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En su libro Lit!: A Christian Guide to Reading Books [¡Iluminados!: Una guía cristiana para leer libros], Tony Reinke nos recuerda que “como cristianos, leemos todos nuestros libros iluminados por Dios y en comunión con Él”[1].

¡Qué gran privilegio! El Dios del universo, la fuente de toda verdad, es nuestro compañero de lectura… ¡y no solo la lectura de las Escrituras! En Cristo, podemos vivir Coram Deo —en la presencia de Dios— a cada momento, incluyendo al explorar toda clase de literatura para Su gloria, nuestro gozo, edificación y el bien de nuestro prójimo.

Cuando las palabras de exhortación de un autor animan nuestras almas, el Señor está ahí gozándose también. Cuando encontramos un concepto confuso o complicado, Su sabiduría divina está disponible para nosotros. Cuando las páginas exponen nuestro pecado y nos confrontan, los brazos de amor del Padre están cerca… su oído está presto para escuchar y aceptar nuestro arrepentimiento. ¡Qué deleite es leer en la presencia del Señor!

Sin embargo, solemos olvidar este privilegio. Nos preocupamos más por añadir un libro más a la lista de “terminados” que por avanzar despacio, exponiendo las ideas del escritor a la luz de la verdad. Nos frustramos porque no encontramos con quién hablar de esa novela tan intrigante, ignorando que Dios mismo está ahí para escucharnos. Nos conformamos con pensar que el pecado del que habla cierto autor es la paja en el ojo de mi prójimo, olvidándonos de sacar primero la viga del nuestro.

¡Qué gran privilegio! El Dios del universo, la fuente de toda verdad, es nuestro compañero de lectura

¿Cómo remediamos esto? Con oración. Esta disciplina espiritual alinea nuestros corazones con la realidad de la presencia de Dios en nuestras vidas, ¡incluyendo la lectura! Aquí hay nueve oraciones que puedes elevar con libro en mano:

ANTES DE LEER

Ora por sabiduría para elegir libros, considerando lo efímera que es la vida.

“Señor hazme saber mi fin, Y cuál es la medida de mis días, Para que yo sepa cuán efímero soy” (Sal ‭39:4‬).‬

La vida es corta y los libros son muchos. Por mucho que nos esforcemos, no podremos leer tanto como quisiéramos. Eso está bien. Los límites son parte de nuestra condición como criaturas. No podemos saberlo todo y no tenemos que saberlo todo. No tenemos que leerlo todo.

Pídele a Dios sabiduría para elegir los mejores libros en los cuales invertir tu tiempo. Exprésale tus gustos y las cosas que te gustaría aprender. Clama para que Él te ilumine para elegir los libros adecuados, que sean útiles para tu crecimiento en el lugar en donde Dios te ha llamado a servir en esta etapa de tu vida.

Ora por discernimiento para determinar tus tiempos de lectura.

“Hay un tiempo señalado para todo, y hay un tiempo para cada suceso bajo el cielo” (Ec ‭3:1‬).‬

En las épocas especialmente caóticas de la vida, incluso los lectores más experimentados se enfrentan con dificultades para apartar tiempo para los libros. Pero para ser buenos lectores no necesitamos apartar horas enteras en nuestra agenda. Solo necesitamos reconocer que todo tiene su tiempo, incluyendo la lectura.

Sean pocos o sean muchos, pídele a Dios que te ayude a determinar los momentos de la semana que puedes apartar para leer. ¡También pídele disciplina para perseverar en esos planes de acuerdo a Su voluntad!

Ora por amor a la verdad.

“Guíame en Tu verdad y enséñame, Porque Tú eres el Dios de mi salvación; En Ti espero todo el día” (Sal ‭25:5‬).

La verdad es todo aquello que corresponde con la realidad. Es aquello que es. La verdad fluye de Dios y por eso la buscamos; nos muestra un poco de quién es Él y lo que Él ha hecho. Esta verdad se encuentra, por supuesto, en la Escritura. Pero también se encuentra en la creación: en la naturaleza, en la historia y en el corazón (la conciencia) de las personas.

Para ser buenos lectores no necesitamos apartar horas enteras en nuestra agenda. Solo necesitamos reconocer que todo tiene su tiempo, incluyendo la lectura

Aunque en este mundo caído no podemos percibir ni transmitir verdad de manera perfecta, podemos deleitarnos con los destellos que encontramos en las páginas de los libros, porque nos apuntan al Creador. Ora para que Dios te dé una pasión por encontrar la verdad y deleitarte en ella.

