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Grupos de personas no alcanzadas.

Puede que hayas escuchado sobre ellos. En 1974, la estrategia de casi todas las organizaciones misioneras en Occidente cambió debido a tres palabras griegas: panta ta ethne. Y las encontramos en los reconocidos pasajes de Mateo 24:14 y 28:19:

Y este evangelio del reino se predicará en todo el mundo como testimonio a todas las naciones (pasin tois ethnesin), y entonces vendrá el fin.

Vayan, pues, y hagan discípulos de todas las naciones (panta ta ethne), bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

En la Conferencia de Lausana en 1974, Ralph Winter y Donald MacGavern introdujeron el término “pueblos ocultos”. Winter estimó que había más de 16,000 pueblos ocultos (luego diría que 17,000) amurallados por barreras lingüísticas y culturales para el trabajo misionero. Y desafió a los asistentes a pensar en el mundo, no en términos de países sino de miles de etnias únicas, llamadas “grupos de personas”. Winter eventualmente escribiría: 

Por la expresión “todas las naciones”, Jesús no se refería en absoluto a países o estados-nación. La redacción que eligió (la palabra griega ethne) apunta a las etnias, los idiomas y las familias extensas que constituyen los pueblos de la tierra.

Y así se transformó el movimiento misionero moderno. Más recientemente, ministerios como el de John Piper y David Platt han enfatizado la necesidad de llevar el evangelio a los pueblos no alcanzados, apelando en parte a panta ta ethne como una base teológica. La primacía estratégica posterior de llegar a cada grupo de personas etnolingüísticas ahora da forma al esfuerzo misionero global del evangelicalismo.

Junto con este entendimiento viene la expectativa común de que todos (como en todos y cada uno) de estos grupos serán alcanzados con el evangelio (de alguna manera) antes del día final. Tal expectativa ha producido un mandato misionero único para “terminar la tarea”, al identificar a cada grupo de personas etnolingüísticas y llevarles el evangelio. En esta interpretación, a menudo se dice que la iglesia inicia el reino o al menos elimina este obstáculo final antes del regreso de Cristo. Esta comprensión también ha provocado la necesidad de definir cuándo se “alcanza” a un grupo de personas. Un artículo reciente (en inglés) en Christianity Today destacó algunas de las implicaciones de este enfoque para el trabajo de muchas organizaciones misioneras.

Creemos que la base teológica para esta interpretación prevalente de panta ta ethne no tiene fundamento.

Bíblicamente inconsistente

El problema más importante con la definición de panta ta ethne como “grupos de personas etnolingüísticas” es simple: para hacerlo, se adopta una definición antropológica moderna por encima de una bíblico-teológica. Hace cincuenta años, misiólogos como MacGavern y Winter reaccionaron correctamente ante una comprensión puramente geográfica y nacionalista de la etnia. El problema es que intercambiaron esa definición por una moderna y socio-científica.

La definición de panta ta ethne como “grupos de personas etnolingüísticas” adopta una definición antropológica moderna por encima de una bíblico-teológica.

Si bien los autores de las Escrituras podrían concebir naciones en categorías geográficas, culturales, o lingüísticas, creemos que ellos no concebían principalmente a las etnias en los mismos términos de la designación que le damos en el siglo XX, como estados nacionales o grupos de personas. En cambio, los seguidores judíos de Jesús del siglo primero habrían operado principalmente con una comprensión bíblico-teológica de la etnia, derivada de la Escritura misma.

Cuando Jesús habló de las naciones, sus oyentes judíos habrían entendido que se refería a las naciones paganas que rodean a Israel. Por supuesto, los judíos del primer siglo y sus contemporáneos fueron capaces de hacer distinciones a lo largo de líneas sociológicas y geopolíticas. Pero para un judío, el ethne era primero una categoría religiosa. Eran básicamente los pueblos no judíos del mundo, separados de Dios y ajenos a su promesa (Ef. 2:11–12; véase Marcos 11:17 donde pasin tois ethnesin [“todas las naciones”] no son judíos). Cuando Jesús dijo que su evangelio era para la etnia, no se refería principalmente a la demografía lingüística o socio-científica. La frase era profundamente bíblica; se remonta a las categorías y expectativas del Antiguo Testamento acerca de los gentiles (véase Isaías 66:18–19).

