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Es sorprendente que alguien llegue a ser famoso por dar un simple consejo:

Limpia tu cuarto.

Aunque esto no es lo único que ha contribuido a la fama de Jordan Peterson, el espíritu de esta expresión es el centro del mensaje influyente de Peterson. Limpiar tu cuarto es metafórico en cierto sentido, y quiere decir: “Toma la responsabilidad de tu vida”.

Jordan Peterson es un psicólogo clínico canadiense quien llegó al escenario público hace unos años en medio del debate transgénero. Peterson estaba preocupado por una legislación que le obligaría a utilizar cierta terminología con respecto a cómo referirse a las personas transgénero, lo cual Peterson llamó “lenguaje forzado.”

Luego, Peterson se hizo más famoso por sus videos en YouTube. Su canal tiene casi 2 millones de suscriptores. Peterson es una figura polarizante y reconocida en el mundo occidental. Ha visitado países como Australia, Estados Unidos, e Inglaterra, hablando de sus diferentes conflictos políticos.

No todo el mensaje de Peterson es tan sencillo, como “limpia tu cuarto”, pero todo es igual de impactante. Solo unos meses atrás, Peterson visitó Liberty University, donde a media presentación un alumno corrió al escenario gritando que Peterson le había cambiado la vida (video aquí). Por otro lado, Peterson ha tenido invitaciones revocadas de instituciones prestigiosas como Cambridge.

Tampoco ha sido exento de crítica dentro la iglesia evangélica. Un pastor en Michigan escribe acerca de los cristianos quienes están siendo influenciados por el pensamiento “no institucional de la ética judeo-cristiana”. Él comenta sobre la esperanza que muchos cristianos tienen en Peterson, creyendo que él puede ayudar a la iglesia en un siglo de polarización. Escribe: “Los cristianos que esperan que Peterson ayude a la iglesia occidental afligida es como una pareja casada que busca la pornografía para estimular su matrimonio”.⁠[1]

12 reglas de vida

¿Cuál entonces es el contenido del pensamiento de Peterson que ha generado tanto interés y tanta oposición a la vez?

Peterson es un proponente de muchos elementos morales y sociales que los cristianos han creído por años. Quizá lo más conflictivo de Peterson es su compromiso con una moralidad absoluta, puesto que esta generación rechaza ese concepto.

La expresión más clara de su pensamiento la encontramos en su libro, 12 reglas para vivir, el cual ha sido un superéxito de ventas en los Estados Unidos, y acaba de ser publicado en español. Utilizando filosofía, psicología, literatura, y la Biblia, Peterson presenta al mundo su ética, o su regla de vida: 12 mandamientos que deberían gobernar tu conducta para obtener una mejor vida, y un mejor mundo. Recuerden, Peterson primero es un psicólogo. Lo que busca es que la vida individual mejore.

No mencionaré todas las reglas, pero comentaré algunas de las que más representan el pensamiento de Peterson.

Regla 1: Enderézate y mantén los hombros hacia atrás

Al observar la conducta jerárquica de las langostas, Peterson está convencido de que la jerarquía social está integrada en nuestra biología. No es malo, ni bueno, simplemente es. Por lo tanto, tenemos que “aceptar la terrible responsabilidad de la vida, con los ojos bien abiertos. Significa voluntariamente transformar el caos de lo potencial en una realidad de orden habitable” (p. 27) Si queremos llegar a ocupar los puestos más altos de la jerarquía, tenemos que tomar responsabilidad por nuestra propia vida.

Regla 6: Antes de criticar a alguien, asegúrate de tener tu vida en perfecto orden

Al evaluar el sufrimiento y sus causas, Peterson concluye que aunque no todo sufrimiento es nuestra culpa, “a veces, si aquellos quienes sufren cambiaran su conducta, sus vidas se desarrollarían con menos tragedias” (p. 146)

Aquí Peterson nos anima a iniciar pequeño y empezar a ordenar parte de nuestra vida, a tener una visión clara de nuestra carrera o nuestra educación, a ser disciplinados en perseguir las metas que nos hemos trazado.

