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¿Quién escribió Habacuc? Habacuc

¿Para quién fue escrito Habacuc? El pueblo de Judá y sus futuras generaciones.

Cuéntame un poco acerca de Habacuc. Habacuc tiene 3 capítulos, 56 versículos, y es uno de los libros de los profetas menores del Antiguo Testamento. A diferencia de otros libros proféticos, en este libro el autor no se dirige al pueblo de Judá. Más bien se lee como una conversación (o una serie de preguntas y respuestas) entre el profeta Habacuc y Dios. Fue escrito entre 640–609 b.c., un tiempo turbulento en la historia de Judá en el cual el pueblo de Dios adoraba a otros dioses y era casi indistinguible de otras naciones. Este libro se puede dividir simplemente en dos lamentos, dos respuestas, y una oración (en forma de canto).

¿De qué se trata Habacuc? Habacuc es la historia de un hombre que al igual que Job, mira la violencia y las injusticias que ocurren a su alrededor y pregunta: “¿Dónde estás Dios?” (Habacuc 1:2). En este punto de la historia de Israel, la nación estaba dividida, y en Judá (el reino del sur) la ley había sido rechazada o ignorada por completo, particularmente por sus líderes. Judá también había sido influenciada excesivamente por otras naciones paganas. Lamentablemente, cuando los líderes de una nación dejan a un lado la ley de Dios, toda la nación cae en desorden social. Gobernantes se vuelven corruptos y la gente responde a las injusticias en su vida con más violencia.

Al observar el triste estado de su pueblo, Habacuc lucha con la relación que Dios tiene con ellos. Esta historia traza progresivamente este lucha, comenzando con el primer lamento del profeta.

 

Primer lamento (Habacuc 1:2-4) y respuesta (1:5-11)

El primer lamento de Habacuc es una oración en la cual el profeta le reclama a Dios por permitir que los pecados de su nación —inmoralidad, injusticia, e idolatría— quedaran sin castigo (Habacuc 1:4). Habacuc está afligido porque Dios no ha contestado sus oraciones y no ha respondido con justicia a todas las injusticias que han ocurrido a su alrededor. La ley, de acuerdo a Habacuc, es debilitada y la justicia torcida (v. 4). Las notas del ESV Study Bible observan: “En medio de la corrupción espiritual interna de Israel y de la presión política externa, el profeta comienza a dudar si habrá justicia contra el mal y misericordia para los fieles”.

Sin embargo, las oraciones de Habacuc no quedan sin respuesta. ¡Dios responde!, pero tal vez no con las noticias que el profeta esperaba. Él dice que ha visto la maldad de Israel pero también lo llama a mirar a las otras naciones. Los asirios estaban disminuyendo en poder mientras los caldeos, —una etnia particular de los babilonios— crecían. Estos eran incluso más malvados y corruptos que los israelitas, pero Dios afirma que los usaría para castigar a Judá (Habacuc 1:6).

Segundo lamento (1:12-2:1) y respuesta (2:2-20)

Como era de esperar, esta respuesta no anima a Habacuc y nuevamente se acerca a Dios con otro lamento. La pregunta del profeta es una pregunta común de hoy: ¿cómo puede un Dios santo usar a personas o circunstancias (o en este caso, naciones) pecaminosas para cumplir sus propósitos? Habacuc ahora está aún más perplejo y confundido por la respuesta de Dios. Afirma la santidad de Dios (v. 12), pero no entiende cómo puede usar a una nación como la de los caldeos quienes adoraban ídolos, esclavizaban a otras personas tratándoles como animales, y destruían otras naciones (Habacuc 1:14-17). Tan profunda es la aflicción de Habacuc que termina su lamento diciendo que esperaría en su puesto de guardia sobre la fortaleza de la ciudad para escuchar la respuesta de Dios (2:1).

