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Recuerdo que mi abuelo era capataz en una finca que le pertenecía a la Universidad de Puerto Rico. Era un hombre sin estudios que se ganó la vida con el machete en la mano. El abuelo de mi esposa también fue capataz y tampoco tenía estudios; proveyó para su casa literalmente con el sudor de su frente. Ambos hombres tenían que levantarse cada mañana para llegar a sus lugares de trabajo y llevar con mucho esfuerzo el sustento diario a sus familias. 

En la era actual de la tecnología y la virtualidad, muchas personas proveen para sus hogares mientras permanecen sentados frente a una computadora, al realizar tareas que no demandan el mismo esfuerzo físico que el de mi abuelo cuando trabajaba en el campo (aunque es cierto que estar sentados durante horas frente a una pantalla también puede generar lesiones y problemas de salud).

A esto se suma la posibilidad de ya no tener que ir siquiera a una oficina, sino trabajar de forma remota. El trabajo desde casa incrementó durante la pandemia y se ha vuelto común que las personas trabajen desde la comodidad de sus hogares, vestidos con pijama y tomando un café hecho en su propia cafetera. 

Este nuevo escenario laboral puede ser una bendición, porque elimina la necesidad de trasladarse a otro lugar, se ahorra en transporte y otros gastos, y permite pasar más tiempo con la familia. No obstante, también presenta tentaciones que podrían convertir la bendición en algo perjudicial.

Quisiera reflexionar sobre las tentaciones que enfrentamos al trabajar desde casa y compartir algunos principios éticos bíblicos que deberíamos considerar para honrar a Dios en este contexto laboral particular.

Tentaciones: la pereza y la sobrecarga

Considero que existen básicamente dos tentaciones cuando se trabaja desde casa, aunque ambas se pueden manifestar de muchas maneras. 

Por un lado, la tentación de la pereza. Se manifiesta cuando buscamos cumplir con el mínimo de responsabilidades o hacer las cosas con demasiada rapidez para tener más tiempo libre o para ocuparnos de asuntos personales. Es cierto que existe mayor flexibilidad de horario cuando se trabaja en casa, pero eso no quita que se deba cumplir las tareas con un compromiso adecuado y eficiente.

Responder positivamente a las expectativas razonables de nuestros jefes es una manera de honrar a Dios en el trabajo

Por otra parte, puede existir la tentación de la sobrecarga de trabajo, al punto de nunca apartar los ojos de la computadora. Cuando no tenemos horarios claros, se hace difícil distinguir entre el tiempo de trabajo y el tiempo con la familia. También puede suceder que la flexibilidad del trabajo en casa nos empuja a tomar tareas adicionales con el afán de proveer más para el hogar, pero al final nos quedamos sin tiempo para descansar, compartir con la familia y hasta dejamos de congregarnos con la iglesia local.

Vivimos en un mundo caído, por lo tanto, no debemos bajar la guardia ante esos dos extremos equivocados. Los nuevos escenarios traen nuevas luchas que debemos enfrentar. Debemos ser sabios para identificar qué tentaciones enfrentamos cuando trabajamos desde casa y procurar que los principios de la ética bíblica nos guíen a vivir en integridad. Estas dos verdades bíblicas pueden ayudarte:

El llamado a trabajar

En la creación vemos que Dios formó a los seres humanos a Su imagen y semejanza (Gn 1:27). Existimos para reflejar esa imagen en nosotros. Por lo tanto, deberíamos prestar especial atención a cómo se presenta Dios en los primeros capítulos de la Biblia.

Dios es el Creador, quien pone orden en el desorden. También es un Dios que trabaja y gobierna Su obra. Luego le encomienda a Adán y Eva la tarea de ejercer dominio sobre la creación (1:28). Los seres humanos estamos llamados a reflejar la imagen del Dios que crea, ordena y trabaja.

