La escena se repite una y otra vez: Un cristiano se dispone a evangelizar. Este personaje, a pesar de sus temores, halla en Cristo la valentía para exponer las premisas centrales de su fe con un compañero, un familiar, o quizá un vecino. Aunque conoce el contenido del evangelio, pronto se encuentra en terreno desconocido. Su exposición es refutada inmediatamente por argumentos filosóficos, históricos, y científicos. Estos argumentos aparentan ser sólidos; parecen desmantelar la validez de la fe en Dios y la veracidad del evangelio. ¿Ahora qué?
En Tácticas, Gregory Koukl presenta una guía para encarar sabiamente este tipo de encuentros. Mientras otros libros de apologética se centran en proveer argumentos para contrarrestar los ataques de los incrédulos, Koukl opta por delinear un plan de acción que promete ayudar al lector a maniobrar las conversaciones sobre sus convicciones de forma cómoda y amable. El autor llama a su método el modelo del embajador. Según Koukl, “este acercamiento se centra más en despertar la curiosidad de forma amigable —una forma de relajada diplomacia— que en la confrontación” (p. 20).
Para Koukl, el embajador de Cristo del siglo veintiuno necesita tres atributos clave. Primero, el conocimiento esencial del evangelio. Pero una mente informada no es suficiente; el segundo atributo cardinal del embajador es la sabiduría. Poseer esta virtud permite que el mensaje del embajador sea claro y persuasivo. Por último, el representante de Cristo debe poseer un carácter que encarne las virtudes del reino. La segunda habilidad, la sabiduría táctica, representa el principal enfoque de este libro (p. 25).

Tácticas
Gregory Koukl
Tácticas presenta un sinnúmero de herramientas versátiles para utilizar en diferentes contextos y circunstancias. Una de las grandes virtudes de este material es que es práctico. Más que conceptos teóricos, el autor explica con claridad cómo aplicar cada estrategia, reforzando cada punto con experiencias de su fructífero ministerio apologético.
Recomiendo este libro a todo cristiano. Sin duda, el Cuerpo de Cristo necesita más hombres y mujeres que encarnen Colosenses 4:6, y que estén preparados para responder a los argumentos de los incrédulos con sabiduría y mansedumbre.
El autor divide el libro en dos secciones. La primera parte —compuesta de seis capítulos— busca poner los cimientos. Los primeros dos capítulos presentan su método y plan de acción, y el resto explican el uso de la táctica Colombo. Esta es la táctica central del libro. El uso de esta estrategia ayuda a “pasar a la ofensiva de forma inofensiva, utilizando preguntas cuidadosamente seleccionadas para adelantar la conversación de forma productiva” (p. 49). La táctica Colombo —con preguntas cómo “¿Qué quiere usted decir exactamente?” o, “¿Cómo ha llegado usted a esta conclusión?”— cumple tres propósitos clave: ayuda a entender con mayor claridad las creencias de la otra persona, obliga al escéptico a explicar las razones de sus puntos de vista, y sobretodo nos permite dirigir la conversación en una determinada dirección.
La segunda parte del libro tiene ocho capítulos. Esta sección presenta una variedad de tácticas que prometen ayudar al lector a encontrar grietas en los argumentos presentados por otros. El propósito central de estas estrategias es identificar y desenmascarar los errores lógicos de los argumentos en contra de nuestra fe.
El autor asigna a cada estrategia nombres ingeniosos que facilitan la memorización. Por ejemplo, “Suicidio”, “Infanticidio” y “Rivalidad entre hermanos” son términos usados para describir diferentes formas en que las declaraciones o los argumentos son autodestructivos (p. 128). Otros ejemplos de las tácticas presentadas por Koukl son las tácticas del “Becario Rhodes” —una herramienta que podemos usar cuando alguien recurra a la opinión académica en contra de nuestro criterio— y “Solo los hechos, señora”, táctica usada en casos en los que la persona que reta al cristianismo usa datos errados.
Según Koukl, las tácticas expuestas permitirán al cristiano contrarrestar diferentes clases de argumentos. Estas estrategias también permiten maniobrar con tacto toda clase de conversaciones, incluso aquellas con individuos de personalidad fuerte que intentan dominar los diálogos.
¿Son necesarias las tácticas?
Al leer la premisa del libro, algunos podemos cuestionar la necesidad y utilidad de las tácticas en nuestra labor como embajadores de Cristo. Al fin y al cabo, ¿no es Dios el único capaz de convencer y llevar a una persona a aceptar las verdades bíblicas?
La respuesta del autor es clara y contundente: “El hecho de que el Espíritu de Dios desempeñe un papel vital no significa necesariamente que la razón y la persuasión no cuenten para nada” (p. 36-37). Es cierto, sin la obra de Dios, nada funciona; sin embargo, bajo la influencia y poder del Espíritu Santo, los argumentos convencen. Nosotros plantamos las semillas, pero es Dios quien produce cualquier medida de crecimiento.
Koukl lo expresa de esta manera: “Me gusta llamar a este principio «100 % Dios y 100 % hombre». Yo soy plenamente responsable de mi parte, y Dios lo es plenamente de la suya. Yo me concentro en ser fiel, pero confío en que Dios es eficaz. Algunos responderán, y otros, no. Los resultados son cosa suya, no mía. Esto me quita una inmensa carga de los hombros” (p. 39). De este modo, el autor nos invita a contentarnos con plantar semillas que más adelante puedan florecer bajo los cuidados soberanos de Dios.
Las tácticas que Koukl presenta en este libro no son trucos para avergonzar, ni astutas artimañas para manipular. Más bien, son técnicas sumamente útiles para gestionar conversaciones difíciles.
Tácticas presenta un sinnúmero de herramientas versátiles para utilizar en diferentes contextos y circunstancias. Una de las grandes virtudes de este material es que es práctico. Más que conceptos teóricos, el autor explica con claridad cómo aplicar cada estrategia, reforzando cada punto con experiencias de su fructífero ministerio apologético.
Recomiendo este libro a todo cristiano. Sin duda, el Cuerpo de Cristo necesita más hombres y mujeres que encarnen Colosenses 4:6, y que estén preparados para responder a los argumentos de los incrédulos con sabiduría y mansedumbre.