No importa si eres ama de casa, contador, conductor de camiones, o enfermera. Tú eres un teólogo. La teología se trata de conocer a Dios. Podemos hacerlo porque Él se ha revelado en la creación y en su Palabra. Consciente o inconscientemente, cada uno de nosotros tenemos una imagen mental de quién es el Señor. Todos somos teólogos.
Con esto en mente, R. C. Sproul nos invita a introducirnos en el mundo de la teología sistemática, “el estudio ordenado y coherente de las principales doctrinas de la fe cristiana” (p. 14). Todos somos teólogos cuenta con 60 capítulos breves en los que aprendemos desde por qué confiar en la Biblia hasta cómo es el cielo.
Quizá las palabras “teología sistemática” te intimidan. Las has visto impresas en las portadas de volúmenes enormes, que tienen más de mil páginas llenas de letras pequeñitas y palabras como pneumatología, hamartiología, soteriología, y escatología. Sproul nos enseña que no tenemos nada que temer. Las palabras extrañas son solo palabras extrañas cuyo significado podemos aprender. Cuando dejamos el miedo y descubrimos los conceptos detrás de esos nombres extravagantes podemos maravillarnos cada vez más del glorioso Dios de la Biblia.
“Muchas personas creen que el estudio teológico tiene poco valor. Dicen: ‘No necesito la teología; solo necesito conocer a Jesús’. Pero para cualquier cristiano la teología es inevitable. Es nuestro intento de comprender la verdad que Dios nos ha revelado; es algo que todo cristiano o cristiana hace. De modo que no es una cuestión de ver si vamos a entrar a la teología o no. Es cuestión de ver si nuestra teología es sana o no” (p. 22).
La pregunta no es si eres un teólogo. La pregunta es si eres un teólogo bueno o uno mediocre.
Estudiar teología es un privilegio porque conocer a Dios es un privilegio. No podemos permitir que nuestro orgullo, flojera, o miedo nos impidan disfrutar del regalo de amar más profundamente a nuestro Creador. Porque, como escribió Jen Wilkin, autora y maestra, “el corazón no puede amar lo que la mente no conoce”.
Estamos siendo buenos teólogos cuando nos acercamos a la Palabra con diligencia, dejando que Dios se revele a través de ella y no imponiendo nuestras propias ideas al texto. Estamos siendo buenos teólogos cuando aprendemos de aquellos que tienen más conocimiento y experiencia que nosotros, siempre con Biblia en mano y discerniendo la verdad del error.
En Todos somos teólogos, Sproul nos ofrece una vista panorámica de lo que creen los cristianos. Nos da una probadita de lo que la Biblia enseña acerca de Jesús, el hombre, la salvación, la iglesia, y más. Nos muestra que no tenemos todas las respuestas definitivas en asuntos secundarios, que hay diferencias de opinión en los creyentes y eso está bien, porque el evangelio que nos salva se nos presenta claramente en la Palabra. Sobre todo, nos muestra que Dios está en el centro de la Escritura, y que cada página y cada tema nos cuenta acerca de Su gloria.
Estudiar teología no se trata de impresionar a otros con el uso de palabras exóticas, ni de mirar al vecino con desprecio porque no cree lo mismo que tú acerca del fin de los tiempos. El objetivo de nuestro estudio es el mismo de todo lo que hacemos: glorificar a Dios. El fin de la teología debe ser la adoración.
Entonces, teólogo, ¿estás adorando al Dios de la Biblia o al de tu imaginación?