Esta pregunta fue enviada y respondida desde la columna Thorns and Thistles (Espinas y cardos) de TGC, que busca aplicar sabiduría con consejos prácticos sobre la fe, el trabajo y la economía.
Con respecto al diezmo en la vida cristiana, te invitamos a leer otras perspectivas en nuestra biblioteca virtual de recursos sobre el tema.
Me cuesta hacer la transición entre la universidad y la vida adulta; cosas como llevar las finanzas y encontrar energía para hacer algo después del trabajo.
No estás solo. Aunque no conozco los problemas concretos a los que te enfrentas, hay algunas dificultades comunes a los recién graduados. Los ritmos y rutinas de la vida fuera de la universidad son claramente distintos a los de la universidad. Eso puede crear nuevos retos, pero también nuevas oportunidades.
Afortunadamente, hay pasos prácticos que puedes dar para establecer hábitos saludables que honren a Dios con tu tiempo, dinero y relaciones.
Tiempo
No me sorprende que no tengas energía para hacer nada después del trabajo. La vida laboral a tiempo completo puede ser agotadora y consumir gran parte de nuestro tiempo, energía e incluso emociones.
Tiene un ritmo diferente al que tenías como estudiante a tiempo completo. En la universidad, vivías en intervalos de doce a trece semanas y siempre había un «siguiente paso» evidente. El calendario académico se basa en una rutina de cambios. Hay un marco temporal bien definido para instalarse, acelerar, llegar a un crescendo, relajarse y descansar un poco antes de volver a hacerlo. Las prácticas profesionales son similares.
El resto de la vida no es así. Después de graduarte, empiezas a trabajar y sigues trabajando. No hay crescendos obvios de la misma manera. Aunque tu trabajo tenga un ritmo cíclico, las tareas son en gran medida las mismas que la última vez. Rara vez se espera con impaciencia el momento de cerrar todo con un lazo y seguir adelante. Aunque es probable que cambies de trabajo en algún momento, no sabes cuándo. Puede que sea dentro de años, o incluso décadas.
Sin las temporadas naturales integradas en el año, conviene prestar mucha atención a las prácticas y hábitos que conforman las rutinas diarias y semanales.
En primer lugar, ya que no te queda mucha energía después del trabajo, sé consciente de cómo estructurar tu tiempo libre. Considera como no negociable formar parte de un grupo pequeño de la iglesia. Encuentra una manera de ser voluntario o de servir. Elige momentos clave de la semana para anclarte en una comunidad cristiana.
En segundo lugar, establece una práctica regular de descanso. Tomar un sabbat puede parecer que tienes menos tiempo en tu semana, ¡eso mismo que te falta! Pero Dios sabe que necesitamos descansar por razones físicas, emocionales y espirituales. La práctica del sabbat no solo te proporcionará un descanso necesario en tu rutina semanal y te permitirá centrarte en la adoración, sino que también comenzará a reajustar la forma en que experimentas tu trabajo a lo largo de la semana.
Una de las razones por las que Dios ordenó a los israelitas que descansaran era para ayudarles a recordar que ya no eran esclavos, que ya no los definía su trabajo (Dt 5:12-15). Un sabbat semanal les ayudaba —y nos ayuda— a personificar físicamente esa realidad. Descansar nos empuja más profundamente en la historia de Dios sobre quiénes somos.
Dinero
Tomar un sabbat es una forma de ofrecer a Dios el recurso limitado de tu tiempo. Mi consejo financiero es similar: diezma. Haz del dar un compromiso y un valor.
Jesús dice que donde esté nuestro tesoro, allí estará nuestro corazón (Mt 6:21). Lo que hacemos con nuestro dinero, tiempo y emociones dirige nuestro corazón. Cuando damos lo poco que tenemos, valoramos adónde va a parar. Da a tu iglesia y querrás verla florecer. Da a las misiones y querrás ver avanzar el evangelio. Dona a organizaciones benéficas y querrás ver empoderados a los pobres. En lugar de esperar a que te motiven para dar, da y te sentirás motivado.
Servimos a un Dios generoso. En Malaquías leemos: «“Traigan todo el diezmo al alfolí, para que haya alimento en Mi casa; y pónganme ahora a prueba en esto”, dice el Señor de los ejércitos, “si no les abro las ventanas de los cielos, y derramo para ustedes bendición hasta que sobreabunde”» (Mal 3:10).
He descubierto que esto es cierto no solo con el dinero, sino también con el tiempo. Cuando doy al Señor, Él me lo devuelve en abundancia.
Comunidad
Quizás el mejor consejo que puedo darte es que vivas en comunidad cristiana después de la universidad. Esto no solo puede ahorrar dinero, sino que vivir con personas que aman a Jesús es una gran ayuda para construir rutinas vivificantes en tu vida diaria.
Sin duda, la mejor decisión que tomé justo después de la universidad fue mudarme a un pequeño apartamento con algunos otros hombres cristianos. Vivir con creyentes significaba que tenía amigos con los cuales orar regularmente y a quienes rendir cuentas. Sabían por lo que estaba pasando y podían compartir lo que ellos estaban pasando. De diferentes maneras, todos luchábamos con las finanzas y con tener la energía para cumplir con nuestras responsabilidades, pero navegábamos por esas luchas juntos.
Las marcas de un adulto
En última instancia, tener éxito como adulto no consiste en encontrar suficiente dinero y tiempo para salir adelante. Se trata de descubrir tu propósito en la vida: «glorificar a Dios y disfrutar de Él por siempre», y entonces responder.
También se trata de servir a los que te rodean con tu dinero, tiempo y energía. El hecho de que otras personas dependan de ti de alguna manera, ya sea tu familia o tu comunidad, es quizá el rasgo distintivo de lo que significa ser adulto. Puede que esto te asuste ahora mismo. Pero uno de los mayores gozos de la adultez es ser responsable de otros. Nos ayuda a recordar que no somos nuestros, sino que pertenecemos a Cristo. En última instancia, no hay mayor consuelo, ni en la vida ni en la muerte.
Al dar tu tiempo y energía, tu aprecio por lo que Cristo ha hecho por ti cultivará el deseo de vivir para los demás. Poco a poco, con hábitos útiles, descubrirás cómo seguir fielmente a Jesús como adulto.