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Hace un par de años me regalaron un pequeño cuadro en el que se describe a la mujer virtuosa, de acuerdo a Proverbios 31. Lo tengo puesto en un estante dentro de mi biblioteca y me sirve como recordatorio de uno de mis mayores anhelos en esta tierra: quiero ser esa mujer virtuosa. Llegué a esta conclusión luego de ver de primera mano a verdaderas mujeres virtuosas y cómo el mundo alrededor de ellas era transformado por la gracia que el Señor les había otorgado, gracia que ellas deciden utilizar  fielmente para dar gloria a Su nombre.

En mi búsqueda de áreas en mi carácter que necesitan ser transformadas por la gracia del Señor y su Palabra, me encontré de frente con la historia de Rut, una “mujer virtuosa” (Rut 3:11). Sin duda, no es el único ejemplo en la Palabra, pero el hecho de que esto se diga de ella llamó mi atención. El libro de Rut muestra cómo la historia redentora de nuestro Salvador incluye también el otorgar gracia a una mujer extranjera, pobre, viuda y sin hijos (ninguna de estas cualidades es deseable), para convertirla en una mujer virtuosa, cuya descendencia sería una línea directa a nuestro Señor Jesucristo.

Rut experimentó pasar de muerte a vida, y la forma en que Dios obró en su carácter me anima a orar para que mi vida sea el mismo reflejo de su gracia. Pensando en eso, quisiera compartirte cinco oraciones que puedes hacer si estás, como yo, en la búsqueda por llegar a ser aquello que el Señor espera de sus hijas: mujeres virtuosas.

1) Ora por decisión para amar en primer lugar al Señor

La historia de Rut comienza en el punto en que ella está dispuesta a dejar todo por seguir a su suegra. Rut dejó atrás su padre, su madre, su tierra, su cultura, sus costumbres, su forma de pensar y sus dioses para seguir al Dios de Noemí (ver 1:15; 1:16; 2:11).

Jesús lo expresó así: “El que ama al padre o a la madre más que a Mí, no es digno de Mí; y el que ama al hijo o a la hija más que a Mí, no es digno de Mí. Y el que no toma su cruz y sigue en pos de Mí, no es digno de Mí(Mt 10:37-38).

¿Cuándo fue la última vez que buscaste la sabiduría de una mujer mayor que tú para ese problema específico en tu vida?

Reflexiona en tus pensamientos, tus anhelos, tus palabras, tus actos, tus relaciones y examínalos a la luz de la Palabra, y pregúntate: ¿hay algo que yo amo más que al Señor? Quizá es el amor a una persona, al éxito profesional o financiero, al deseo de ser aprobada o de hacerte un altar para ti misma. Identifica de manera específica cada uno de esos ídolos que debes dejar atrás y ora al Señor por un corazón renovado en amor por Él, así como una mente y cuerpo dispuestos a tomar su cruz para seguirle.

2) Ora por un corazón humilde

Cuando Rut va por primera vez al campo de Booz para recoger espigas, hace una declaración maravillosa frente a los favores que su pariente le otorga: “Señor mío, he hallado gracia ante tus ojos, porque me ha consolado y en verdad ha hablado con bondad a tu sierva, aunque yo no soy ni como una de tus criadas (2:13, énfasis añadido). Esta no era una humildad falsa, sino un verdadero sentir de parte de Rut. Ella entendía de dónde venía, cuál era su condición y cómo lo que había alcanzado era únicamente producto de la gracia.  

Esto es algo que Jesús modeló. Al decirnos, “Tomen Mi yugo sobre ustedes y aprendan de Mí, que Yo soy manso y humilde de corazón, y HALLARÁN DESCANSO PARA SUS ALMAS (Mt 11:29), lo hace a la luz de lo que Él mismo estaba haciendo cuando vino a la tierra. Él no estimó el ser igual a Dios como cosa a qué aferrarse, sino que se humilló a sí mismo tomando forma de siervo, para morir en la cruz por nosotros (Fil 2:6-11).

