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¿Cuántas mujeres se ven frustradas cada día porque no le ven mucho sentido a sus tareas diarias? Se levantan día tras día con la misma rutina: despertar a los niños, prepararlos para el colegio (tengan clases virtuales o presenciales), poner lavadoras, limpiar y ordenar la casa, hacer las compras, preparar la comida para toda la familia, ayudar a los pequeños con sus deberes escolares, prepararlos para ir a la cama, etc. La lista parece interminable.

Algunas mujeres, además, trabajan fuera de casa y los días parecen idas y venidas como un torbellino. A menudo cuando tienen un rato para leer y descansar se preguntan si todo este trajín vale la pena. Quizás miran a otra hermana en la iglesia que está muy involucrada en la enseñanza a los niños o a otras mujeres en otras ocupaciones, y sienten que su trabajo es menos espiritual que el de esta hermana. 

Si no miramos nuestra vida y cada etapa de ella a la luz del precioso evangelio de nuestro Señor, podemos caer en el desánimo, la decepción e incluso la envidia o los celos.

¿Acaso hay deberes que desarrollamos como madres y mujeres que son más espirituales que otras? ¿Cuál es el propósito de Dios para nuestras vidas? Aunque fueras esposa de pastor o misionera soltera, eso no hace diferencia con lo que tú haces con tu vida y tu propia familia porque toda tarea que hagas para llevar a cabo la obra conforme al diseño de Dios para tu vida es igual de importante.

Bajo la luz del evangelio

El evangelio son buenas noticias para el mayor problema que tiene el ser humano, nuestro pecado. Dios, por medio del Espíritu Santo, no solo nos da un corazón nuevo para creer en la obra redentora de nuestro Señor en la cruz, sino que también nos transforma, nos santifica, nos va cambiando de gloria en gloria (2 Co 3:18). El evangelio le da a cada trabajo rutinario y diario, que tú pensabas que tenía poca importancia, un valor completamente diferente. ¡Para Dios sí tiene importancia!

El evangelio le da a cada trabajo rutinario y diario, que tú pensabas que tenía poca importancia, un valor completamente diferente

En cada vida hay muchas etapas y por eso lo que vive una mujer recién casada no es lo mismo que una que está criando a hijos pequeños, otra que ya tiene el nido vacío, una mujer mayor que se ha quedado viuda o una hermana que nunca se ha casado. Las circunstancias y deberes diarios de cada una serán muy diferentes, pero no importa en el momento en el que te encuentres: si tienes que desvelarte para amamantar a tu bebé, cuidar de tu hijo que está ingresado en el hospital o salir a trabajar temprano cada día, si lo haces para el Señor y de todo corazón, esa es la actitud que el evangelio nos demanda.

“Todo lo que hagan, háganlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres, sabiendo que del Señor recibirán la recompensa de la herencia. Es a Cristo el Señor a quien sirven” (Col 3:23-24).

Es muy interesante el contexto en el que se encuentran estos dos versículos. El apóstol Pablo está hablando a cada grupo social de la iglesia. Desde el versículo 18, habla a las esposas, a los maridos, a los hijos, a los padres y a los siervos. Pablo les da instrucciones muy claras a cada grupo sobre cómo deben conducir en sus vidas. Para finalizar, él concluye con estos versículos en donde señala que todo lo que hagamos, sea lo que sea, desde limpiar los baños a dar una conferencia cristiana a mujeres, debemos hacerlo de corazón, con todo nuestro interés y amor, como si lo hiciéramos para el Señor mismo, no para los que nos ven.

Dios mira lo que haces

El Señor ve tu corazón, ve tu actitud a la hora de realizar cualquier trabajo por insignificante que pueda parecer a los ojos de los demás. Si se hace para el Señor, entonces cambia totalmente la perspectiva. Además, Él a su tiempo recompensará esa obra. Quizás nadie sabe de tus desvelos por cuidar a alguien de tu familia o nadie ve los malabares que tienes que hacer para llegar a fin de mes y poder pagar todas tus facturas. Nadie está contigo cuando tienes que poner lavadoras y planchar la ropa de tus pequeños casi a diario. Pero Dios sí lo ve. 

El Señor ve tu corazón, ve tu actitud a la hora de realizar cualquier trabajo por insignificante que pueda parecer a los ojos de los demás

El Señor está interesado en ti y en todo lo que haces, por ejemplo, para mantener tu hogar limpio, ordenado, con tu familia atendida en todos los aspectos, con un ambiente agradable para tu esposo y tus hijos y para todos los que entren por las puertas de tu hogar. 

Recuerda que todos tus deberes diarios y los míos, aun los más tediosos, los hacemos porque por medio de ellos servimos al Señor, como dice el versículo 24. ¡Qué privilegio servir al Señor cuando estamos sirviendo a los nuestros en nuestros quehaceres diarios! 

“Y todo lo que hagan, de palabra o de hecho, háganlo todo en el nombre del Señor Jesús , dando gracias por medio de Él a Dios el Padre” (Col 3:17). “Todo” implica todo, desde que te levantas hasta que te acuestas, las 24 horas del día, los 7 días de la semana.

Así que, ánimo hermana, ya sea que estés en casa trabajando o fuera de casa, no pierdas de vista que Dios ve “TODO” lo que haces, ve tu actitud y ve si lo haces para Él y para su gloria. No hay mayor gozo que servir al Señor en nuestras tareas diarias. Que los demás vean que tu vida ha sido transformada por el evangelio y por Aquel que dio su vida por ti en la cruz para que seas luz al mundo.

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