¡Únete a nosotros en la misión de servir a la Iglesia hispana! Haz una donación hoy.

×

Durante mi niñez y adolescencia pasé mucho tiempo entre libros y bibliotecas. Eso no ha cambiado demasiado. Lo que sí es diferente es el objetivo que tenía en mente durante mis primeros años como lectora: quería saberlo todo.

El poder de los libros me parecía fascinante. Con tan solo diez años de edad podía acercarme a una estantería en la biblioteca, tomar un libro, abrir sus páginas e inmediatamente ser transportada al Antiguo Egipto o adentrarme en el esplendor del espacio exterior. En unas cuantas horas podría tener en mi mente conocimiento que a la humanidad le tomó siglos adquirir o desarrollar. ¿Por qué me ruge el estómago cuando tengo hambre? Hay un libro sobre eso. ¿Por qué existen tantas denominaciones cristianas? Hay un libro sobre eso. ¿Qué hay en el centro del planeta Tierra? Hay un libro sobre eso.

Estaba segura de que mientras exploraba entre las páginas —de alguna manera, si invertía el suficiente tiempo— llegaría el momento en que podría tener todas las respuestas de todas las preguntas de la vida.

Sigo fascinada por el poder de los libros, pero ahora reconozco que es un poder muy humano. Hoy reconozco a los autores —que en mi adolescencia parecían seres casi divinos, guardianes de los secretos de la humanidad— como personas comunes, muy parecidos a mí. Ellos no escriben porque ya tienen todas las respuestas, sino porque quieren dedicar su tiempo a explorar las preguntas y ensayar algunas respuestas.

Hoy percibo destellos de ese deseo juvenil por saberlo todo cuando alguien me pregunta: «¿Cómo haces para recordar todo lo que lees?». En la pregunta está la suposición de que los «lectores profesionales» han descubierto el secreto para que la información valiosa  que adquieren de los libros quede en su memoria para siempre. Pero no, no recuerdo todo lo que leo. En primer lugar, recordarlo todo es imposible. Nuestra memoria es limitada e imperfecta. Pero además, no recuerdo todo lo que leo porque simplemente no vale la pena recordar todo lo que leo.

Recordar todo no vale la pena

En su memoria Una educación, la historiadora Tara Westover cuenta cómo su manera de leer cambió mientras estudiaba en Cambridge. Antes ella leía «para saber qué pensar, no para aprender a pensar por [sí] misma». Después entendió que, para escribir como académica, tendría que «leer los libros de manera diferente, sin entregar[se] al miedo o a la adoración».[1]

Entregarse al miedo o a la adoración es fácil. Hacemos una lista de autores «aprobados» y otra de «rechazados», abrazando con entrega absoluta lo que dicen los primeros mientras ignoramos cualquier cosa que salga de la pluma de los segundos. Cuando nos encontramos con un autor nuevo no sabemos qué pensar —no sabemos en qué lista ponerlo— así que suspendemos el juicio hasta que alguien más lo evalúe por nosotros.

Es bueno ser cuidadoso al elegir qué leer. Pero lo mucho o lo poco que nos guste un autor es solo un factor de los muchos que debemos considerar al emitir un juicio sobre sus ideas… y cuando hablamos de recordar lo que leemos, es crucial emitir juicio. En los libros —¡sean del autor que sean!— encontraremos ideas terribles, ideas no tan buenas, ideas irrelevantes, ideas buenas y también ideas excelentes. No vale la pena recordarlas todas.

El objetivo de nuestra lectura no es llenar nuestro cerebro con un montón de datos

El impulso a la adoración de los autores como «guardianes de los secretos de la humanidad» nos hace creer que debemos recordar todo lo que han escrito. Tener en mente que los autores son humanos limitados como nosotros nos libera: podemos tomar lo bueno, lo excelente, y dejar a un lado lo demás.

No fuiste hecho para ser una enciclopedia

Pero ¿por qué queremos saberlo todo? ¿Por qué nos obsesiona recordar todo lo que leemos? ¿Queremos impresionar a las personas con el número de citas de Charles Spurgeon que podemos recitar? ¿Nos avergüenza que alguien nos pregunte cuándo fue el concilio de Nicea y tengamos que responder «no sé»? ¿Nos preocupa que un libro «no cuente» a menos que podamos disertar con precisión sobre las ideas principales que desarrolla el autor?

Se nos olvida que el objetivo de nuestra lectura no es llenar nuestro cerebro con un montón de datos, sino escuchar las ideas del autor, ver el mundo desde otra perspectiva y ser transformado con discernimiento y sabiduría, para la gloria de Dios y el bien de otras personas. Como alguien dijo una vez: «No puedo recordar los libros que he leído más que las comidas que he comido; aún así, me han hecho lo que soy».[2]

La lectura es simplemente un medio para el fin más sublime: glorificar a Dios con mi mente y amar a mi prójimo

La realidad es que nunca podremos saberlo todo porque no hay un todo que saber. No para nosotros. Por cada respuesta que encontramos a través de la observación, el estudio y la reflexión surgen diez preguntas nuevas que nos dejan perplejos. Aún más, nuestras respuestas son imperfectas y limitadas porque nosotros mismos somos imperfectos y limitados. Como dice la Escritura, «el hacer muchos libros no tiene fin, y demasiada dedicación a ellos es fatiga del cuerpo» (Ec 12:12).

La fatiga se disipa cuando ponemos la mirada en el Único que puede saberlo todo, no en la mucha información que podemos coleccionar a través de la lectura. Nuestro Señor no solo es omnisciente, sino que también es la Fuente de toda sabiduría y entendimiento (Col 2:3). Él nos basta. La lectura es simplemente un medio para el fin más sublime: glorificar a Dios con mi mente y amar a mi prójimo.

Abraza el «no sé»

Todavía leo mucho, pero mi objetivo ya no es alcanzar el fondo en el mar del conocimiento. Ahora simplemente me deleito en bucear en la vastedad de ese mar, que surge de la Fuente de toda sabiduría. Me gozo en lo que sé y también me gozo en el misterio. Tanto la claridad como la incertidumbre me apuntan al Dios que me permite conocer… el Dios que comprende todo aquello que yo ni siquiera me imagino.


[1] Educated, pp. 238-239.
[2] La frase frecuentemente se atribuye a Ralph Waldo Emerson, pero existe debate al respecto.
Recibe cada día los artículos, podcasts, y vídeos más recientes.
CARGAR MÁS
Cargando