias en su estructura exterior y luego considerar reglas especiales asociadas con diferentes géneros.
Patrones de similitud
Una unidad literaria se distingue comúnmente de otras por la similitud en su contenido y forma. En cuanto al contenido, podemos identificar las unidades literarias al señalar un período de tiempo similar (p. ej., El tiempo antes de la caída, Gn 2:4-25), un lugar similar (p. ej., Israel en el monte Sinaí, Éx 19:1–Nm 10:10), personajes similares (por ejemplo, el cargo de juez de Sansón en Jue 13:1 – 16:31) y temas similares (por ejemplo, las instrucciones de construcción del tabernáculo, Éx 25:1–31:18). Con respecto a la forma, las unidades literarias a menudo contienen recursos poéticos similares (p. ej., El acróstico alfabético en el Salmo 119) y un género similar (p. ej., El cántico en el mar en Éxodo 15:1-18).
Reglas especiales para diferentes géneros
El tema del género literario exige un comentario especial, ya que cada género tiene sus propios patrones de cómo moldea las unidades literarias. Por ejemplo, en la narrativa histórica, debemos tratar escenas completas a la luz de episodios. Si solo miramos una escena, lo más probable es que perdamos el sentido del pasaje. Considera la estructura de algunas series de televisión. En programas como “24” o “Elementary” (Elemental), hay 24 episodios en una sola temporada y cada episodio puede tener una docena o más de escenas diferentes. Dentro de un solo episodio, cada escena contribuye a la trama general de la semana y luego, en mayor o menor medida, el episodio de cada semana contribuye a la trama de la temporada o programa. Ahora, así como a ti te costaría comprender el punto de una escena individual fuera del episodio general, también sería difícil comprender el punto de una escena bíblica sin leerla a la luz de su episodio general.
Un buen ejemplo es Génesis 39. Los lectores ocasionales de las Escrituras a menudo tratan la historia de “José y la esposa de Potifar” como un episodio, cuando en realidad es una escena. Como escena, el relato puede parecer simplemente un mandato de huir de la tentación sexual. Ciertamente, esta es una lección importante de la historia, pero no podemos detenernos aquí, ya que este punto de vista no aclara por qué el capítulo está enmarcado con cuatro declaraciones de que “el SEÑOR estaba con José”. Estaba con José cuando entró a Egipto como esclavo (Gn 39:2); estaba con José mientras servía en la casa de Potifar (Gn 39:3); estaba con José cuando la esposa de Potifar lo acusó injustamente de conducta sexual inapropiada y lo envió a prisión (Gn 39:21); y Dios estuvo con José durante su prolongado encarcelamiento (Gn 39:23). “¡El SEÑOR estaba con José!” La repetición de esta cláusula cuatro veces ayuda a identificar los límites del episodio y aclara que la escena en la casa de Potifar proporciona un ejemplo del tipo de persona con quien Dios permanece. La pureza sexual es una expresión vital de devoción a Dios que vale la pena emular, pero el episodio tiene que ver menos con José y más con Dios. El Señor permanece con aquellos que consideran que complacerlo a Él es un premio mayor que complacer las pasiones mundanas.
En los sermones proféticos, como los que se encuentran en Deuteronomio o Isaías, los párrafos y oráculos toman el lugar de escenas y episodios. ¿Contribuye tu párrafo a la exhortación primaria? ¿O es parte de la motivación, ya sea a través de la reflexión histórica, la promesa o la predicción? La función de tu texto puede requerir que amplíes los límites de tu enfoque interpretativo para comprender adecuadamente una unidad literaria completa.
Por ejemplo, en algunas traducciones de la Biblia, Deuteronomio 5 se titula, “Los Diez Mandamientos”. Sin embargo, una mirada cuidadosa del capítulo muestra que Moisés vuelve a narrar las palabras estruendosas de Dios desde el monte Sinaí para describir cómo el Señor lo nombró como mediador del pacto (Dt 5:2-31). La lección de historia completa sobre la entrega de los Diez Mandamientos y el nombramiento de Moisés proporciona la razón por la cual la nueva generación (posterior al desierto) debe prestar atención a la voz de Moisés (5:1, 32–33). Moisés es el portavoz de Dios y Dios está hablando cuando el profeta habla. Si no tienes en cuenta el contexto, puedes perder fácilmente el punto principal.
De manera similar, en la poesía de los Salmos, lo ideal sería estudiar un poema completo y no solo una estrofa (es decir, un párrafo poético). Cuando esto no sea práctico (como podría suceder cuando tratas de abordar un poema largo como el Salmo 119), debes abordar no solo las líneas poéticas, sino también las estrofas. Necesitas leer esas estrofas a la luz de todo el poema. En el Salmo 1, los traductores de la Nueva Biblia de las Américas (NBLA) distinguieron dos estrofas, como lo demuestra el espaciado. En el Salmo 2, vieron cuatro. La exégesis que hagas puede obligarte a no estar de acuerdo con las separaciones de estrofas que otros han propuesto. Más allá de eso, debes tener en cuenta que los versos funcionan juntos menos como cadenas de perlas y más como pulseras de hilos entretejidas con un patrón, textura y color más grandes que cualquier parte aislada. Debes abordar los versículos dentro de su contexto literario inmediato y no de forma aislada.
5. Compara tu decisión con las traducciones modernas y, si es posible, con el texto hebreo estándar
Los traductores de la Biblia usan sangrías para señalar saltos de párrafos y distinguir unidades literarias. De manera similar, los editores de las ediciones estándar de nuestras Biblias hebreas toman decisiones similares. Por lo tanto, sería útil comparar nuestras evaluaciones personales con las de ellos. A veces hay un nivel de subjetividad con respecto a las unidades literarias, pero si decides comenzar o terminar tu pasaje donde ningún editor o traductor lo ha hecho, entonces es tu responsabilidad argumentar plenamente a favor de tu decisión.