Por lo tanto, la motivación de un creyente a trabajar no debe basarse solo en los beneficios prácticos de tener un empleo, sino en el deseo de imitar y honrar al Dios que trabaja, y cuidar de Su creación.

Trabajamos para Dios

La Biblia es clara cuando nos presenta las figuras humanas de autoridad como representantes de Dios. Él es quien las pone en su posición, por lo que someternos a una autoridad humana equivale a someternos a la autoridad de Dios. Hablando del ámbito laboral, Pablo enseña:

Siervos, obedezcan a sus amos en la tierra, con temor y temblor, con la sinceridad de su corazón, como a Cristo; no para ser vistos, como los que quieren agradar a los hombres, sino como siervos de Cristo, haciendo de corazón la voluntad de Dios. Sirvan de buena voluntad, como al Señor y no a los hombres (Ef 6:5-7).

Cuando trabajamos, lo hacemos para Dios. Responder positivamente a las expectativas razonables de nuestros jefes es una manera de honrar a Dios en el trabajo. Lo debemos cumplir, ya sea que trabajemos en la oficina o desde casa. En última instancia, mi autoridad principal en el trabajo es Dios; Él me está observando y para Él debo trabajar.

No trabajamos simplemente para enriquecernos, sino para glorificar a Dios y reflejar Su imagen al crear, ordenar y trabajar

Quiero reconocer que hay muchas ocasiones en las que no logramos reflejar fielmente a Dios en el trabajo, o en que olvidamos que trabajamos para Él. Cuando esto sucede, debemos mirar hacia el evangelio que nos recuerda que nuestros pecados son perdonados. Pero además, que el dominio del pecado ha sido derrotado.

En el evangelio vemos a Aquel que trabajó para crearnos; aún más, vemos al que trabajó para salvarnos. El evangelio nos mueve a reflejar la imagen del Dios que crea, ordena y trabaja.

¿Cómo luce la integridad?

En el pasado, la integridad laboral se veía en cumplir un horario, entre otros aspectos. Quizás hoy sea diferente. Por eso, será importante que puedas establecer expectativas laborales claras con tu empleador y, a la vez, entender que tu vida no es solo trabajar. Dios nos llama a cumplir también con otros compromisos.

Estas son algunas consideraciones prácticas que te ayudarán a honrar a Dios trabajando desde casa.

Contrato de trabajo

¿Entiendes con claridad cuáles son tus responsabilidades según tu contrato o acuerdo laboral? Por ejemplo, cuando yo trabajaba como consultor de sistemas de información, no tenía horario de trabajo. Mi contrato especificaba mis objetivos y, mientras yo lo cumpliese, podía acomodar mi propio horario.

Existen otros tipos de trabajo donde se requiere que las personas tengan disponibilidad de horario. Por ejemplo, cuando el trabajo es dar apoyo técnico para un centro de llamadas, requiere estar disponible todo el tiempo, aunque no se trabaje activamente.

Otro aspecto que deberías considerar es si tu contrato tiene una cláusula de no competencia. Esto significa que los empleadores requieren que no tengas ningún otro tipo de trabajo. Sería fácil pensar que trabajando desde casa nadie se daría cuenta de si tienes otro trabajo, pero la integridad bíblica nos obliga a renunciar en caso de querer otra fuente de ingreso, para honrar el acuerdo contraído.

Leyes civiles

También debes considerar las leyes de tu país. Hacerlo puede ayudarte a discernir la voluntad de Dios al tomar decisiones relacionadas con el trabajo. De ninguna manera podemos trabajar en formas contrarias a las leyes civiles del lugar donde vivimos. 

Cuando nuestro contexto de trabajo cambia, es común que nos olvidemos de considerar cómo esa labor puede afectar nuestra ética laboral y nuestra integridad. Debemos procurar honrar a Dios en cada ámbito de nuestras vidas. No trabajamos simplemente para enriquecernos, sino para glorificar a Dios y reflejar Su imagen al crear, ordenar y trabajar.

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