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La figura de una pirámide es un recurso didáctico usado con frecuencia para establecer el orden correcto de las prioridades para la preservación de la vida humana y su correcto desarrollo. Algunos ejemplos que hacen uso de este recurso son: La pirámide alimenticia, que habla del orden de nuestras necesidades nutricionales; la pirámide de Maslow, que señala las prioridades para la supervivencia humana; o la pirámide de Kelsen, que establece el orden de las jerarquías en el campo jurídico.

Cada una de las pirámides mencionadas ayuda a comprender cuál es el orden de las prioridades humanas en sus respectivas áreas, bajo la premisa de que si uno de sus elementos falta —o es movido de su lugar— la vida humana peligra.

Lo anterior también sucede en la vida cristiana. La salud espiritual está en riesgo cuando el creyente ignora cuáles son los elementos imprescindibles dados por Dios para que sus hijos vivan en este mundo y cuál debe ser el orden de los mismos.

La pirámide de la sabiduría

La pirámide de la sabiduría

Editorial Patmos. 192 páginas.

En La pirámide de la sabiduría, McCraken expone que en la vida del creyente hay elementos imprescindibles —como la Escritura y la iglesia local— y que también existen recursos como los libros y la naturaleza que nos ayudan a conectar con nuestro entorno de una manera que honre a Dios. ¿Cómo lo hace? El autor divide su libro en dos partes denominadas «las dos fuentes principales».

Editorial Patmos. 192 páginas.

Conoce «la pirámide de la sabiduría»

Me alegró mucho encontrar un libro cristiano que estructura el orden de las prioridades de consumo de información en la vida del creyente de una manera clara y fácil de memorizar, pensando en los retos de vivir en la generación de «la glotonería informática».

Te hablo de La pirámide de la sabiduría: Cómo alimentar tu alma en un mundo posverdad (Editorial Patmos, 2021), escrito por Brett McCraken, quien es escritor, periodista y pastor en la iglesia Southlands en Santa Ana, California. El propósito principal del autor al escribir este nuevo recurso es el siguiente:

«Este libro propone que necesitamos una mejor dieta de conocimiento y mejores hábitos de consumo de información. Para volvernos sabios en la era de la información, donde las opiniones, los comentarios, las diversiones y las distracciones son abundantes, pero la sabiduría escasea, debemos ser más exigentes con lo que consumimos. Necesitamos una dieta compuesta de fuentes de sabiduría duraderas y confiables en lugar de la información fugaz y poco confiable que nos bombardea hoy; una dieta rica en lo que fomenta la sabiduría y baja en lo que fomenta la insensatez» (p. 10).

En esta cita, el autor señala que en nuestra generación existen contrastes que resultan irónicos; como el hecho de que hay tanta información disponible en nuestras manos, pero —a la vez— hay poca sabiduría para distinguir entre lo real y lo imaginario, la verdad y la mentira, y la renuencia a hacer lo correcto según los estándares de Dios establecidos en su Palabra.

En La pirámide de la sabiduría, McCraken expone que en la vida del creyente hay elementos imprescindibles —como la Escritura y la iglesia local— y que también existen recursos como los libros y la naturaleza que nos ayudan a conectar con nuestro entorno de una manera que honre a Dios. ¿Cómo lo hace? El autor divide su libro en dos partes, lo que he denominado «las dos fuentes principales».

Identifica las dos fuentes principales que nos afectan

Todo diagnóstico médico revela al menos dos datos esenciales que ayudarán a encontrar la posible solución para tratar una enfermedad: en primer lugar, el médico identifica el origen de una enfermedad y, segundo, define los pasos a seguir para recuperar nuestra salud. McCracken hace algo como esto al dividir su libro en dos partes importantes: (1) Las fuentes de nuestra enfermedad, (2) las fuentes de nuestra sabiduría.

Las fuentes de nuestra enfermedad

Como su nombre lo indica, esta sección identifica cuáles son las fuentes que alimentan la enfermedad de un internauta. Por ejemplo, la glotonería informática, tiene que ver con aquellos hábitos que dañan al navegar en internet, tales como: comer demasiado, comer demasiado rápido y consumir solo lo que «me gusta». McCraken afirma:

«Así como es peligroso comer demasiada comida y comer demasiado rápido, tampoco es saludable comer alimentos que no han sido probados, alimentos que consideras comestibles o nutritivos basándote solo en tus gustos o preferencias personales o en tus instintos viscerales» (p. 52).

Mejorar nuestra dieta y hábitos de consumo de información será una tarea cuesta arriba si no somos intencionales y estratégicos. Es por eso que en este recurso puedes encontrar los consejos necesarios para ayudar a otros, o a ti mismo, a seguir una ruta hacia esa anhelada salud espiritual. Esto me lleva a las siguientes fuentes mencionadas por McCraken.

Las fuentes de nuestra sabiduría

El autor afirma que…

«Necesitamos orientación sobre cómo navegar diariamente por el exceso de información disponible para nosotros, un marco de ordenamiento para navegar por el ruido y el lío de nuestro momento cultural. Necesitamos una “pirámide de la sabiduría”» (p. 11).

¿Cómo está estructurada esa pirámide cristiana de la sabiduría? Imagina una pirámide como la nutricional, pero coloca desde su base los siguientes elementos en orden ascendente: (1) La Biblia; (2) la iglesia; (3) la naturaleza; (4) los libros; (5) la belleza; (6) internet y las redes sociales. Aunque en la cúspide se posiciona la internet y las redes sociales, debemos comprender que nuestro comportamiento correcto en esa área en nuestra vida dependerá de la base sobre la que descansa. Es decir, todo creyente tendrá hábitos de consumo de información adecuados si tiene como base los cinco elementos anteriores en el orden y dosis correctos.

Identifica la sabiduría de Dios en tu consumo de información

La primera parte de La pirámide de la sabiduría enfatiza tres tendencias de la era de la información que nos hacen insensatos: demasiadas cosas, demasiado rápido, demasiado centrado en mí. La segunda parte presenta un paradigma para una «dieta» de información que nos lleva más a la sabiduría y a la salud espiritual. ¿Cómo podrían ser distintas nuestras vidas si tomáramos en serio un paradigma como este? ¿Qué frutos nuevos y contraculturales darían nuestras vidas?

Aquí hay tres marcas que el autor espera que veas sobre la sabiduría en su libro:

  1. Discernimiento en un mundo de «demasiadas cosas».
  2. Paciencia en un mundo «demasiado rápido».
  3. Humildad en un mundo «demasiado centrado en mí».

Necesitamos esa sabiduría que procede de lo alto y que nos permite diferenciar entre lo bueno y lo malo, según la Biblia, para elegir la verdad que honra al Señor (Ef 5:10).

«Sin la verdad, estamos encerrados en una prisión creada por nosotros mismos; pero, gracias a Dios, la verdad existe y no en un sentido abstracto. Existe en la forma de una persona: Jesucristo, que dijo “Yo soy el camino, la verdad y la vida” (Jn 14:6) y que llama a todo vagabundo digital exhausto a sentarse a sus pies y encontrar descanso» (p. 167).

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