×

Hace años, un amigo me confesó que tenía dificultades para relacionarse con otros. Su respuesta fue refugiarse en los libros y pasar horas solo en la biblioteca. Lo entiendo. A veces, los libros parecen un mejor refugio que las personas.

Pero su historia me hizo pensar: ¿y si la lectura —en especial la lectura de libros cristianos y edificantes— no fuera solo un escape o ejercicio individual, sino una oportunidad para acercarnos más a otros? ¿Y si leyéramos en comunidad, en vez de aislarnos?

Por eso hoy quiero hablarte de lo que llamo Lectiva, un juego de palabras para «lectura activa».

Leer debería ser una experiencia activa: pensar, imaginar, conectar. Pero no siempre lo vivimos así. Lectiva busca cambiar eso. No es un método para nada nuevo, pero sí útil. Y quiero mostrarte por qué puede transformar tu forma de crecer en comunidad. Por supuesto, no es la única forma de hacerlo, pero no puedo dejar de compartir sus beneficios contigo.

Lectiva: lectura activa en comunidad

El método Lectiva consiste en… leer un libro en voz alta en grupo. Sí, de eso se trata. Eso es todo. Sé que es una definición sencilla, pero así es este método.

¿Cómo funciona? Para responder es necesario señalar tres verbos que todo participante necesita ejercer para aprovechar al máximo su participación. Una vez el grupo ha elegido el libro que desea leer, cada miembro debe tener su propia copia del libro, debe leer un párrafo en voz alta por turno y necesita resaltar lo que le parece interesante y digno de mencionar al final de la lectura.

En tiempos antiguos la lectura era un acto comunitario, así que hoy podemos recuperar esa práctica para fomentar la comunión y el crecimiento conjunto

¿Por qué un grupo de lectura en voz alta? Esta propuesta no es nueva. La Biblia nos cuenta que el pueblo de Dios se reunía para escuchar la lectura de las Escrituras, ¡y en ocasiones lo hacían por horas! (p. ej., Dt 31:11; Éx 24:7; 2 R 23:2; Neh 8:1-3, 18).

En Nehemías 8:1-3, por ejemplo, el pueblo se congrega al aire libre para escuchar la lectura de la Ley durante varias horas. Esto no solo era un acto de devoción, sino también de unidad: todos —hombres, mujeres y quienes podían entender— escuchaban juntos. La lectura era pública, colectiva y respondía a una necesidad espiritual y comunitaria.

Así como en tiempos antiguos la lectura era un acto comunitario, hoy podemos recuperar esa práctica para fomentar no solo el conocimiento, sino también la comunión y el crecimiento conjunto. Podemos aplicar este método de lectura tanto con libros edificantes como con la Biblia.

Los beneficios del método Lectiva

En un mundo que está lleno de distracciones es importante que desarrollemos estrategias para aprovechar mejor la lectura. Entre los beneficios que he notado usando este método están:

⁠- Una mayor concentración

Cuando cada miembro del grupo tiene su propio libro y participa de una lectura en voz alta, podrá tener una mayor concentración debido a que el ejercicio del habla activa al menos tres de los cinco sentidos:

  • Escucha tanto cuando lee en voz alta como cuando los demás leen.
  • Mira al seguir la lectura mientras otros leen en voz alta.
  • Sostiene el libro en sus manos.

– ⁠Un mayor aprovechamiento del tiempo de lectura

En los grupos de lectura tradicionales se tiene la tendencia a dejar de tarea leer en casa. Sin embargo, con este método, el participante llega a leer al grupo. De esta manera, ninguno se siente culpable o incapaz por no haber leído (sí, hay quienes desisten de formar parte de un grupo de lectura tradicional por no cumplir con la lectura en casa).

⁠- Un mejor cultivo del hábito de leer

Al llegar al grupo a leer, el participante podrá subrayar lo que le interesa y podrá compartir sus inquietudes al final del tiempo de lectura. De esta forma, desarrollará de a poco el hábito de hacer una lectura analítica.

Algunas recomendaciones

A la hora de leer la Biblia o libros edificantes con otras personas, lo más importante es orar antes o después, pues dependemos del Espíritu Santo para entender la verdad, crecer en discernimiento y caminar con sabiduría. Además de eso, estas son algunas recomendaciones:

– Para moderar la dinámica

Es útil contar con un facilitador que guíe el ritmo del grupo, anime la participación equitativa y prepare algunas preguntas para la reflexión final. Al principio, algunas personas pueden sentirse incómodas al leer en voz alta. En esos casos, es útil permitir que participen solo escuchando hasta que se sientan más seguras o darles la opción de leer párrafos cortos.

Además, el grupo debe mantener una actitud paciente y comprensiva, respetando los distintos ritmos de lectura y evitando correcciones innecesarias que puedan desalentar a los participantes.

– Para mantener el interés grupal

Sugiero comenzar con libros breves, bien escritos y con capítulos definidos. Libros devocionales, biografías cristianas o temáticas prácticas son un buen inicio. Algunos libros que he leído junto a mi esposa con este método son ¡Ayuda! Estoy casada con mi pastor, Por el poder del Espíritu, Siervos para Su gloria y pronto empezaremos con Una iglesia conforme al corazón de Dios.

Reflexionemos en libros que nos lleven a vivir el evangelio de Cristo en la vida cotidiana

También intentamos con otro libro, pero francamente no nos funcionó, porque su lectura nos resultaba poco fluida y desistimos de seguir. Así que siéntete en la libertad de terminar de leer un libro o no, pero asegúrate de elegir un buen libro antes de comprarlo para el grupo.

Sumado a esto, para mantener el interés, recomiendo sesiones de lectura no mayores a media hora, eligiendo libros breves o dividiendo el contenido por capítulos bien delimitados.

– Para sostener el hábito

Después de la lectura, destinen de diez a quince minutos para comentarios libres. No se trata de una clase, sino de un espacio de diálogo. Usen preguntas como «¿Qué tocó tu corazón?», «¿Qué no entendiste?» o «¿Qué te gustaría aplicar?».

Procuren reunirse en un horario fijo, idealmente una vez por semana, para formar el hábito. Una taza de café o una merienda ligera también ayuda a hacer el espacio más cálido y esperado.

En el caso de usar este método en familia, creo que la mejor manera de aprovecharlo es leyendo de lunes a viernes. Con mi esposa disfrutamos tanto de este tiempo que incluso hay sábados y domingos que sentimos la necesidad de leer juntos y lo hacemos. Aunque también tenemos compromisos que en ciertas semanas nos impiden leer todos los días.

De cualquier forma, tratamos de respetar nuestro tiempo juntos de lectura para buscar la guía del Señor, mientras reflexionamos en libros que nos lleven a vivir el evangelio de Cristo en la vida cotidiana, en quien tenemos el mejor refugio para nuestras vidas y que podemos ofrecer a los demás.

Leer no tiene que ser solitario. Puede ser una forma de crecer… juntos.

Recibe cada día los artículos, podcasts, y vídeos más recientes.
CARGAR MÁS
Cargando