DURANTE TU LECTURA

Ora para poder distinguir la verdad del error.

“De Tus preceptos recibo entendimiento, por tanto aborrezco todo camino de mentira” (Sal 119:104‬).

Para guardarnos del error debemos ser expertos en la verdad. Es preciso que estemos llenándonos continuamente de los preceptos del Señor en su Palabra para estar capacitados cuando nos enfrentamos a las ideas humanas (¡tanto fuera como dentro de los libros!).

Ora para que Dios te dé sensibilidad para detectar las mentiras sutiles que podrías encontrar entre las páginas. Procura responder siempre esta pregunta: ¿Cómo el evangelio de Cristo responde a ellas? ¡Esto aplica para libros cristianos! Tu autor favorito también se equivoca.

Ora por un corazón enseñable. 

“El que ama la instrucción ama el conocimiento, pero el que odia la reprensión es torpe” (Pr‬ ‭12:1‬).

Admitir que te equivocaste es difícil. Sin embargo, si queremos crecer, la corrección es necesaria. Ora para que Dios te dé un corazón que ame más la verdad que el tener la razón.

Puedes aprender de toda clase de personas, incluso de aquellas que son completamente distintas a ti. Como vimos en el punto anterior, leer no es decir “sí” a todo lo que diga tu autor favorito. Por otro lado, leer tampoco es decir “no” a todo lo que diga alguien que no te cae bien.

Ora por diligencia en medio de la dificultad y confusión.

“El indolente no asa su presa, pero la posesión más preciosa del hombre es la diligencia” (‭‭Pr‬ ‭12:27‬).

Leer es un deleite, pero es un deleite que requiere esfuerzo. Puede ser que empieces muy animado y que a las pocas semanas tu libro acabe empolvado en un rincón. La emoción no nos lleva muy lejos.

Ora para que Dios te ayude a perseverar con tu lectura aun cuando no tengas muchas ganas de hacerlo, o cuando encuentres algún concepto difícil de entender. Pídele que te ayude a ver los beneficios del trabajo duro y a deleitarte en el proceso.

DESPUÉS DE LEER

Ora para ser transformado y aplicar lo que lees.

“Por senda de vida va el que guarda la instrucción, pero el que abandona la reprensión se extravía” (Pr‬ ‭10:17‬).

El conocimiento que adquirimos a través de un buen libro es importante, pero no suficiente. ¿Qué harás con lo que has aprendido? ¿Cómo puedes aplicarlo a tu vida?

La información y la historias que descubrimos a través de la lectura pueden hacernos ver nuestras faltas e inmadurez, así como inspirarnos para perseverar en medio de las circunstancias que estamos viviendo. Ora para que Dios te muestre maneras en que puedes empezar a poner en práctica las verdades que encontraste entre las páginas.

Ora para encontrar personas con quienes compartir lo que has aprendido.

“Más valen dos que uno solo, pues tienen mejor pago por su trabajo. Porque si uno de ellos cae, el otro levantará a su compañero; pero ¡ay del que cae cuando no hay otro que lo levante!” (‭‭Ec‬ ‭4:9-10‬‬‬).

Tu conversación con el autor no tiene que ser uno a uno. Los mejores libros siempre te inspirarán a compartir sus ideas con otras personas. ¿Por qué no oras para que Dios te muestre a qué amigos les podría edificar o estimular la información del material?

Quizá puedes invitar a un par de personas a tomar un café y platicar acerca de lo que has estado leyendo. Ellos podrían aportar sus propios conocimientos y experiencias respecto al tema, haciendo mucho más enriquecedora tu lectura.

Ora para agradecer a Dios porque puedes leer.

“Den gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para ustedes en Cristo Jesús” (‭‭1 Ts‬ ‭5:18‬).

Los libros son tan ubicuos hoy en día que ya ni nos sorprendemos de la gran cantidad de información que tenemos disponible a un bajísimo costo. Hace unos cuantos siglos, esto era impensable. ¡La lectura solo estaba reservada para muy pocas personas!

Agradece al Señor que te ha permitido tener la capacidad de leer y tener acceso a más libros que nunca en la historia. ¡Ora también para que estos dones no sean desaprovechados en tu vida!


[1] Lit!, loc. 565.
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