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Un milagro en la Biblia es una intervención sobrenatural divina en el mundo que aportó una revelación singular de la presencia y del poder de Dios.[1] Toda obra sobrenatural de Dios tuvo propósitos claros particulares que podemos conocer en la Biblia por medio del estudio del contexto en que sucedieron. Al parecer, esto es lo que el teólogo Rene Latourelle tenía en mente cuando describió un milagro como “un prodigio religioso, que expresa en el orden cósmico una intervención especial y gratuita del Dios de poder y de amor, que dirige a los hombres un signo de la presencia ininterrumpida en el mundo de una palabra de salvación”.[2]

Las palabras del apóstol Juan reflejan el verdadero propósito al escribir el Evangelio que lleva su nombre y también los milagros en él registrados:

“Y muchas otras señales hizo también Jesús en presencia de sus discípulos, que no están escritas en este libro; pero estas se han escrito para que ustedes crean que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios; y para que al creer, tengan vida en Su nombre” (Juan 20:30-31, cursiva añadida).

Este texto pone en relieve dos aspectos importantes sobre los milagros que Jesús hizo: primero, los milagros registrados en los Evangelios son solo unos de los muchos milagros que Jesús hizo; segundo, el propósito de estos milagros —y por el que Juan los registrara— es que “ustedes crean que Jesús es el Cristo” y para que al creer “tengan vida en Su nombre”.

Estos son los milagros de Jesús[3] registrados en los cuatro Evangelios:

Puede ser que te preguntes por algunos otros sucesos que podríamos catalogar también como milagros. Aquí hemos registrado como milagros aquellas señales de Cristo hechas frente a personas con un beneficio directo para ellas.

Quizá te preguntes también, ¿Por qué hay menos milagros hoy? O ¿Cuál debe ser la reacción de un creyente ante los milagros de Cristo? En la Biblia, encontramos que algunos, como Tomás, tuvieron que “ver para creer” (Jn 20:29); mientras que otros tenían que “creer para ver” (Mt 13:58). Este es el doble efecto de un milagro en los humanos. Además, la fe de unos redundaba en que los milagros de Cristo se manifestaran, con el resultado de que otros testigos que presenciaron los milagros llegaron a creer.

Dios es soberano y puede operar milagros hoy. Sin embargo, el consejo de los autores bíblicos es que hagamos un estudio cuidadoso de toda experiencia a la luz de la Palabra (Mt 24:4-5, 11). La Biblia contiene un testimonio suficiente como para creer que Jesús es Cristo y que tengamos salvación en Él por medio del mayor de sus milagros: Su resurrección vivificante.


[1]  Alfonso Ropero, “Milagro”, Gran diccionario enciclopédico de la Biblia (Barcelona: Editorial Clie, 2013) p. 2837
[2] Ibid., p. 2838.
[3] Esta tabla fue tomada de la Biblia de Estudio MacArthur y adaptada. p. 1381.
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