Regla 11: Deja en paz a los niños cuando andan en patineta

Esta regla es quizá la menos popular para nuestra época. Peterson relata la historia de unos niños quienes perdieron su lugar de patinaje porque algunos adultos decidieron que era demasiado peligroso. Él trata el asunto de la sobreprotección y su impacto sobre la masculinidad, y concluye que “demasiada protección devasta un alma en desarrollo” (p. 316)

Su mensaje es primeramente a los hombres, pero explica que hay beneficio para las mujeres, porque según Peterson, aún las mujeres más fuertes no buscan a hombres dóciles y pasivos, más bien quieren a un hombre que pueda competir contra otros. “Los hombres se tienen que hacer más fuertes. Los hombres lo demandan, y las mujeres así lo quieren. […] El espíritu que interfiere con niños cuando están intentando volverse hombres es, por lo tanto, enemigo tanto de mujeres como de hombres” (p. 326)

Estos conceptos, aunque no enteramente nuevos, sí son contrarios a lo que se escucha a nivel cultural. En una generación que ha popularizado frases como YOLO (You Only Live Once, que en español sería: solo se vive una vez), que ha abrazado la revolución moral, que ha diluido el significado de las palabras, y que fundamenta su pensamiento sobre su identidad grupal o política, el mensaje radical de Peterson, uno de moralidad absoluta y responsabilidad individual, es contra corriente.

¿Hay verdad en el pensamiento de Peterson?

Peterson cita la Biblia mucho, y la conoce mejor que muchos cristianos. No lee la Biblia con los mismos lentes que los cristianos, pues suele leerla como otro documento antiguo que preserva creencias morales transcendentales. Sin embargo, Peterson explica algunos conceptos teológicos con una precisión y poesía que a menudo no se ve en nuestros círculos, aun cuando no entiende por completo aquello de lo que escribe.

Al hablar de los impactos de la caída, dice: “La peor de todas las serpientes es la propensidad humana hacia la maldad. La peor de todas las serpientes es la psicológica, espiritual, personal, interna” (p. 45)

O hablando de la historia de la Biblia dice: “La Biblia entera está estructurada de tal forma que todo lo que sucede después de la Caída —la historia de Israel, los profetas, la venida de Cristo— se presenta como el remedio para esa Caída, un escape de la maldad” (p. 55).

En muchos casos, Peterson logra iluminar verdades de las Escrituras, y permite que quienes hemos escuchado y leído mucho de la Biblia de toda formas tengamos un encuentro fresco con doctrinas antiguas. Puede ser que para Peterson no tenga el mismo significado que tienen para mí, pero quiero creer que sí.

Además, creo que Peterson trata algunos temas que son verdades que los cristianos han olvidado. En particular, creo que él es de ayuda a algunos movimientos neo-reformados quienes tienen una idea pasivista de la voluntad, es decir, que la santificación es una obra enteramente de Dios y en la que yo no hago absolutamente nada. Peterson nos recuerda la sencilla verdad de la voluntad propia, algo que recibimos por gracia común. Dios le ha dado a todo ser humano capacidad, fuerza, determinación, y voluntad. Esto nos lo ha dado para nuestro propio bien. En parte es para protegernos, para que no vivamos la vida de manera pasiva y perezosa. Sin embargo, esta voluntad que tenemos también sirve para ayudarnos a crear, desarrollar cosas, edificar, y sí, en cierto sentido, aún cambiar.

No quiero decir que podemos ajustar nuestra vida para hacernos justos delante de Dios. Solo la fe en Cristo, por la gracia de Dios, nos hace justos ante Él. Sin embargo, muchos de nosotros carecemos de disciplina. No leemos las Escrituras, no oramos, no hacemos ejercicio, comemos mal, no nos esforzamos en nuestros estudios, y lastimosamente he escuchado en muchos casos algo así: “Bueno, hasta que Dios me de la fuerza, no creo que podré cambiar”. ¡No! Hay mucho que tú puedes cambiar, y Dios te ha dado la capacidad para hacerlo. Levántate temprano, ordena tu horario, determina las tareas que tienes que hacer, ponles fecha y hazlas, cuida de tu cuerpo, duérmete a una hora razonable, establece patrones de vida que sean saludables. Todo esto es gratis, solo te costará sudor y disciplina. Dios ha dado estas capacidades a todo ser humano, por eso se llama gracia común. Aunque nada de esto nos hará justos delante de Dios, sí podremos ser más productivos y cumplir mejor con nuestro mandato de cultivar y desarrollar la tierra (Gn. 1:28). Esto glorifica a Dios.

¿Y el evangelio?

