Cuando imaginaba el inicio de mis estudios en la universidad secular como una chica cristiana conservadora, la imagen que tenía en la cabeza era parecida a la de la turba del pueblo enfurecida y blandiendo tridentes en La bella y la bestia. Tenía pocas expectativas sobre cómo reaccionarían mis compañeros de clase hacia mí como cristiana y cómo los profesores se tomarían mis creencias. Tenía pocas esperanzas de hacer amigos verdaderos.
Durante una buena parte de mi carrera educativa, estudié en una escuela cristiana privada, por lo que me habían preparado para lo peor. A mis amigos y a mí nos habían enseñado a defender nuestras creencias como apologetas adolescentes. Esperábamos entrar en la universidad como soldados listos para la batalla o como espías encubiertos, ocultando nuestras creencias para sobrevivir.
Para lo que no estábamos preparados era para que, en el mejor de los casos, los estudiantes de nuestro campus secular escucharan y sintieran curiosidad por nuestra fe cristiana y quisieran saber más. Sin embargo, esa situación me ocurrió a mí y cambió mi forma de compartir mi fe en la universidad.
Mi experiencia
Estaba asistiendo a unas clases de filosofía necesarias para obtener una matrícula de honor en la universidad, y estudiábamos de todo, desde Platón hasta Gandhi. Me hice amiga de la chica que se sentaba a mi lado y empezamos a hablar con frecuencia. Muchas veces durante el curso, tuve la oportunidad de hablar de mis creencias personales, y lo hice.
Una tarde decidimos ir a comer juntas y, mientras estábamos en la fila debatiendo las ventajas de las quesadillas frente a las costillas, ella dijo: «¿De verdad se casó Caín con su hermana?». No era exactamente la pregunta que yo habría elegido para iniciar una conversación, pero abrió una puerta que condujo a una serie de almuerzos en los que hablamos de la Biblia, la Trinidad, las evidencias históricas y científicas y, lo más importante, la verdad del evangelio.
Empecé a darme cuenta de que mis amigos de la universidad sentían más curiosidad por mis creencias de lo que yo pensaba.
Mi generación está obsesionada con las etiquetas de identidad, y mi amiga veía el cristianismo como una parte más de lo que me hacía ser yo. «Vive tu verdad» se ha convertido en el lema más proclamado de esta generación; la religión y la espiritualidad se consideran aspectos de las experiencias específicas de algunas personas. Imagina la sorpresa de mi amiga cuando empecé a explicarle que el cristianismo no era solo una parte interesante de mi vida, sino la totalidad de mi identidad. Mis decisiones, mi comportamiento, mi forma de votar… todo se deriva de mi relación con Cristo y mi comprensión del evangelio.
Le pareció fascinante. Me pidió que le explicara más cosas sobre la Biblia, me pidió que la leyéramos e incluso vino a la iglesia conmigo. Cada vez que tenía otra pregunta, me sorprendía. No era el tipo de conversación que esperaba tener con una atea o agnóstica de mi universidad secular y liberal.
Temporada de aprendizaje y apertura
Los estudiantes universitarios están allí para aprender, y a veces quieren aprender sobre Cristo. El aprendizaje no siempre conduce a la salvación inmediata. Mi amiga, que yo sepa, aún no ha confiado en Cristo. Pero tuve la oportunidad de hablarle del evangelio, explicándole el cristianismo y por qué creemos lo que creemos. Y me escuchó con un interés verdadero.
Nuestro llamado como cristianos es esparcir las semillas del evangelio en todas partes: incluso en el campus universitario secular, incluso en las clases donde somos el único cristiano entre cincuenta estudiantes, e incluso cuando nos preocupa ser rechazados, acosados o silenciados. Es posible que seamos silenciados. Pero también es posible que nos inviten a hablar. ¿Estamos preparados? Tenemos que estarlo.
Nuestro llamado como cristianos es esparcir las semillas del evangelio en todas partes, incluso en el campus universitario secular
Los estudiantes universitarios se encuentran en una etapa de la vida en la que sus mentes están abiertas a cosas nuevas. Aprovecha esta circunstancia y habla con apertura del cristianismo y su relación con diversos temas. Desde la biología a la historia o la literatura, cada clase que tomes es una oportunidad para mencionar tus creencias. Más allá del salón de clases, todo, desde la música hasta el cine y la manera de procesar los acontecimientos mundiales, pueden facilitar las discusiones sobre la fe.
No te limites a estar preparado para que la conversación empiece. Prepárate para las preguntas complejas. No queremos caer en el vago abismo de una fe del tipo «lo creo, pero no sé por qué». Queremos ser tan curiosos intelectualmente —tan deseosos de responder a las preguntas difíciles— como nuestros colegas seculares, porque la verdad importa. Siempre surgirán preguntas sobre las pruebas científicas e históricas. Repasa tus conocimientos e investiga sobre los argumentos actuales contra el cristianismo.
Si no tienes respuestas a las preguntas de un compañero de clase o amigo, no tengas miedo de decir «No estoy seguro de eso, déjame que te responda luego». En Internet hay muchos recursos útiles sobre estos temas. Prueba gotquestions.org o los recursos de Coalición por el Evangelio sobre los distintos temas que tus amigos puedan preguntarte.
Las redes sociales y la Internet pueden ser de ayuda en tus conversaciones en curso. Envía enlaces que aborden el tema teológico que hayan discutido. Comparte una historia de Instagram que tu iglesia haya publicado sobre un evento para jóvenes adultos e invita a tu compañero de clase a unirse al evento. Envía un enlace a un video en YouTube o podcast que tu amigo debería escuchar. Aunque nuestros períodos de atención cortos no son la mejor característica de esta generación, nuestra capacidad de compartir información rápida y fácilmente puede ser una ventaja.
Permanece listo para cuando se abra una puerta
Antes de empezar mi primer semestre universitario, me tomé un tiempo para orar por una oportunidad de evangelizar. No estaba del todo segura de lo que esperaba que ocurriera, pero unas semanas más tarde mi amiga me preguntó por Caín y su esposa. Dios responde a nuestras oraciones.
El evangelismo en el campus no es solo algo para pastores de jóvenes, grupos de alcance de la iglesia o ministerios paraeclesiásticos. Es algo práctico, en el aula, todos los días. Ayuda a tus compañeros a ver que el cristianismo no es solo un accesorio de moda para tu identidad; es algo más que una etiqueta. Es un marco de verdad que lo abarca todo y un ancla para nuestra esperanza, en cualquier situación.
Que se sepa que eres creyente, y luego muéstrate dispuesto a participar en cualquier conversación posterior. ¿A veces te recibirán con tridentes y fuego? Puede que sí. A veces te cerrarán la puerta en las narices. Pero a veces, te encontrarás con una invitación a comer, una pregunta extraña sobre Génesis, o simplemente el leve chirrido de una puerta que se abre. No dudes en atravesarla, confiando en que Dios te guiará a ti —y al curioso incrédulo— a partir de ahí.