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¿Enseña la parábola del buen samaritano (Lc 10:25-37) que la salvación es por obras, es decir, por buenas acciones que nosotros hacemos?

Esa es la impresión que dan no pocos predicadores y escritores cuando abordan la historia. Leída de manera superficial, la parábola del buen samaritano parece enseñar que la salvación es por obras por las siguientes razones:

  • Cuando aquel intérprete de la ley le preguntó a Jesús cómo podía heredar la vida eterna, el Señor no lo llevó al evangelio; lo llevó a la ley: «¿Qué está escrito en la ley?» (vv. 25-26).
  • Cuando el hombre citó los dos grandes mandamientos de la ley: el amor por Dios y por el prójimo, el Señor le dijo: «Haz esto, y vivirás» (vv. 27-28). Es decir, «Ama así, y heredarás la vida eterna».
  • El propósito de la parábola fue responder a la última pregunta del intérprete de la ley: «¿Quién es mi prójimo?». La respuesta del Señor fue que su prójimo era cualquier persona que necesitara su ayuda (como el hombre de la parábola, que cayó en manos de ladrones).
  • Cuando el intérprete identificó al buen samaritano, «el que tuvo misericordia de él», Jesús lo usó como ejemplo de amor al prójimo y dijo al intérprete: «Ve y haz tú lo mismo» (v. 37). Es decir, «Ama como el buen samaritano y heredarás la vida eterna».

Hasta aquí sería perfectamente posible llegar a la conclusión de que la parábola del buen samaritano enseña que la salvación es por obras. ¿Cómo podemos heredar la vida eterna? Siendo «buenos samaritanos» y cumpliendo de esa manera la ley.

La ley es la mala noticia que le da sentido a la buena noticia, pues cuando nos vemos perdidos y en peligro del infierno, buscamos un Salvador

Pero ¿es realmente así? ¿Acaso las personas que aman y ayudan a sus prójimos necesitados se están ganando la salvación o están aportando en algo para obtenerla? Y si creemos que no es así, que la salvación es por la fe sola, ¿por qué el Señor contestó las preguntas del intérprete de la ley con: «Haz esto»?

Para interpretar bien la parábola del buen samaritano, y otras porciones de la Escritura que parecen enseñar una salvación por obras, te comparto cinco claves de interpretación bíblica:

1. Toma en serio la coherencia interna de la Biblia

Toda la Biblia está inspirada por el mismo Espíritu Santo (2 Ti 3:16). Esto significa que no se puede interpretar ningún pasaje de manera contradictoria al resto de la Biblia.

Para nuestro caso, debemos señalar que toda la Biblia enseña, de manera coherente, que nadie se salva haciendo cosas buenas (Ro 3:20), sino solo por la pura gracia de Dios, por medio de la fe en Cristo (Ef 2:8-9). Por lo tanto, a la luz de toda la Escritura, la historia del buen samaritano no puede estar enseñando que alguien puede ser salvo amando y ayudando a sus prójimos necesitados.

2. Toma en serio la función de la ley

Jesús empezó con la ley para llevar a aquel hombre hacia el evangelio. Con esto en cuenta, muchos teólogos fieles hablan de los tres usos de la ley:

  1. Para beneficiar a comunidades enteras limitando los efectos del pecado (Gá 3:19).
  2. Para convencer de pecado a los pecadores, y que entonces busquen la salvación solo en Cristo (Gá 3:24).
  3. Para guiar a los creyentes a la voluntad revelada de Dios para sus vidas (Stg 2:8-9).

La conversación entre el Señor Jesús y el intérprete de la ley es un buen ejemplo del segundo uso de la ley. Cristo buscó socavar la confianza del intérprete de la ley en su propia justicia, para guiarlo a su necesidad de la gracia divina (Jesús hizo exactamente lo mismo con el joven rico).

La ley es la mala noticia que le da sentido a la buena noticia, pues cuando nos vemos perdidos y en peligro del infierno, buscamos un Salvador.

3. Toma en serio la naturaleza de las parábolas de Jesús

Las parábolas son comparaciones. Con ellas, el Señor compara algo de la vida cotidiana con una verdad espiritual relacionada con Su anuncio del evangelio.

En este caso, el Señor invita al intérprete de la ley a compararse con el personaje del buen samaritano. ¿Cuál es el resultado de la comparación? Pues, el intérprete de la ley se parece más al sacerdote y al levita que al buen samaritano.

El propósito de la parábola no es halagar el ego del intérprete de la ley ni apoyar su deseo de justificarse a sí mismo (Lc 10:29). El propósito es convencerlo de su pecado.

4. Toma en serio la sabiduría del Señor Jesucristo

Como dije en el punto anterior, Jesús no le contó la parábola del buen samaritano al intérprete para enseñarle cómo ser salvo, ¡sino para enseñarle por qué necesitaba ser salvo! Con mucha agudeza, el Señor quiso mostrarle al intérprete que no era capaz de amar a Dios con todo su ser, porque ni siquiera podía amar a su prójimo.

No son nuestras obras las que nos pueden salvar, sino la obra de misericordia que Jesús tuvo por nosotros

Entonces, no debemos dejarnos llevar por una lectura superficial del texto, porque estaríamos menospreciando la capacidad de Jesús, «en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento» (Col 2:3).

5. Toma en serio la identidad del verdadero buen samaritano

De acuerdo a lo que vengo desarrollando, estamos en condiciones de identificar a quiénes pueden representar los personajes de la historia. En la parábola, el hombre que cayó en manos de los ladrones nos representa a todos. El sacerdote y el levita representan la religión falsa, sin piedad y sin Cristo. Y el buen samaritano representa a Jesús, el extranjero despreciado que demostró una gracia abundante.

En nuestra condición urgente, muertos en el pecado, es claro que no son nuestras obras las que nos pueden salvar, sino la obra de misericordia que Jesús tuvo por nosotros. Él es el único que nos puede salvar.

El buen samaritano

Al reflexionar sobre la historia del buen samaritano a través de estas cinco claves de interpretación, podemos entender lo que ella nos enseña. Estos principios nos ayudan a superar una lectura superficial del texto y a meditar en su mensaje a la luz de toda la Escritura y con Jesús en el centro de nuestra interpretación.

Entonces, el mensaje de la parábola no es: «Sé un buen samaritano, y tendrás vida eterna». En cambio, el mensaje de Jesús es: «No te puedes salvar cumpliendo la ley de Dios, ¡tu única esperanza es Jesús, el verdadero buen samaritano!».

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