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Un hombre de Hong Kong, quien solicitó permanecer anónimo, escribe: “Pastor John, ¿cuándo alcanzamos el estado de Esaú descrito en Hebreos 12:15-17, donde él estuvo fuera de la posibilidad de arrepentirse? 

He sido cristiano toda mi vida pero he caído profundamente en pecado sexual por un periodo de muchos años. Mi pasado incluye pornografía, una relación adúltera con la esposa de otro hombre, y prostitución. Nunca he parado de luchar contra estos pecados. Los odio, y me gozo en poder decir que Dios recientemente hizo una gran obra para liberarme de la relación de adulterio con la ayuda de mi pastor y otros hermanos en la fe. Esto me hace pensar que Él aún quiere salvarme.

Sin embargo, a veces me encuentro desarmado frente a estos pecados sexuales. Me da temor continuar desviándome hacia un vicio sexual, como es descrito en Hebreos 12:16, y terminar en un lugar sin posibilidad de arrepentirme, fuera de la gracia de DIos. ¿Cómo puedo vencer el desviarme de manera indefensa hacia el pecado y evitar un corazón endurecido que no pueda arrepentirse?”

Tony, creo que quiero orar brevemente antes de empezar. 

Sí, creo que debemos hacerlo.

Padre, yo no soy capaz de hacer una liberación en esta situación, pero Tú sí puedes. Tú puedes. Tú y tu Palabra son capaces, así que te pido que vengas ahora, para este hombre y estoy seguro que para un número de otros más, y haz el milagro que la Palabra está destinada a hacer a través del Espíritu. En el nombre de Jesús. Amén. 

Amén.


No somos indefensos

Voy a empezar por esa última frase: “desviarme de manera indefensa hacia el pecado”. Creo que debo advertir a este hombre en Hong Kong con las palabras más fuertes posibles que él debe de levantar las manos débiles, fortalecer las rodillas que flaquean, y enderezar sus sendas (Heb. 12:12-13). 

De ser necesario, él debe gritar a todo pulmón, con sus puños cerrados y dientes apretados, en la cara de la mentira de Satanás: ¡No soy indefenso! Dios no me hizo para desviarme. No soy un pez en las corrientes de la lujuria. Eso no fue lo que Dios hizo de los seres humanos. Esa no fue la razón por la cual Cristo murió por mí. Esa no es la razón por la cual tengo el Espíritu Santo. Esa no es la razón por la que soy una nueva criatura en Cristo. No estoy indefenso. 

“Tengo a Cristo. Tengo al Espíritu Santo. Tengo la sangre en la cruz del Hijo de Dios. Tengo la esperanza de gloria. Tengo la Palabra de Dios completa. Tengo la promesa de gracia. No estoy indefenso. Dios, saca esa mentira fuera de mi vida”. Mientras hombres y mujeres jueguen el papel de la víctima (como si la lujuria fuera un enemigo omnipotente y ellos fueran indefensos), están perdidos.

Mientras hombres y mujeres jueguen el papel de la víctima (como si la lujuria fuera un enemigo omnipotente y ellos fueran indefensos), están perdidos

Es extraordinario (¡maravilloso!) que este hombre se enfocara en el libro de Hebreos. En particular, él se ha enfocado en la advertencia en contra de llegar al punto de vendernos a nosotros mismos como esclavos indefensos a quien Dios ya no le dará la habilidad de arrepentirse y encontrar perdón en Cristo.

Esto es verdad. Este es un buen lugar en el cual enfocarse. El libro de Hebreos, el libro completo, ha sido escrito para ayudarnos a perseverar hasta el final en fe y obediencia. Hebreos nos confronta cuando jugamos el papel de la víctima y pretendemos no tener recursos contra el poder del pecado. 

La necedad de Esaú 

Regresemos al texto al cual él se refiere:

“Cuídense de que nadie deje de alcanzar la gracia de Dios; de que ninguna raíz de amargura, brotando, cause dificultades y por ella muchos sean contaminados. Que no haya ninguna persona inmoral ni profana como Esaú, que vendió su primogenitura por una comida. Porque saben que aun después, cuando quiso heredar la bendición, fue rechazado, pues no halló ocasión para el arrepentimiento, aunque la buscó con lágrimas”, Hebreos 12:15-17.

Ese es un buen lugar al cual un hombre puede ir cuando él esté a punto de vender su alma a la lujuria una vez más. Llegó a un punto en el que Dios abandonó a Esaú. El corazón de Esaú estaba tan endurecido que aún su llanto en búsqueda de arrepentimiento era en realidad una farsa. Él “buscó [arrepentimiento] con lágrimas”, pero eran falsas. No eran lágrimas penitentes. Él ya no podía llorar lágrimas genuinas de arrepentimiento.

El corazón de Esaú estaba tan endurecido que aún su llanto en búsqueda de arrepentimiento era en realidad una farsa

Así que, la batalla fundamental que debemos pelear (y que podemos pelear y ganar) es la batalla de no ver el mundo de una manera tan distorsionada como Esaú lo veía. Él vio la promesa de la herencia hecha por el Dios todopoderoso, y  miró el plato de lentejas. Digamos que él vio un posible click pornográfico o una aventura con una prostituta, y él pesó ambas cosas en la balanza de su mente. En un lado estaba disfrutar a Dios por siempre; del otro lado estaba la emoción de echar un vistazo a la pornografía. 