Peterson está convencido de que la solución a la maldad del hombre es que el hombre se mejore. El evangelio de Peterson es antropocéntrico.

En medio de muchas buenas reflexiones, lo que sí me entristece es que Peterson no ve la contradicción de su pensamiento y enseñanza. Él está convencido de que la solución a la maldad del hombre es que el hombre se mejore. El evangelio de Peterson es antropocéntrico. Él anima a sus lectores a que “dirijan al mundo […] un poco más hacia el cielo, y así un poco más lejos del infierno”. Esto, dice, “justificaría tu existencia miserable. Eso expiaría tu naturaleza pecaminosa” (p. 62).

Aunque utiliza lenguaje religioso, su mensaje es anti-evangelio. Intentar solucionar los problemas del mundo que nosotros mismos hemos envenenado con pecado es más del mismo problema. Ajustar nuestra conducta y ordenar nuestra moralidad tal vez nos podría dar una sociedad más pacífica, pero esto no solucionará el verdadero problema.

Y esa es la pregunta que yo tendría para Peterson. ¿Cuál es el problema principal del mundo? Según Peterson, el problema principal es el caos del mundo, y él reconoce que esto sucedió por la Caída. Sin embargo, él ve la solución en lograr conciencia propia. Para él, la Caída no tiene que ver con rebeldía contra Dios y una ruptura relacional con Él. Este pequeño detalle cambia por completo la trayectoria de la cosmovisión de Peterson. Al final, la fe de Peterson está colocada entonces en un hombre consciente y capaz de cambiar su propia vida, y por lo tanto el mundo entero, y no en un Dios que ha obrado en Cristo para reconciliar al hombre con Sí mismo.

Aunque Peterson puede ser de mucha ayuda a la gente en esta vida (y lo es), no ha entendido el mensaje de la Vida. Y si nuestro mensaje es solo de utilidad en esta vida, “somos, de todos los hombres, los más dignos de lástima” (1 Co. 15:19).

A final de cuentas, Peterson, muy impactado por las ideas de Carl Jung, suele ver a Jesús como un arquetipo moral de sacrificio humano (p. 58). Peterson tiene mucho respeto por Jesús, pero de ninguna manera da a entender que el sacrificio de Cristo fue expiatorio o aun conciliatorio ante Dios.

¿Qué hacemos con influencias como Peterson?

Independientemente de nuestro veredicto sobre la cosmovisión de Peterson, a muchos cristianos les han enseñado que deben huir de cualquier cosa que no esté totalmente de acuerdo con su propia cosmovisión. Esto es una tragedia. Aunque en este momento Peterson no confiesa ser cristiano, hay muchísimo que podemos observar, aprender, e incluso por lo cual podemos adorar a Dios en lo que Peterson escribe.

Juan Calvino ha comentado al respecto:

“Cuando nos encontramos con escritores seculares dotados, deberíamos dejar que esa luz admirable de verdad que brilla en ellos nos enseñe que la mente del hombre, aunque caída y perversa, está vestida y adornada con los dones excelentes de Dios”.[2]

Si en el mensaje que promueve Peterson hay algo bueno o verídico, no es porque tiene su origen en Peterson, sino porque Dios se ha revelado de manera general y en las Escrituras.

Toda verdad le pertenece a Dios. Si en el mensaje que promueve Peterson hay algo bueno o verídico, no es porque tiene su origen en Peterson, sino porque Dios se ha revelado de manera general y en las Escrituras. Al observar y reflexionar sobre la ley natural de manera objetiva, todos podrían llegar a conclusiones atinadas puesto que la sabiduría de Dios está integrada en la creación (Pr. 3:18). No solo eso, Peterson dice cosas atinadas porque “tiene una chispa de lo divino” (p. 57) en él, pues ha sido hecho a imagen de Dios, y por lo tanto, todo lo bueno que tiene y sabe tiene su origen en Dios.

Así que, antes de que critiques o aceptes por completo a Peterson, limpia tu cuarto. No necesariamente porque Peterson te lo diga, sino porque Jesús te lo ha dicho:

“¡Hipócrita! Saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás con claridad para sacar la mota del ojo de tu hermano”, Mateo 7:5.


1 https://thefederalist.com/2019/04/24/jordan-peterson-head-pastor-first-church-youtube/

2 Instituciones, Libro 2, 2.15

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