¡Únete a nosotros en la misión de servir a la Iglesia hispana! Haz una donación hoy.

×
Nota del editor: 

Este devocional es el segundo de una serie de cuatro reflexiones para leer y meditar en familia durante el adviento. Espera un nuevo devocional el próximo viernes.

Leamos

Lucas 1:26-33:

Al sexto mes, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen comprometida para casarse con un hombre que se llamaba José, de los descendientes de David; y el nombre de la virgen era María. Y entrando el ángel, le dijo: «¡Salve, muy favorecida! El Señor está contigo; bendita eres tú entre las mujeres».

Ella se turbó mucho por estas palabras, y se preguntaba qué clase de saludo sería este. Y el ángel le dijo: «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios. Concebirás en tu seno y darás a luz un Hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Este será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de Su padre David; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y Su reino no tendrá fin».

Lucas 2:4-7:

También José subió de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David que se llama Belén, por ser él de la casa y de la familia de David, para inscribirse junto con María, comprometida para casarse con él, la cual estaba encinta.

Sucedió que mientras estaban ellos allí, se cumplieron los días de su alumbramiento. Y dio a luz a su Hijo primogénito; lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón.

Reflexionemos

Piensa en la Navidad, ¿qué es lo que más disfrutas? Para algunos son las decoraciones y las luces de colores. Otros se deleitan al compartir con familiares y amigos alrededor de una cena deliciosa. Sin embargo, para muchos, lo más emocionante de esta temporada son los regalos. Disfrutan la experiencia de comprarlos, envolverlos y luego ver la expresión de quienes los abren expectantes. Y, por supuesto, ¡también aprecian recibirlos!

La primera Navidad tuvo un regalo muy especial. No vino envuelto con cintas y hermosos papeles de colores. Llegó en forma de bebé y fue recibido en el lugar menos esperado: un pesebre rodeado de animales, bajo el cielo estrellado de un pueblo pequeño llamado Belén.

Jesús es el regalo que Dios nos hizo en la primera Navidad. Pero ¿sabías que lo que envolvió a este regalo fue el amor?

Este regalo fue enviado por Dios y, aunque en ese momento era difícil pensarlo así, este obsequio no sería solo para quienes estaban presentes aquella noche en el establo. El regalo sería también para las generaciones que vendrían después, incluyéndonos a ti y a mí.

Jesús es el regalo que Dios nos hizo en la primera Navidad. Un regalo anunciado mucho tiempo atrás y que cambiaría la historia para siempre. Pero ¿sabías que lo que envolvió a este regalo fue el amor? El amor motivó Su venida y recibimos ese amor cuando vino.

Dios mismo se encarnó para redimirnos; es decir, tomó la forma de una persona porque nos ama y planeó rescatarnos del pecado y de la maldad en la que nos ahogamos sin Él. Por amor descendió al mundo oscuro. Por amor nació en el establo. Por amor vivió entre nosotros, experimentando dolor, cansancio, tristeza y soledad. Por amor soportó burlas, traición, azotes y humillación sin igual. Por amor dejó a un lado Su corona de Rey a cambio de una de espinas que hirió Su piel. Al final, por amor fue a la cruz donde murió.

Pero Su amor fue más fuerte que la muerte y el pecado. La tumba no pudo retener a Jesús. Por eso, al tercer día se levantó en victoria para siempre. Por amor, Jesús cumplió la misión que lo trajo a Belén la primera Navidad. Además, por ese mismo amor regresará un día por el pueblo que vino a rescatar.

Aunque los regalos que recibimos en diciembre son hermosos, ninguno puede compararse con el regalo de amor que Dios nos otorgó en Cristo Jesús. ¡Cuán profundo amor!

Oremos

Padre, gracias por amarnos tanto y dar a Tu Hijo por nosotros. Ayúdanos a recordar siempre Tu amor y compartirlo con otros. Ayúdanos a amarte, porque Tú nos amaste primero. Amén.

Compartamos

Aunque también podemos mostrar el amor de Dios dando regalos a otras personas, lo mejor es contarles del amor que vino al mundo aquella noche en Belén. Así que, como familia, busquemos oportunidades para compartir el regalo del amor de Dios. Por ejemplo:

  • (Con o sin regalo) contemos a un amigo que Dios lo ama tanto, que envió a Su Hijo a morir para perdonar sus pecados y ser su amigo.
  • Durante la semana, demos un abrazo a todos los amigos y familiares que veamos, diciéndoles: «Recuerda, Dios te ama y por eso nació Jesús» (¡Practiquemos esto ahora mismo!).
Recibe cada día los artículos, podcasts, y vídeos más recientes.
CARGAR MÁS
Cargando