En su mente, él cometió la mayor atrocidad del universo. Mirar pornografía pesó más en la balanza: más preciosa, más deseable, más hermosa, más satisfactoria. En cuanto a Dios y sus infinitas promesas, se esfumaron como polvo.

¿Cuándo es demasiado tarde? 

Cada hombre y mujer debe percatarse que mientras cometemos tal atrocidad, Dios puede caminar en la otra dirección y nunca regresar. Él tendría una perfecta explicación, una perfecta justificación, porque cada vez que hacemos eso, le decimos a Él: “¡Vete! Prefiero mi plato de comida que a Ti”. 

El libro de Hebreos está dispuesto a decirnos (y lo hace una y otra vez con la advertencia más fuerte posible) que hay un “demasiado tarde”. “Demasiado tarde” llega cuando ya no puedes genuinamente arrepentirte. Si puedes arrepentirte, mi amigo en Hong Kong, Dios tendrá misericordia de ti.

Hay un ‘demasiado tarde’. ‘Demasiado tarde’ llega cuando ya no puedes arrepentirte genuinamente

¡Qué paciente es Él! Cuántos cientos de veces Él ha estado dispuesto a regresar a ti y a mí. Ninguno de nosotros merecía alguno de estos “retornos”; ni uno de ellos. Pero no sabemos cuándo podemos haberlo despedido por última vez.

Seamos claros: si Él nunca regresa, fuimos nosotros quienes lo alejamos. Nosotros escogimos el plato único de la lujuria. Nosotros lo alejamos a Él. Nosotros le dijimos: “Tú vete. Ya terminamos. No te quiero a Ti. Quiero esto. Ahora mismo, quiero esto, no a Ti”. Nosotros lo alejamos a Él. Cualquier discurso de culpar a Dios es otro número dentro de nuestro rol de víctima que jugamos para justificar nuestros deseos. 

Nos convertimos en lo que contemplamos

La respuesta a la pregunta de nuestro amigo en Hong Kong, “¿cómo puedo vencer el desviarme de manera indefensa hacia el pecado?”, es esta: abre tus ojos. Abre tus ojos mientras ves la Palabra cristalina, el evangelio cristalino de Dios, y las advertencias cristalinas de Dios. 

Observa que las promesas cristalinas de Dios son diez mil veces más preciosas que cualquier escapada sexual. Abre tus ojos para ver la realidad por lo que es. Deja de ver la distorsión. Deja de ver la euforia efímera del impulso sexual del momento como más valioso que la herencia de la gloria de Dios. Mira la realidad.

Quizás no hay otro libro en la Biblia como Hebreos para ayudarte a hacer esto. Este libro existe para ayudarte a ver la realidad del valor de Dios. Esto es asombroso. Este libro existe para que los cristianos profesantes no se vuelvan como Esaú. Nuestro amigo tiene su dedo puesto justo sobre el corazón de este libro. Esta es la razón por la cual el libro existe. 

Un amigo memorizó el libro entero hace unos meses; él lo recitó a su iglesia para guardarse de volverse como Esaú. Me atrevo a sugerirte, amigo en Hong Kong: memoriza Hebreos mientras luchas. Tu vida puede depender de esto. 

Nuestros ojos puestos en el Hijo

Tu problema mayor es que entras y sales de vistas distorsionadas del mundo. Hebreos es una vista perfecta de este mundo, incluyendo el adulterio, pornografía, y cada tipo de lujuria. El libro se escribió para ser lentes para ti cuando empieces a ver el mundo de una manera distorsionada. Póntelos.

Sé fortalecido por gracia. Conoce que no eres indefenso, y da muerte a esa mentira cuando llegue

Tu pregunta salió de Hebreos 12. Ponte tus lentes de Hebreos 12. Hay una gran nube de testigos que terminó la carrera (Hebreos 12:1). Ellos se han parado a los lados de la pista de carreras de tu vida, y te están gritando desde el capítulo 11: “No eres indefenso. Por fe puedes hacerlo. Puedes alejarte de la lujuria y de la pornografía. ¡Por fe puedes hacer esto!”. Esta gran nube de testigos no vino antes que Esaú. Esta gran nube de testigos vino con Jesús en Hebreos 12:2.

Permíteme terminar aquí: “[Mira] a Jesús”, amigo en Hong Kong, “el autor y consumador de la fe, quien por el gozo puesto delante de Él soportó la cruz, despreciando la vergüenza, y se ha sentado a la diestra del trono de Dios” (Heb. 12:2). Él lo hizo por ti, y Él lo hará por ti. Míralo a Él. Mira la realidad por lo que es. Sé fortalecido por gracia. Conoce que no eres indefenso, y da muerte a esa mentira cuando llegue.


Publicado originalmente en Desiring God. Traducido por Equipo Coalición.
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