No es una tarea fácil someterse al liderazgo de otro pecador. Aunque reconozcamos la necesidad de someternos (los cristianos a Cristo, los ciudadanos a los líderes gubernamentales, los miembros de iglesia a sus pastores y las esposas a sus maridos), nuestro orgullo puede irritarse ante la idea de la sumisión y nuestros miedos pueden presentarnos todos los peores escenarios posibles.
Sin embargo, con frecuencia me he encontrado con un problema de sumisión diferente, uno que a veces puede resultar aún más doloroso: una esposa que desea someterse a su esposo, pero este falla de manera continua en ejercer su liderazgo. El alma de ella se encuentra entre la espada y la pared. Por un lado, tiene a la cultura que ve la sumisión como un vestigio de la era paleolítica y un asalto a su dignidad más básica. Del otro lado está su esposo, quien no ejerce el liderazgo, la protección y el sacrificio que su alma anhela.
Entonces, ¿cómo puede responder una esposa cuando su esposo falla en ejercer su liderazgo?
Examínate a ti misma
Si eres una esposa que lucha con esta situación, te expreso mi más sinceras condolencias. Es una especie de dolor terrible anhelar someterse a un buen liderazgo bíblico y, sin embargo, encontrarse en un yugo con alguien que parece desinteresado en ejercer esa autoridad. No obstante, quiero comenzar pidiéndote que examines tu propio corazón, ya que Cristo nos llama a quitar cualquier viga o mota de nuestros propios ojos antes de quitar las de otra persona (Mt 7:1-5).
¿Cómo estás orando?
Primero, ¿has estado llevando esto a Dios con regularidad? Santiago nos da dos lecciones claves sobre la oración y nuestros deseos (Stg 4:2-3). La primera es que no tenemos porque no pedimos. Si el liderazgo de tu esposo (o la falta del mismo) te ha causado frustración y dolor, ¿has estado llevando ese dolor al trono de la gracia? Muy a menudo, somos más rápidos en escribir, pensar y hablar sobre eso que en dedicar tiempo a orar al respecto.
La segunda lección de Santiago es que, cuando oramos, con frecuencia lo hacemos con malas intenciones. Puede que sea difícil discernir si tenemos malas motivaciones cuando oramos por un liderazgo bíblico. Pero, al sumergirnos profundamente en nuestras expectativas, podemos encontrar que lo que anhelamos no es simplemente un liderazgo cristiano, sino algo más complicado.
¿Qué esperas?
Entonces, ¿cuáles son tus expectativas sobre el liderazgo de tu esposo? ¿Esperas (quizás de manera inconsciente) que por tener un buen líder bíblico en el hogar vas a solucionar todos tus problemas matrimoniales?
Un esposo necesita saber que está bien que él dirija en el hogar y que tú realmente anhelas su liderazgo
Cuando las relaciones se vuelven difíciles, podemos concentrarnos en un solo aspecto y pensar: «Si esto fuera diferente, todo estaría bien». Una esposa puede imaginar que, si tan solo su esposo ejerciera su liderazgo, entonces tal vez él la entendería mejor, sería más atento, Dios le daría convicción de pasar más tiempo en casa o de ser más responsable en la toma de decisiones. Ella puede imponer una carga de una vida matrimonial perfectamente satisfecha sobre los hombros de un liderazgo bíblico imaginado.
También debes preguntarte: ¿cómo esperas que sea el liderazgo de tu esposo? Con regularidad, cuando deseamos ser liderados mejor, ya sea en el hogar, en el trabajo o en la iglesia, imaginamos que los que están en el liderazgo tomarán las mismas decisiones que nosotros. Pero ese no es un deseo de ser liderados; es un deseo de liderar, solo que por medio de un apoderado. La forma en que tú y tu esposo manejarían una situación por lo regular se verán distintas, aun dentro de los límites de una correcta cosmovisión bíblica.
¿Qué tan enseñable eres?
