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Vivimos en tiempos interesantes, especialmente en cuanto al mundo de la medicina y la tecnología.

Por ejemplo, en Inglaterra es legal usar el espermatozoide de un hombre, el óvulo de una mujer, y el ADN de otra mujer para crear nueva vida por medio de la fertilización in vitro. ¿Por qué querríamos hacer algo así? Porque el óvulo de la primera mujer puede contener ADN que trae la posibilidad de una enfermedad genética, incurable, y posiblemente fatal.

Como podríamos imaginar, esta práctica ocasiona todavía mucho debate. Algunos están firmemente a favor, viéndolo como una buena manera de evitar enfermedades graves. Otros están firmemente en contra, viéndolo como querer jugar a ser Dios.

Hace dos años, esta tecnología no era nada más que un sueño. Hoy vemos cada día avances de este tipo. Situaciones así plantean muchas preguntas: Si algo es posible, ¿debe ser permitido? Si algo es posible, ¿debe ser requerido? ¿Son todos los avances en realidad “progreso”? ¿Cómo debemos pensar en estas cosas como sociedad? ¿Y como cristianos?

El objetivo de la bioética es responder precisamente a este tipo de preguntas.

Bioética para todos

Definir el término “bioética” no es fácil, porque la disciplina es amplia en cuanto a tópicos y áreas de estudio. Pero podemos definirlo así: La bioética es la disciplina de reflexión moral sobre lo que debemos hacer (como individuos y sociedades) en las áreas de asistencia sanitaria, ciencias de la salud, y política de salud.

Esta reflexión no es solo el trabajo de los académicos. No importa si conocemos el término bioética o no. No importa si hemos estudiado medicina, teología, o filosofía. Todos interactuamos con preguntas y problemas de bioética. ¿Por qué? Porque somos humanos, somos humanos frágiles, somos humanos frágiles que se enferman y mueren, y somos humanos frágiles que luchan con las verdades de que somos frágiles y de que morimos.

Las preguntas y problemas que trata la bioética son desde cosas sencillas hasta sumamente complicadas. ¿Es necesario que mi cuerpo sea enterrado cuando muero? ¿Puedo tomar medicamentos? ¿Puedo dejar de tomar medicamentos, aunque es posible que muera por no tomarlos más? ¿Es legítimo desconectar a mi papá de un respirador artificial si los médicos dicen que su cerebro está muerto y nunca va a resucitar? ¿Es igual si los médicos dicen que su cerebro funciona, pero él ha estado en coma por 5 años y los médicos están convencidos de que está sufriendo y nunca va a despertar?

Tal vez no te gusta pensar en este tipo de preguntas, pero todos enfrentaremos situaciones así en nuestras vidas y en las de nuestros amigos y familiares. No tenemos opción, debemos prepararnos para contestar esas difíciles interrogantes.

Mundo complicado, respuestas complicadas

Solo los insensatos creen que hay respuestas sencillas en el área de la bioética. El mundo es complicado; las preguntas son difíciles y por eso requieren respuestas bien consideradas.

Soy cristiano y por eso abordo esta disciplina con convicciones cristianas. Al mismo tiempo, vivo en el mundo y participo como un ciudadano. Mi deseo es pensar como cristiano y hablar como cristiano, pero de manera comprensible para los que no comparten mi fe. Es un trabajo arduo, pero evangelístico y amoroso a la vez. Mi deseo es testificar a Dios y amar mi prójimo al mismo tiempo.

La Biblia y la bioética

Los autores de la Biblia no tenían que pensar en la quimioterapia o en la clonación (¡ni en cómo instalar un inodoro!). Dios no nos entregó un texto de bioética, sino un libro en el que se revela a sí mismo y nos da a conocer su plan de redención. La Biblia es un libro completamente suficiente para salvación, pero también es un libro que no me da todas las respuestas a mis preguntas.

Por supuesto, no quiero decir que la Biblia no me ayuda en asuntos de bioética. La verdad es que la Biblia me ayuda mucho. Aunque no me da respuestas sencillas, la Escritura sí me presenta una forma de pensar, un salvador para imitar, y virtudes para perseguir.

En los próximos meses estaremos explorando diversos temas acerca de la bioética y el cristiano. De principio a fin, mi deseo es ayudar a mis hermanos para vivir fielmente como discípulos de Jesús, y provocar que los que no son cristianos consideren de nuevo el mundo en que vivimos y al Dios que creó todas las cosas.

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