¿Muestras humildad en tu casa, en tu trabajo o con la familia de la fe? Creo que todas luchamos de diferentes maneras con el orgullo. Por eso pide al Señor que saque a la luz esas áreas de tu vida donde necesitas tomar su yugo y morir a ti misma.

3) Ora por tener un espíritu enseñable

Nuestra cultura valora en gran manera a las mujeres que demuestran tener un gran conocimiento y esconden la necesidad de ser enseñadas. Hemos aplicado este pensamiento no solo en la esfera laboral, sino también en el matrimonio, la maternidad, las relaciones de amistad y cualquier otra área en nuestra vida (desde cómo criar perros hasta cómo manejar de manera más eficiente el tiempo).

En contraste, vemos en Rut a una mujer que no teme ser enseñada, ¡y nada más y nada menos que por su suegra! (2:22-23). Rut estuvo dispuesta a escuchar y obedecer a una mujer cuya experiencia y sabiduría la sobrepasaban (3:5).

El consejo de sabiduría es claro: “¿Has visto a un hombre que se tiene por sabio? Más esperanza hay para el necio que para él” (Pr 26:12). Este era uno de los problemas de los fariseos, quienes se consideraban a sí mismos sabios, pero Jesús les demostró una y otra vez lo ciegos que estaban.

¿Cuándo fue la última vez que buscaste la sabiduría de una mujer mayor que tú para ese problema específico en tu vida? Cuando te dan consejo sabio, ¿cierras tu corazón o escuchas atentamente, aunque lo que estés escuchando no sea del todo agradable para ti? Ora al Señor para que tu corazón no sea sabio en su propia opinión, sino que obre en ti un espíritu enseñable, que escuche y ponga por obra lo que Dios demanda de ti.

4) Ora por ser una mujer diligente

“Y ella me dijo: ‘Te ruego que me dejes espigar y recoger tras los segadores entre las gavillas’. Y vino y ha permanecido desde la mañana hasta ahora; solo se ha sentado en la casa por un momento” (Rut 2:7, énfasis añadido).

Sea que trabajemos en el hogar o fuera de él, estamos llamadas a hacer las cosas de corazón, como para el Señor (Col 3:23-24), y ¿quién sería capaz de servir al Señor con pereza y de mala gana? Sin embargo, muchas veces nos encontramos quejándonos por los platos que hay que lavar una vez más, por esa petición de último minuto en la oficina o por el vaso de agua que piden los niños antes de irse a dormir, justo cuando pensabas que por fin habías terminado. También es posible que tengas tiempo para todo, menos para lo verdaderamente importante: tu tiempo a solas con el Señor.

Es posible que tengas tiempo para todo, menos para lo verdaderamente importante: tu tiempo a solas con el Señor

¿En qué te hace falta ser diligente? Ora al Señor para que puedas cambiar la negligencia por un espíritu esforzado, que se goce en lo que Él te llama a hacer en este tiempo.

5) Ora por un corazón agradecido

A pesar de las circunstancias tan difíciles por las que había pasado, Rut fue una mujer agradecida. Podemos verlo en su decisión de quedarse con Noemí, en sus conversaciones con Booz, en su diligencia al trabajar, pero sobre todo en su decisión de seguir al Señor, a pesar de su sufrimiento.  

La Palabra de Dios demanda de nosotras que seamos agradecidas (Sal 50:14; 105:1; 107:8). Sin duda, un corazón que da gracias puede atravesar lo que el Señor tenga para él con esperanza, sea sufrimiento, dolor, enfermedad, limitaciones materiales, persecución o incluso la muerte. Y todos tenemos razones para dar gracias. ¡La más importante es la obra de Cristo a nuestro favor para que hoy podamos seguir su camino! 

El Salmo 103 es una hermosa lista de razones por las cuales todos los días podemos levantarnos con un corazón agradecido. En oración, lee este salmo y pide al Señor que te ayude a recordar lo que Él ya hizo y sigue haciendo por ti y su pueblo, para que tu corazón se llene de motivos, todas las mañanas, para agradecer.

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