Esta es una pregunta más difícil en el proceso de evaluarte a ti misma: ¿Qué tan enseñable eres? El orgullo puede tener varias expresiones, pero una expresión común es la resistencia a ser enseñados o guiados. La Escritura es útil para enseñar, reprender, corregir e instruir en justicia (2 Ti 3:16). ¿Le has mostrado a tu esposo que estás dispuesta a ser enseñada, reprendida, corregida e instruida, por muy desagradable que pueda parecer a nuestro orgullo, a fin de tener un matrimonio más fiel a la Biblia? ¿O has permitido que tu orgullo herido hable por tí, declarando que el liderazgo bíblico genuino te es desagradable?
Por otro lado, si tu esposo usa un versículo como 2 Timoteo 3:16 de una manera que no conduce a la cruz, que no exhiba el espíritu manso de Cristo o produzca el fruto del Espíritu, entonces él puede estar usando el «liderazgo» solo para beneficio personal. En este caso, sería prudente confrontarlo con humildad. Si eso falla, debes pedir a los miembros de la familia de tu iglesia su consejo sabio y si es necesario, su intervención.
Ten compasión de sus luchas
Supongamos que has examinado tu corazón y, aunque no estás exenta de pecado, estás ansiosa por ser liderada de forma correcta. ¿Ahora que? Sé compasiva. Según B. B. Warfield, la compasión es la emoción número uno que los escritores de los evangelios atribuyen a Cristo. La compasión significa entrar en el mundo del otro sin perder la sujeción a la verdad.
¿Por qué tu esposo se muestra tan indeciso a la hora de ejercer su liderazgo? ¿Le has preguntado, no de manera condescendiente o en un momento de frustración o desesperación, sino solo por curiosidad amorosa? Estas son algunas razones comunes.
Primero, uno de los mayores miedos que tienen los hombres es ser incompetente. Percibirse como incompetente en cualquier grado puede destruir a un hombre. Esta respuesta no es piadosa; es el resultado del orgullo. Pero no hace menos cierto que los hombres quieren ser considerados como competentes. Además, cuanto más un hombre valore a una persona, más le importará lo que esa persona opine sobre su competencia. En especial si ustedes se sientan bajo la predicación de hombres con un don extraordinario de enseñanza, tu esposo —sabiendo que no puede vivir a la altura de la predicación, la enseñanza y la destreza de oración de sus pastores— puede sentirse que no tiene esperanza de que alguna vez pueda parecer tan competente frente a ti y sus hijos.
En segundo lugar, los hombres que quieren liderar a menudo carecen de la seguridad, las habilidades y el conocimiento sobre cómo hacerlo. En una cultura llena de fobia a la sumisión, liderar en el hogar puede parecer muy extraño o totalmente incorrecto. A veces, un esposo necesita saber que está bien que él dirija en el hogar y que tú realmente anhelas su liderazgo. Pero aun así, hay una gran cantidad de información que debe ser filtrada sobre qué significa liderar bien en el hogar, así como muchas opiniones diferentes. Estoy agradecido por los recursos que aportan claridad y coherencia bíblica para ayudarnos a discernir entre las voces estruendosas. Sin embargo, encontrar esas voces puede resultar tedioso e intimidante.
En tercer lugar, liderar bíblicamente significa conocer lo que Dios ha dicho sobre sí mismo y el mundo que Él ha creado como lo ha revelado en la Biblia. Sin embargo, vivimos en una época de increíble analfabetismo bíblico. Combatirlo implica tomar más tiempo de tu día para asegurarte de que todo lo que estés a punto de hacer o decir en casa, especialmente en un rol de liderazgo, sea genuinamente bíblico. Un hombre que ama a Jesús y a su familia no quiere llevar involuntariamente a su esposa e hijos por un camino no bíblico (o incluso herético). Hay muchos recursos disponibles para ayudar a hombres (y mujeres) a aprender la Biblia, pero tomarse el tiempo para asimilar esos recursos puede resultar abrumador.
Explícale cuáles son tus deseos
Pero el sentimiento es solo la primera parte de la compasión. Una vez que tienes una idea de algunas de las razones por las que tu esposo puede vacilar en liderar, ahora tienes la capacidad de explicarle tu deseo más sincero de ser liderada. Puedes hablar directamente al corazón de algunos de esos miedos o frustraciones que él pueda tener.
