“Una fe sin dudas es como un cuerpo humano sin anticuerpos… La fe de alguien puede colapsar casi de la noche a la mañana si a través de los años no ha aprendido a escuchar las dudas, que deben ser desechadas solo luego de larga reflexión” Tim Keller
Los cristianos ponemos en juego nuestra eternidad en un Libro. Estamos confiando que lo que dicen nuestras Biblias en Juan 3:16 no es solo una invención elaborada de parte de un grupo de personas en alguna habitación oscura hace mil años o más. Estamos confiando que, genuinamente, un hombre caminó entre nosotros y dijo y demostró ser el Dios creador del universo. Y que uno de sus discípulos, que estuvo con Él desde el principio, escuchó estas palabras y fue luego recordado y capacitado por el Espíritu Santo para escribirlas. Y que ese Hombre estaba pensando en ti y en mí al prometer vida eterna al que creyera en Él. Y que nadie editó esas palabras, cambiando su mensaje o contenido.
Los cristianos confiamos mucho en la Biblia. De hecho, le confiamos todo: todas nuestras vidas a lo que ella dice acerca de Dios y de cómo debemos vivir nuestras vidas. Y ya que estamos depositando tanta confianza en ella, es natural que nos vengan ciertas dudas, dudas que pueden y deben ser desechadas cuando las expongamos a la luz.
Como parte de los ciclos de estudio de nuestra congregación, la IBI, estamos viendo una serie llamada “Lee la Biblia, pero aplícala”. En esta primera sesión, enseño por qué el primer paso para aplicar la Biblia es creerla, y la única manera real de creerla es ponerla en duda. Puedes ver el video de la enseñanza ahí debajo, y descargar aquí la presentación.