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Tengo 26 años de casada, de ellos 25 como cristiana, y juntos tenemos 3 hijos. Les digo esto, pues como imaginarás, en nuestro matrimonio se nos han presentado a lo largo de la vida muchas situaciones en las que no hemos estado de acuerdo.

Como ambos crecimos y llegamos al matrimonio sin fundamento bíblico que pudiéramos aplicar a nuestra relación, tuvimos dificultades y peleas a las que no debimos llegar. Gracias a la misericordia y gracia del Señor, le conocimos y fuimos creciendo espiritualmente, y esto fue afectando nuestras discusiones.

Los conflictos y diferencias se producen en todo matrimonio. Pero es importante saber que, si bien es cierto que debemos expresar lo que pensamos, debemos hacerlo a la luz de los principios de la Palabra para no caer en aquellas peleas que fracturan nuestra relación matrimonial. Y créeme, ha sido una bendición poder recordar principios bíblicos en medio de nuestros desacuerdos.

Ahora, en la medida que cada uno pudo desarrollar una relación vertical con Dios, pudimos tener una buena relación horizontal, de modo que cuando se presentan estas discusiones las podemos manejar bajo los principios de la Palabra que hemos ido meditando y aplicando en el día a día. 

Con la mira en Jesús

En cada matrimonio cristiano se dan conflictos, pero estos deben ser resueltos con la mira puesta en que Jesús es el centro de nuestra relación.

Antes de comenzar a compartir principios bíblicos que nos han ayudado en nuestro matrimonio, es importante recordar las características del amor bíblico que encontramos en 1 Corintios 13:1-7:

  •     El amor es paciente, sufrido.    
  •     El amor es bondadoso, benigno.
  •     El amor no tiene envidia, no es celoso.
  •     El amor no es jactancioso, no es fanfarrón.
  •     El amor no es arrogante, no es orgulloso, no se envanece.
  •     El amor no se porta indecorosamente, no hace nada ofensivo, no hace nada indebido.
  •     El amor no busca lo suyo, no exige que las cosas se hagan a su manera.
  •     El amor no se irrita.
  •     El amor no toma en cuenta el mal recibido, no lleva un registro de las ofensas recibidas.
  •     El amor no se regocija de la injusticia sino que se alegra con la verdad.
  •     El amor todo lo sufre, nunca se da por vencido.
  •     El amor todo lo cree, jamas pierde la fe.
  •     El amor todo lo espera, siempre tiene esperanza.
  •     El amor todo lo soporta, se mantiene firme en toda circunstancia. 

En cada matrimonio cristiano se dan conflictos, pero estos deben ser resueltos con la mira puesta en que Jesús es el centro de nuestra relación.

Con estas características en mente, quiero compartirte algunos principios que debes tener en cuenta en una discusión con tu esposo:

1. Aplica la Palabra

“Sean hacedores de la palabra y no solamente oidores que se engañan a sí mismos”,  Santiago 1:22.

En nuestras discusiones no solamente debemos recordar la Palabra, sino también aplicarla. La Palabra no es solamente para ser conocida sino también obedecida.

2. Ora

“Clama a mí, y yo te responderé y te revelaré cosas grandes e inaccesibles, que tú no conoces”, Jeremías 33:3.

Una de las cosas más enriquecedoras en nuestra relación, cuando tenemos una diferencia y la vamos a tratar, es orar juntos y poner ante el Señor el asunto. No se trata de quién tenga la razón, ni es una competencia. Se trata de que el Señor nos dé la sabiduría para resolver la diferencia con el fin de glorificarle a Él.

3. Acepta tu responsabilidad

“¿Por qué miras la mota que está en el ojo de tu hermano, y no te das cuenta de la viga que está en tu propio ojo? ¿O cómo puedes decir a tu hermano: ‘Déjame sacarte la mota del ojo,’ cuando la viga está en tu ojo? ¡Hipócrita! Saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás con claridad para sacar la mota del ojo de tu hermano”, Mateo 7:3-5.

Debemos ser conscientes de nuestra culpa. La humildad acepta la culpa y no trata de justificarse o enfocarse en la responsabilidad del otro. 

4.  Arrepiéntete

“Pero ahora me regocijo, no de que fueron entristecidos, sino de que fueron entristecidos para arrepentimiento; porque fueron entristecidos conforme a la voluntad de Dios, para que no sufrieran pérdida alguna de parte nuestra. Porque la tristeza que es conforme a la voluntad de Dios produce un arrepentimiento que conduce a la salvación, sin dejar pesar; pero la tristeza del mundo produce muerte”, 2 Corintios 7:9-10

Como pareja, cada uno debe arrepentirse del pecado cometido. El arrepentimiento se trata de dar una vuelta en U. Es reconocer lo que hay en tu corazón cuando has pecado contra el otro.

5. Perdona y pide perdón

“Soportándose unos a otros y perdonándose unos a otros, si alguien tiene queja contra otro. Como Cristo los perdonó, así también háganlo ustedes”, Colosenses 3:13.

Es importante tener en claro que el perdón no significa no tratar el asunto. Más bien, es que no se use el asunto para atacar nuevamente a tu pareja. Así como hemos sido perdonadas por Cristo, debemos estar dispuestas a perdonar o pedir perdón.

6. No guardes rencor

Luego de que nos hemos arrepentido de nuestras faltas y hemos pedido perdón por su gracia y misericordia, podemos dejar la situación atrás y seguir adelante. Si nuestro Dios no nos acusa con nuestros pecados, ¿por qué hemos de hacerlo nosotras? 

Un reflejo de algo mayor

La Palabra nos enseña que nuestros matrimonios son un reflejo de la relación de Cristo con su Iglesia (Ef. 5), y eso es lo que el mundo debe ver en nosotras y en nuestras discusiones con nuestros esposos.

Recordemos que nuestras vidas como creyentes no se tratan de nosotras, sino de glorificar el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Y esto también incluye la manera en cómo tratamos nuestras diferencias en el matrimonio. Que el Señor nos ayude a reflejarlo en todo tiempo.


Imagen: Lightstock.
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