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Nahúm, cuyo nombre significa «consuelo», fue el autor del libro profético que lleva su nombre. Era originario de Elcos, una ciudad posiblemente ubicada al sur de Judá, entre Jerusalén y Gaza (1:1).1

Diferente al libro de Jonás, quien predicó en Nínive un siglo antes y cuya narrativa gira en torno a la vida personal del profeta, la obra de Nahúm enfoca su mensaje en la nación de Asiria y su capital, Nínive.

El escenario

Nahúm desarrolló su ministerio profético en el reino del sur entre los años 655-650 a. C. Para esa época, el malvado rey Manasés gobernaba en Judá (686-642 a. C.; ver 2 R 21:1-18).

En el momento de su oráculo, el Imperio asirio había alcanzado el pico de su prosperidad, siendo una amenaza para las naciones vecinas, incluyendo al reino del sur. Senaquerib (704-681), rey de Asiria, transformó a Nínive ampliando su tamaño hasta casi triplicar su dimensión original. También erigió un palacio impresionante y agregó parques, un jardín botánico y un zoológico. La memoria de la belleza de Nínive solo fue superada por la Babilonia de Nabucodonosor.2

Sin embargo, a pesar de su esplendor, esta capital representaba la maldad de los asirios a tal grado que Dios determinó eliminarla. Ni los babilonios, quienes destruyeron Jerusalén y se llevaron cautivos a sus habitantes unos años más tarde (605 y 586 a. C.), mostraron la brutalidad de los asirios cuando destruyeron Israel (722 a. C.).

Los asirios desarrollaron mecanismos efectivos de intimidación que utilizaban para reducir las rebeliones y como propaganda para su expansión en el Antiguo Oriente Próximo. Las naciones se rendían a las exigencias del imperio con mucha facilidad. De lo contrario, los enemigos y prisioneros eran sometidos públicamente a torturas que incluían amputaciones, la hoguera y otras atrocidades.

El mensaje de Nahúm

El tema central del libro de Nahúm es el juicio sobre Nínive. Contrario a la oportunidad de arrepentimiento que tuvo esta ciudad en tiempos de Jonás, ahora —más de cien años después— el juicio decretado por Dios contra Nínive es irreversible debido a su rebelión recurrente.

La caída de Asiria sucedió en el año 612 a. C., con la conquista y destrucción de Nínive a manos de Babilonia. La historia cuenta que una inundación del río Tigris hizo un hueco en el muro de la ciudad, por donde entraron los babilonios (1:8).3 Las palabras del profeta se cumplieron, confirmando así la sentencia divina.

No encontramos mención directa de alguna profecía relacionada al Mesías en los oráculos de Nahúm. No obstante, su escrito contribuye al mensaje redentor subrayando la condición pecadora del hombre y advirtiendo a los transgresores que no jueguen con Dios (Gá 6:7). Si Asiria hubiera destruído a Judá, la llegada del Mesías podría al menos estar en peligro. Pero Nahúm confirma la vigencia del plan de redención.

Lecciones que aprendemos de Nahúm

Estas son solo algunas de las enseñanzas que tenemos en el libro de este profeta:

Hay un juicio certero sobre la rebelión contra Dios (1:2).

La altivez de Asiria y su crueldad hacia otros pueblos colmaron la paciencia celestial. Su poder y posición fueron inútiles ante la justicia de Dios.

Diferentes naciones en la actualidad nos recuerdan a Asiria, las cuales cometen injusticias ante el Señor. Sin embargo, el juicio de Dios sobre Asiria debe llevarlas al arrepentimiento, antes de que sea demasiado tarde.

Dios juzgará a las naciones por sus transgresiones (Sal 110:6; Is 11:3-2; Hch 17:31; Ro 2:16; 2 Ti 4:1). Por lo tanto, deben someterse a Cristo, reconociendo Su señorío y poder y honrándole porque es el Hijo de Dios (Sal 2:12). Las palabras del apóstol Pablo nos recuerdan nuestra tarea ante esta realidad:

¿Cómo, pues, invocarán a Aquel en quien no han creído? ¿Y cómo creerán en Aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? ¿Y cómo predicarán si no son enviados? Tal como está escrito: «¿Cuán hermosos son los pies de los que anuncian el evangelio del bien!» (Ro 10:14-15).

Existe esperanza y consuelo para los hijos de Dios a pesar del colapso de la sociedad (1:15; 2:2).

El mensaje de Nahúm contra Asiria debió servir de consuelo a Judá, quien sufría los ataques asirios luego de la caída de Samaria. El reino del sur podía cobrar ánimo al conocer la profecía del juicio futuro sobre el cruel Imperio asirio y la liberación del peligro inminente.

El panorama mundial actual también parece desalentador para el pueblo de Dios. Sin embargo, recordar la rectitud y la santidad de Dios nos conduce a abrazar la esperanza de una nueva creación donde reinará la justicia. La iglesia puede encontrar consuelo en la victoria de Cristo y el inminente fin de todos sus enemigos.

Es apremiante para los cristianos examinar y aprender del mensaje de Nahúm, reflexionando en dos de sus lecciones principales: Dios es justo y Dios es fiel a Su pacto.


1  Bruce Wilkinson y Kenneth D. Boa, Talk Thru the Bible: A Quick Guide to Help You Get More Out of the Bible, vol. 1 (Nashville: Thomas Nelson, 1983), p. 267.
2  Andrew E. Hill and John H. Walton, A Survey of the Old Testament, 3rd ed. (Grand Rapids, Mich: Zondervan Academic, 2009), p. 654.
3 Wilkinson and Boa, Talk Thru the Bible, p. 268.
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