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Hace casi cuatro años, escribí un artículo cuando Donald Trump resultó electo como el presidente número 45 de los Estados Unidos. Allí expresé mis sentimientos encontrados con esta decisión. No soy fanático del presidente Trump. Desde mi perspectiva, su estilo agresivo de retórica, entre otros aspectos de su personalidad, no modela virtudes que las Escrituras aprueban. A su vez, apoyo muchas de sus políticas, en especial las que están relacionadas con la santidad y dignidad del ser humano, las que preservan la institución del matrimonio, y las que protegen la libertad de religión.

Nadie puede negar que Trump es una figura polarizante que levanta pasiones en ambos lados del espectro político. Entonces, ¿cómo la nación norteamericana llegó a este panorama político? ¿Cómo surgió un presidente como Donald Trump, uno que no actúa de forma convencional, que no representa el modelo de retórica de un político norteamericano?

Voy a tratar de explicar en pocas líneas mi entendimiento de cómo llegamos aquí. Sé que pasaré por alto algunos aspectos importantes de la historia, pero trataré de hacer mi mayor esfuerzo por incluir los aspectos de mayor relevancia, con tal de servir al pueblo cristiano para entender un poco mejor nuestros tiempos extraños.

Desde la década de los 60

Los años sesenta fueron tiempos de cambios culturales y políticos. El movimiento de la revolución sexual, el impacto de los Beatles, y eventos como Woodstock marcaron a una generación que fue altamente impactada por el conflicto en Vietnam.

Los eventos del momento llevaron a una cultura de rebelión contra la autoridad y una baja visión del nacionalismo americano. Más adelante, la renuncia de Richard Nixon trajo un nivel de vergüenza nacional y una profunda desconfianza en las instituciones. Pero el desorden moral impulsó un tipo de avivamiento evangélico y la formación de la Mayoría Moral por Jerry Falwell, una organización política que impulsó a Ronald Reagan a la Casa Blanca.

Con el enemigo común del socialismo, la prosperidad que experimentó el país, y una iglesia evangélica creciente, los ochenta fueron años de estabilidad moral y social. En el aspecto político, ambos partidos (republicanos y demócratas) eran relativamente conservadores en sus posiciones morales. Uno de los errores que cometió la iglesia en ese tiempo fue apoyar ciegamente la rama conservadora política. La iglesia, en cierto punto, puso su identidad en ser parte del partido republicano: eso llevó a que la iglesia perdiera credibilidad en el tema político.

La llegada de Obama

La elección de Barack Obama trajo un gran cambio moral a la nación americana y, sorpresivamente, aumentó las tensiones raciales en la nación. Con la elección del presidente Obama, muchos en los Estados Unidos pensaron que el tema racial pasaría a un segundo plano y que el experimento de libertad que prometía la constitución había sido reflejado en la libre elección de un hombre de raza negra.

Sin embargo, el incidente de 2014 en Ferguson, la muerte de un joven negro a manos de la policía, abrió nuevamente el tema racial en la nación. Aunque varias investigaciones probaron que los policías actuaron bajo la ley, la narrativa de que la policía estaba matando sistemáticamente a hombre de raza negra tomó fuerza. El presidente Obama trajo mayor división al afirmar esto como una demostración de racismo por consecuencias de la esclavitud y segregación de generaciones pasadas.

En otros temas, el presidente Obama avanzó la agenda política de identidad de manera agresiva:

  • Avanzó los derechos LGTBQ, como la legalización nacional del matrimonio homosexual y una nueva política de uso de baños por transexuales.
  • Avanzó el tema de política de identidad, creando así una coalición de identidad.
  • El avance del aborto hasta el noveno mes de gestación.
  • El aumento en usar términos políticamente correctos, con base en el sacrificio de las libertades individuales de las personas.

Este ambiente fue perfecto para que una persona como Trump pudiera ser atractiva a la población promedio de Estados Unidos, incluyendo a muchos cristianos.

La llegada de Trump

El avance de las agendas liberales por parte de unos pocos hizo que una gran parte de la población sintiera que había aspectos morales que estaban siendo dejados atrás de manera estrepitosa. Y en las elecciones del 2016 la única persona que ofreció una oposición fuerte a la agenda liberal, y que no parecía temer a las repercusiones de ella, fue Donald Trump.

El ala liberal del país no podía creer que el avance del “progreso” se detuvo por este hombre. Pero en realidad, Trump fue el único político que pudo ver la oportunidad de alcanzar a una gran parte de la población de Estados Unidos que no apoyan agendas sociales tan drásticas.

Pensaríamos que el Partido Demócrata, luego de la victoria de Trump, se movería más hacia el centro, con políticas más conservadoras que puedan atraer a los indecisos. Pero la estrategia que han tomado es moverse más a la izquierda y crear una retórica secular que se levanta contraria a la gran mayoría de ideas conservadoras. Si lees inglés, sería muy útil que puedas observar cuáles son las políticas de las plataformas demócratas y republicanas (entre otras), para que puedas conocer en propuestas a qué nos estamos refiriendo.

Lo importante para los cristianos

Una cosa debe quedar clara: para los creyentes, nuestra esperanza no está en los partidos políticos. Aunque personalmente se me dificulta pensar en creyentes que apoyen un partido que se oponga tan abiertamente a los mandatos de Dios, el Señor sigue cumpliendo su plan, ya sea con Ciro o con Nabucodonosor. Y nosotros seguimos siendo la Iglesia: una ciudad puesta sobre el monte, comprada por sangre, para anunciar las virtudes de aquel que nos llamó de las tinieblas a su luz admirable (Mt. 5:14-16; 1 Pe. 2:9).

Que Dios ayude al pueblo creyente en los Estados Unidos a ser sabio en las próximas elecciones, y recordar que Dios está en su trono y nada sale de su control. En Dios y su glorioso evangelio está nuestra confianza, sin importar quien salga electo.

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