Explícale que estás dispuesta a someterte a él y que, a pesar de la presión cultural, deseas un hombre que lidere con el espíritu y la humildad de Cristo. Explícale que estás dispuesta a escuchar sus comentarios (basados en las Escrituras) aun cuando sea difícil y que tratarás, con toda honestidad, de responder como se espera de una esposa cristiana. Explícale que preferirías escuchar sus fervientes oraciones dirigiendo a la familia, sin importar cuán simples sean, que escuchar la oratoria elocuente de cualquier otro líder cristiano. Házle saber que él no necesita tener un título bíblico para abrir la Palabra de Dios con la familia. El simple hecho de colocar la Palabra delante de ti con regularidad une tu corazón al de él, así como une sus corazones a Cristo. Explícale que no lo juzgarás por su estilo, longitud o carisma.
Sin embargo, no es solo lo que dices; es como lo dices. Solicitar más liderazgo de un hombre que ya se siente avergonzado por no liderar puede salir mal con mucha facilidad. Si bien no eres responsable de cómo él toma esta solicitud, deseas equilibrar la honestidad con el amor de una esposa respetuosa (1 P 3:2). Si, de manera principal, te enfocas en el dolor y la frustración que entendiblemente puedes sentir, es poco probable que tal solicitud conduzca a una acción sincera. Equilibra la verdad con amor (Ef 4:15).
Fomenta su liderazgo
Una vez que has examinado tu situación con honestidad, has entendido las dudas de tu esposo de manera genuina y has explicado con seriedad tu corazón por el liderazgo, considera cómo podrías motivar a tu esposo de manera efectiva.
Nuestras expectativas de cambio son importantes. Todos han pecado y están destituidos de la gloria de Dios (Ro 3:23) y puede que no haya ningún ejemplo más doloroso u obvio para los esposos que su falta de liderazgo en el hogar. Lamentablemente, el pecado tiene sus patrones. Si el liderazgo ha sido una lucha para tu esposo en el pasado, las probabilidades de que se produzca una reforma radical sin luchas futuras es muy baja. El liderazgo bíblico de tu esposo puede sufrir altibajos. Se espera que la trayectoria general sea ver un aumento en su liderazgo con el tiempo, pero pueden llegar temporadas de estrés, preocupación, agotamiento o distracción en las cuales su liderazgo comience a fallar.
Es importante saber las maneras en las que tu esposo recibe ánimo. Cuando lidera bien, ¿responde positivamente a los cumplidos o los recibe como condescendientes? Cuando lidera mal, ¿responde a las críticas con humildad o con actitud defensiva? ¿Cómo puedes mostrar tu aprecio por sus intentos de liderazgo para que él se sienta realmente apreciado y respetado? ¿Cómo puedes mostrar tu preocupación cuando él no ejerce su liderazgo de una manera en la que él se pueda sentir comprendido y al mismo tiempo pueda agradecer tus comentarios? Saber la respuesta a estas preguntas requiere saber mucho sobre el corazón de tu esposo. Requiere dar forma a lo que haces para animar a tu esposo de manera tal que puedas satisfacer su personalidad dada por Dios en lugar de responder de una manera en que satisfaga la tuya.
El deseo de tener un líder cristiano fiel como esposo es un deseo piadoso
Sin embargo, permíteme repetirme aquí: no eres responsable de cómo él responde. Si tu esposo finalmente asume su responsabilidad de guiar a tu familia bíblicamente, es entre él y el Señor. Tú solo esperas poder eliminar los obstáculos razonables, sin importar cuánto esfuerzo requiera. Al final, si él camina, corre, tropieza o simplemente se acuesta y se rinde depende de su capacidad de respuesta al llamado de Dios.
Ayúdalo a liderar
El deseo de tener un líder cristiano fiel como esposo es un deseo piadoso (Ef 5:23). Es lamentable que en este mundo caído los deseos piadosos se ven frustrados por el pecado, tanto nuestros pecados como los de los demás. Si estás luchando con un esposo que se niega a liderar bíblicamente, entonces puede ser prudente tomarte un tiempo para examinarte, tener compasión de sus miedos y frustraciones, explicarle tus anhelos y compromisos y aprender a animar con amor y respeto.
Si bien no existe una solución única para crear un liderazgo bíblico en el hogar, este plan basado en las Escrituras de cuidar el corazón mientras se comunica la preocupación, puede ayudar a crear un entorno en el que el liderazgo pueda florecer.