Durante su ministerio, según el Evangelio de Mateo, Jesús prometió que muchos extranjeros serían bienvenidos en su reino y se unirían a la herencia de Abraham (Mt. 8:11). Para algunos de sus oyentes judíos, esto fue escandaloso. Pero demuestra la comprensión de Jesús de que las promesas a Abraham se estaban cumpliendo en su ministerio. Pablo más tarde afirmó lo mismo. El pacto de Dios con Abraham —que todas las naciones (panta ta ethne en Gálatas 3: 8; cf. Gn. 12: 3) serían benditas en él— se cumplió cuando Dios justificó a los gentiles a través de su fe en Jesús.

La carga de la prueba recae en aquellos que sugerirían que Jesús o los apóstoles pretendían que panta ta ethne se entendiera generalmente como cada grupo de personas etnolingüísticas que ha existido o existirá alguna vez.

Parece probable, entonces, que el registro de Mateo de la promesa y la comisión de Jesús concerniente a todas las naciones (24:14; 28:19) habrían tenido al pacto Abrahámico como su principal referente. Se podría decir más sobre las expectativas del Antiguo Testamento para la etnia en los escritos proféticos, especialmente en Isaías. Pero la promesa inicial a Abraham proporciona el telón de fondo bíblico-teológico para las palabras de Jesús sobre panta ta ethne. De hecho, hay buenas razones para ver una conexión literaria entre las naciones en Génesis (10-11) y los pueblos presentes en Pentecostés, el evento que revirtió la maldición de Babel y trajo bendición a todas las naciones (Hch. 2:1–11).

El registro de Lucas del evento de Pentecostés revela otro elemento problemático en la interpretación predominante de panta ta ethne. Hechos nos dice que había judíos en Jerusalén de todas las naciones (pantos etinosos) bajo el cielo (Hch. 2:5). Tal lenguaje universal –de Lucas, el médico cuidadoso– subraya la diferencia entre nuestra definición moderna y el registro bíblico. Sabemos que cada nación no estuvo representada en Jerusalén ese día. Pero mientras escribían con sinceridad, los autores bíblicos no necesariamente escribían con especificidad científica. Podrían emplear hipérboles. Del mismo modo, Pablo informa más tarde que el evangelio había sido predicado a toda criatura bajo el cielo (Col. 1:23). Y concluye su última carta a Timoteo al reflexionar sobre cómo Dios obró a través de él para que todas las naciones (panta ta ethne) puedan escuchar su mensaje (2 Ti. 4:17).

Se podría decir más, pero estas realidades demuestran los posibles errores de una lectura excesiva de las Escrituras, cuando imponemos precisión científica y definiciones antropológicas a la terminología bíblica. La carga de la prueba recae en aquellos que sugerirían que Jesús o los apóstoles pretendían que panta ta ethne se entendiera generalmente como cada grupo de personas etnolingüísticas que ha existido o existirá alguna vez.

Prácticamente imposible

Hay otra razón evidente por la que no debemos tomar las palabras de Jesús sobre panta ta ethne para referirnos a cada grupo de personas: muchos grupos etnolingüísticos ya se han extinguido, mucho antes de que el evangelio los alcanzara. En otras palabras, según la definición actual prevaleciente de panta ta ethne, cumplir con Mateo 24:14 es literalmente imposible.

Algunos han reconocido este punto y argumentado que los bebés que mueren antes de que puedan decidir seguir a Cristo serán salvos y representarán grupos no alcanzados. Eso, por supuesto, significaría que todos los grupos están ahora representados en el cielo, lo que frustra el propósito de terminar la tarea. Otros sugieren que la proclamación angelical será el medio que Dios use para evangelizar a todos los pueblos (Ap. 14:6). Eso también socavaría la motivación misionera. Aún otros han argumentado que Mateo 24:14 debe limitarse a todas las personas que existen en la consumación de la era. Pero ese argumento parece ser exagerado.

Podríamos ofrecer otros acertijos. ¿Qué pasa con las lenguas escuchadas en el primer siglo que ya no existen? ¿O idiomas más nuevos que no existían entonces? ¿Y también debemos tener en cuenta los cambios en el idioma a lo largo del tiempo? ¿Tendrán que representarse tanto el inglés medieval como el inglés moderno para hacer realidad la visión de cada lengua ante el trono? ¿Y se contarán una o dos veces los grupos étnicos que se identifican como distintos pero hablan el mismo idioma? ¡Puedes ver los factores que complican! Y estos problemas explican por qué prácticamente todas las agencias de misiones y grupos de investigación aún no están de acuerdo sobre cómo definir y contar los grupos de personas del mundo. Pero todos estos problemas pueden resolverse mirando a panta ta ethne con ojos bíblico-teológicos.

