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Una de las preguntas que siempre tuve y que fue un problema para mí cuando me convertí en cristiano es: ¿Qué pasa con mi autoestima? ¿En dónde tengo que poner mi seguridad? ¿De dónde viene mi seguridad? Por mucho tiempo se me enseñó que tenía que creer en mí mismo, que yo era un campeón, etcétera. Pero el analizar lo que la Biblia dice con respecto a mi propia seguridad fue algo completamente revolucionario porque por un lado, la Biblia me enseña que no debo temer. Me enseña que mi seguridad no puede estar en mí mismo.

De hecho, Jeremías 17 nos dice muy claramente que maldito es el hombre que confía en el hombre, y eso me incluye a mí. Y más adelante, el mismo pasaje, dice que bendito es el hombre que confía en el Señor. Y creo que la Biblia, cuando trata el tema de la inseguridad, lo que quiere hacer es que pongamos nuestra seguridad en Jesús. El tema de la Biblia es que nosotros no somos competentes, no somos capaces; eso es lo que nos enseña 2 Corintios 3, que nuestra competencia no viene de nosotros. Nuestra competencia viene de Dios.

Quiero invitarte a que simplemente pongas tu confianza, tu seguridad, en Jesús. Esto es lo que Pablo nos enseña en Filipenses. Él nos dice en Filipenses 4 que no estemos afanosos por nada, sino que pongamos nuestras peticiones delante de Dios por medio de la oración, y que dejemos que nuestra seguridad esté en Él. El famoso pasaje de Filipenses 4 que dice “todo lo puedo en Cristo”, no se refiere a que todo se puede por nuestras propias fuerzas, sino a que se puede en Cristo.

Creo que la Biblia constantemente nos reta y nos enseña que nuestra seguridad, confianza, y todo lo que tenemos descansa en Cristo Jesús. Y me gusta como Pablo empieza la carta de los Efesios diciéndonos que ya hemos sido bendecidos en los lugares celestiales… ya hemos sido totalmente bendecidos; Jesús nos sentó ya en los lugares celestiales; ya tenemos todo lo que necesitamos en el Padre, y como cristianos nuestra identidad y seguridad están en Cristo. Pablo dice “Todo lo puedo en Cristo”. Todo lo que nosotros somos, lo somos en Cristo, y en Cristo somos más que vencedores y tenemos una seguridad que no nos puede fallar. Podemos confiar completa y plenamente en Él.

Así que te invito a poner tu seguridad en Dios —no en tus dones o habilidades, sino en Jesús. Esto es el evangelio: no se trata de mí o de lo que yo he hecho, se trata de lo que Él hizo y de lo que Él puede hacer.

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