Nuevamente, Dios responde, esta vez asegurándole que juzgará y castigará a todas las naciones por su maldad en el tiempo indicado. Dios continua recordándole que la maldad del mundo nunca prosperará porque Él está orquestando  todas las cosas —hasta las injusticias del mundo— para cumplir sus propósitos justos (Habacuc 2:3). En cinco “ayes”, Dios describe por qué Babilonia será juzgada y cualquier nación que sigue en sus pasos también. Aunque no se sabe cuando Dios llevará a cabo este juicio, el llamado del justo es esperar con paciencia y tener fe que Dios cumplirá sus promesas (Habacuc 2:4). Esta respuesta no es solo para Habacuc, sino que Dios le manda al profeta a escribir esta visión para que las futuras generaciones pudieran también ser recordados de la gloria de Dios sobre todas las naciones (v. 2).

Una oración (3:1-19)

Al considerar la magnitud del poder de Dios, Habacuc recuerda con temor el juicio de Dios sobre todas las naciones, ruega por la misericordia de su propia nación (Habacuc 3:2), y finalmente concluye con gozosa confianza en el Señor. Habacuc comienza su serie de oraciones exigiendo que Dios responda a sus preguntas sobre el pecado de Israel y la destrucción venidera. Termina con este canto de oración, en el que humildemente reconoce y confía en la sabiduría, el poder y el plan de Dios. Este canto de oración narra las obras de Dios en nombre de su pueblo en el pasado, particularmente en el éxodo de Israel de Egipto. El temor de Habacuc de Dios es alimentado por su conocimiento del juicio pasado de Dios sobre las naciones y este conocimiento se traduce en la confianza de que Dios llevará a cabo Su plan soberano en el futuro.

El evangelio en Habacuc

Como es con cada historia en la Biblia, Habacuc se entiende mejor a la luz de la narrativa histórica de salvación. Habacuc trata con el problema del sufrimiento y las injusticias. Al ver todo el pecado en el mundo, el profeta está en conflicto con Dios. ¿Cómo puede Dios permitir que ocurran tales injusticias? La respuesta de Dios es a la vez chocante y reconfortante: él juzgará a todas las naciones y los justos —los que serán salvos de la ira de Dios— por la fe vivirán.

Cuando consideramos la historia de salvación de la Biblia, Habacuc comienza a reflejar la luz del evangelio de tres maneras. Primero, en cualquier momento que leemos que Dios promete juzgar a alguien, debemos recordar que ese “alguien” para nosotros fue Cristo. Habacuc pensaba que Dios estaba ausente, pero este libro nos recuerda que Dios llevará a cabo nuestra salvación en el cumplimiento del tiempo (Gálatas 4:4). El justo por la fe vivirá porque su fe descansa en las promesas de Dios de salvar a su pueblo como lo hizo incontable veces con Israel (cp. 3). Esa salvación se cumplió en Cristo, quien sufrió la pena de nuestra condenación (Romanos 4:25). Esto nos lleva al segundo punto: “el justo por la fe vivirá” es una frase conocida del Nuevo Testamento pero en realidad la frase nace aquí en Habacuc. Romanos 1:17, Gálatas 3:11, y Efesios 2:8 todos destacan que somos justificados por medio de la fe. Esta “fe” relatada en Habacuc y destacada en el Nuevo Testamento es fe en las promesas de Dios, incluso en tiempos de tribulación. Por último, la oración final del profeta Habacuc nos recuerda una maravillosa verdad del evangelio en forma de petición: “En la ira acuérdate de la misericordia” (Habacuc 3:2). Por la gracia de Dios, está petición fue contestada en Cristo. En la cruz Dios derramó toda su ira sobre Jesús para mostrar misericordia hacia nosotros.

El libro en una oración: El justo por la fe vivirá, aun cuando no entiende completamente el plan soberano de Dios.


Esta es la quinta entrada en la serie “El evangelio según…” donde trazo la historia del evangelio a través de la Biblia entera, un libro a la vez. En esta ocasión, salté a Habacuc porque actualmente estamos predicando sobre ese libro en nuestra iglesia. Puedes leer otras entradas en esta serie aquí:

 

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