Misionalmente importante

¿Es necesario llevar el evangelio a las naciones? ¡Sí! ¿Es importante tratar de entrar en áreas donde el evangelio nunca ha sido proclamado? ¡Sí! ¿Deben los cristianos asumir la responsabilidad de ir y enviar? ¡Sí! ¿Es apropiado pensar en el etno en términos de categorías geográficas o etnolingüísticas? ¡Absolutamente! De hecho, los apóstoles mismos podrían considerar naciones (como España) o grupos de personas (como los Escitas) en sus esfuerzos por llevar el evangelio a todo el mundo. Nosotros también deberíamos.

Sin embargo, con todo el énfasis en los grupos de personas en los últimos 50 años, hemos corregido el curso a expensas de nuestra misión. Específicamente, el enfoque no ha estado en hacer discípulos de todas las naciones (evangelizar, bautizar, enseñar, establecer iglesias, y entrenar líderes) sino en terminar la tarea (es decir, llevar el evangelio a cada grupo de personas). Mateo 28 ha sido usurpado por Mateo 24.

Con todo el énfasis en los grupos de personas en los últimos 50 años, hemos corregido el curso a expensas de nuestra misión. Específicamente, el enfoque no ha estado en hacer discípulos de todas las naciones, sino en terminar la tarea.

¿Y los resultados? Los recursos materiales y de personal se han redirigido fuera de las áreas que ya no se consideran estratégicas. Las naciones “alcanzadas” han sido abandonadas, junto con sus seminarios. El duro y desordenado trabajo de formar líderes competentes se ha quedado en el camino. La investigación de misiones ahora se centra en identificar y clasificar grupos de personas. El informe de misiones ahora enfatiza el evangelismo, y nuestros métodos se centran en la velocidad. Un enfoque de multiplicación rápida de la iglesia ha avanzado, dominando la práctica de la misión occidental y diluyendo la iglesia global.

Sin duda, todo esto se persigue con buenas intenciones, deseando “alcanzar a los no alcanzados”. Pero lamentablemente, nuestro desprecio por ciertos campos misioneros ha dejado abierta la posibilidad de que un grupo de personas, una vez designado como alcanzado, pueda volver al estado de “no alcanzado”. En nuestros esfuerzos por terminar la tarea, debemos preguntarnos si hemos sido fieles en cumplir el mandato original.

¿Cuál es el punto?

Estamos completamente a favor del trabajo de llegar a los pueblos no alcanzados. En muchos sentidos, la corrección de MacGavern y Winter fue necesaria y útil. Las personas que han dado sus vidas y ministerios por llegar a los pueblos no alcanzados merecen honor. Tampoco nos oponemos a emplear la antropología como herramienta para el trabajo misionero y la investigación. Puede ser una gran arma para usar contra nuestro enemigo.

Pero el punto es que necesitamos alinear la forma en que hablamos sobre el mundo y sus pueblos, con la forma en que las Escrituras hablan de ellos. Debemos definir nuestras expectativas misioneras a la luz de la Biblia, sin ir más allá de lo que ella misma dice. Y debemos basar nuestros esfuerzos y formular estrategias en formas que sean principalmente impulsadas por la Palabra de Dios. Esto implica enviar misioneros a lugares donde el evangelio nunca ha sido escuchado. Pero también puede involucrar alentarlos a quedarse mucho tiempo después de que se establezcan las iglesias en aquellos lugares.

La Gran Comisión no se cumple, y nuestra tarea no está terminada, cuando identificamos a todos los grupos de personas etnolingüísticas y simplemente los exponemos al evangelio. Estamos llamados a más. Jesús nos envía a hacer discípulos de panta ta ethne, enseñándoles a obedecer todo lo que Él ordenó.


PUBLICADO ORIGINALMENTE EN THE GOSPEL COALITION. TRADUCIDO POR FABIO ROSSI.
IMAGEN: LIGHTSTOCK.
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