Cuando estaba en la universidad escuché una frase que cambió mi vida: “El propósito de nuestra existencia es glorificar a Dios y disfrutar de Él por siempre”. Pasé tiempo dándole vueltas a ese enunciado, buscando en la Biblia si era verdad. Cuando me convencí de que efectivamente ese era el propósito de mi existencia, una revolución comenzó dentro de mí.
Si ese es nuestro propósito, ¿cuál es el de Dios? ¿Podemos de alguna manera saber cuál es el propósito de la existencia de Dios? ¿Es siquiera correcto hacernos esa pregunta? En Los deleites de Dios, el pastor y teólogo John Piper busca ofrecer una respuesta bíblica a estas interrogantes.
En su libro, Piper nos demuestra que el propósito de Dios es glorificarse a sí mismo y deleitarse en sí mismo por toda la eternidad.

Los deleites de Dios
John Piper
El deleite de Dios
“Lo que la iglesia y el mundo necesitan hoy”, escribe John Piper, “más que ninguna otra cosa, es conocer y amar a Dios, el Dios grandioso, glorioso, soberano y feliz que muestra la Biblia” (p. 19). La mejor manera de conocer a Dios es conociendo en lo que Él se deleita. De la misma manera que un esposo conoce a su esposa más profundamente cuando entiende que ella prefiere las gerberas a las rosas, o los dulces picantes a los chocolates, igualmente nosotros conocemos a Dios al percatarnos de los objetos de su deleite.
La premisa del libro, “el valor y la excelencia de un alma se miden por el objeto de su amor”, es una frase escrita por Henry Scougal (1650-1678) para describir el alma humana. Lo que una persona ama determina su valor y excelencia. Piper busca aplicar esta misma frase a Dios. En otras palabras, el valor y la excelencia de Dios se miden por el objeto del amor de Dios. ¿Qué es lo que el Señor ama? ¿En qué se deleita? ¿Hacia qué, o quienes, se desborda en demostración de amor? Esa es la pregunta crucial.
Los objetos de su deleite
El libro consta de diez capítulos, y en cada uno de ellos el pastor Piper nos lleva por un emocionante recorrido a través de todas las Escrituras, analizando cuidadosamente aquellos pasajes que nos hablan de aquello en lo que Dios se deleita.
Por supuesto, el libro comienza con el deleite de Dios en su Hijo, mostrándonos cómo y por qué Dios tiene un intenso amor por Jesucristo. Nos demuestra las diferencias entre Jesús el Hijo, y nosotros como hijos. No es una discusión teológica abstracta, sino bastante práctica: “Si el deleite de Dios en su Hijo se convierte en nuestro deleite, entonces Jesús, el objeto de nuestro deleite, tendrá para nosotros un valor personal inagotable” (p. 25). El libro va más allá, pues el capítulo seis explora el deleite de Dios en quebrantar a su Hijo: Dios mismo decidió que su Hijo muriera por nosotros, y esto le complació.
Uno de mis capítulos favoritos fue el quinto, en donde se explora el deleite de Dios en la elección. Piper discute esta doctrina cuidadosamente, analizando objeciones y demostrando lo que la Biblia enseña. Al final, ¿por qué elige Dios? Porque se deleita en ello. “La respuesta es que la motivación vino del deleite de Dios. El amor electivo de Dios es absolutamente libre. Ese amor consiste en el fluir misericordioso de su felicidad ilimitada, guiada por su sabiduría infinita” (p. 144). Dicho de otra manera, Dios nos ama porque se deleita en amarnos.
Dios nos ama porque se deleita en amarnos.
El resto del libro examina el deleite de Dios en lo que hace, en su creación, su fama, en hacer el bien a los que en Él esperan, en las oraciones de los justos, en la obediencia personal y justicia pública, y en ocultarse a los sabios y revelarse a los niños.
Una de las principales fortalezas de Los deleites de Dios es que los temas de cada capítulo provienen de una teología bíblica, es decir, de estudiar lo que la Biblia misma dice acerca del deleite de Dios. El autor no buscan imponer su pensamiento, sino dejar que las Escrituras dicten el bosquejo del libro.
Un libro para algunos
¿Para quién es este libro? De cierta manera me gustaría decir que para todos, porque estoy seguro de que todo creyente encontrará en este él gran enseñanza y mucha bendición.
Sin embargo, me parece que este es un libro para los cristianos a quienes les gusta pensar. John Piper escribe libros que no son fáciles de leer. No son tu “típico libro cristiano”. Para leer este libro se necesita tiempo. Se necesita poner el celular en silencio. Sin duda se necesita una pluma y un marcador. Es un libro desafiante (casi 400 páginas), a veces frustrante (¡tantas notas al pie!), y que te obliga a leer algunas secciones dos o tres veces para entenderlas.
Es un libro para los que les gusta comer carne y masticarla por un rato. Para terminarlo uno tiene que avanzar como explorador con machete en mano.
Pero al final, Los deleites de Dios es un libro que deleita. De esos libros que valen la pena leer, ya que demuestra convincentemente que, como dijo Jonathan Edwards, “el disfrute de Dios es la única felicidad que puede satisfacer nuestra alma” (p. 103).