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En el Antiguo Testamento a veces leemos de Judá e Israel como dos naciones separadas y eso puede confundirnos si no comprendemos la historia bíblica que explica este hecho. ¿Cómo entender esta división del pueblo de Israel?

En 1 Reyes 11:31-33 leemos que la división de Israel se dio por causa del pecado de idolatría de Salomón, y por designio de Dios, quien cumple sus palabras, tanto de bien como de castigo. Ahías profetizó la división, pero afirmó que no se cumpliría en el reinado de Salomón sino en el de su hijo Roboam (1 R. 11:35-36).

Existen tres elementos importantes en 1 Reyes 11-12 para comprender cómo sucedió la división:

1) El pecado de Salomón y sus mujeres (1 R. 11:4)

Salomón incumplió las instrucciones para los reyes de Israel y tuvo muchas mujeres (Dt. 17:16-17). Además, despreció el pacto que Dios estableció con él, adorando a dioses falsos después de que terminara de construir el templo (2 Cr. 7:15-22; 1 R. 11:1-13).

2) La profecía de Ahías a Jeroboam (1 R. 11:28)

En el ocaso de su reinado, Salomón se apartó del Señor. Esto provocó que Dios enviara a Ahías para que profetizara a un guerrero llamado Jeroboam que él reinaría sobre 10 tribus de Israel mientras que el hijo de Salomón, Roboam, reinaría sobre las otras (1 R. 12:17). Cuando Salomón se enteró, envió a matar a Jeroboam y este huyó a Egipto hasta la muerte del rey (1 R. 11:40).

3) La dura respuesta de Roboam al pueblo de Israel (1 R. 12:13)

Después de la muerte de Salomón, Roboam fue a Siquem para tomar posesión como rey de Israel. El pueblo pidió a Roboam que bajase los altos impuestos que su padre había dejado. Sin embargo, Roboam no aceptó y desafió a la nación. Por eso las diez tribus del norte llamaron a Jeroboam para que fuese su rey y abandonaron a Roboam. Así se cumplió la profecía de Ahías, el designio de Dios, y sus advertencias contra el pecado (1 R. 12:15).

¿Qué aprendemos de esto?

El pueblo de Israel se dividió y el hombre más sabio de la historia hasta entonces estuvo involucrado. Esta es una verdad ineludible: necesitamos ser sabios y obedecer a Dios siempre, porque empezar bien no garantiza terminar bien. Es importante rogar al Señor que dé sabiduría a nuestros líderes, para que guíen a la grey a estar unida y proclamar bien el mensaje conciliador del evangelio entre Dios y la humanidad (2 Co. 5:19-20).

Así también, esta historia nos habla de la fidelidad de Dios. Después del cisma (división) de Israel, el Señor continuó con su plan de redención para la humanidad. Este relato apunta a Jesús: el verdadero Hijo de David prometido (2 S. 7). A diferencia de Salomón y Roboam, Cristo cumplió la voluntad de Dios para reunir a un solo pueblo de toda tribu, lengua, y nación, que viva en perfecta paz adorando al Dios verdadero por la eternidad.

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