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¿Cómo se ve el discipulado? Para algunos, puede ser un estudio bíblico tomando un café. Puede incluir reuniones de oración y rendición de cuentas. O tal vez ocurre cuando alguien asume mayores responsabilidades en el ministerio.

Diría que mi tiempo en el seminario fue especialmente formativo, aunque no solo en el salón de clases. Fui discipulado en las salas de estar y comedores de otras personas de nuestra iglesia que me mostraron cómo ser un mejor esposo y padre, demostrando genuina humildad, paciencia, servicio y bondad.

Cuando miro hacia atrás en mi vida, me doy cuenta de que he sido discipulado a lo largo del camino no solo a través de la educación y la experiencia, sino también a través del ejemplo de creyentes maduros. Creo que el modelo bíblico para todo discipulado incluye este tipo de formación a través de la imitación.

Enfoques comunes

Nuestra percepción de cómo se produce el discipulado a menudo está influenciada por las formas en que la iglesia occidental procura la formación cristiana. Según mis observaciones, nuestros métodos para hacer discípulos a nivel local e internacional encajan en dos categorías básicas: la primera busca hacer discípulos a través de la instrucción y la segunda a través de la inversión.

He sido discipulado a lo largo del camino no solo a través de la educación y la experiencia, sino también a través del ejemplo de creyentes maduros

Los que prefieren el modelo instructivo suelen venir de iglesias donde el discipulado se realiza a través de unos pocos maestros selectos. Tiene lugar principalmente en las clases del domingo por la mañana, en estudios bíblicos informales, en predicaciones expositivas y, en última instancia, en escuelas bíblicas o seminarios.

Dado que tendemos a hacer discípulos de la forma en que hemos sido formados, los misioneros occidentales con este trasfondo suelen hacer énfasis en la importancia de la educación cristiana. Buscan hacer discípulos a los que se les enseñe todo lo que Cristo ha mandado.

En años recientes, han surgido otros métodos de discipulado en respuesta a este enfoque más cognitivo. En lugar de centrarse en la instrucción, muchos misioneros ahora hacen énfasis en la importancia de la inversión, en lanzar a los nuevos creyentes a la evangelización inmediata y al trabajo de plantación de iglesias para probar su discipulado.

Estos métodos han ganado terreno en respuesta al colonialismo, ya que los misioneros occidentales intentan evitar imponer ideas desde afuera o ejercer una influencia externa sobre los creyentes locales. Además, un modelo solo instructivo, en especial uno que termina con la formación en un seminario, ha demostrado ser lento, caro e imposible de reproducir en el mundo en desarrollo.

Cada vez son más los misioneros que reconocen estas preocupaciones y han adoptado métodos que van más allá de un modelo de instrucción, y que incluso lo critican. Ya que están ansiosos por ver a los nuevos creyentes capacitados para el servicio y no solo adquiriendo conocimientos básicos, buscan hacer discípulos que obedezcan todo lo que Cristo ha mandado.

El patrón de las Escrituras

Es importante reconocer que ambos enfoques tienen un precedente bíblico. El discipulado requiere instrucción e inversión. Pero estos enfoques también son incompletos, porque el paradigma bíblico para hacer discípulos incluye también la imitación.

Jesús pasó gran parte de Su tiempo enseñando de manera intencional a los doce y a una comunidad más amplia de Sus seguidores. También confió responsabilidades a Sus apóstoles en un breve periodo de tiempo, dándoles autoridad para llevar a cabo Su misión incluso sin Su presencia física.

Si la imitación es fundamental para la formación, entonces la iglesia no puede tener éxito en su tarea central sin relaciones significativas y presencia física

Sin embargo, un componente inicial para convertirse en discípulo de Jesús era «estar con Él» (Mr 3:14). A lo largo de los evangelios, Jesús da ejemplo a Sus apóstoles de lo que espera de ellos, ya sea anunciando el reino o expulsando demonios. Jesús también ofrece Su servicio y sufrimiento como ejemplo para cualquiera que quiera seguirle (Mr 8:34; 10:45). Cuando Pedro y Juan, galileos incultos, dieron testimonio de Cristo con valentía, a los dirigentes judíos les quedó claro que «habían estado con Jesús» (Hch 4:13). Por consiguiente, Jesús dice que nuestro discipulado será evidente para el mundo en la medida en que amemos a los demás de la forma en que Él lo mostró primero (Jn 13:34-35).

Este énfasis en la experiencia compartida y la imitación no se limita a Jesús. El enfoque de Pablo sobre la formación de discípulos se basaba en gran medida en su ejemplo (1 Co 4:17; Fil 3:17). Sí, enseñaba las Escrituras dondequiera que iba (instrucción). Y sí, animaba a sus colaboradores locales a servir sin él (inversión). Pero Pablo de manera constante reunía discípulos para que estuvieran con él y se unieran a su ministerio (Hch 20:4). Esperaba que los líderes y los miembros de la iglesia se convirtieran en imitadores suyos (1 Co 11:1; 1 Ts 1:6; 2 Ti 3:10) para que luego pudieran ser un ejemplo para los demás (1 Ts 1:7; 1 Ti 4:12; Ti 2:7).

Se podría argumentar que en cada etapa del discipulado de Pablo, tanto si instruía con autoridad a los nuevos creyentes como si les asignaba responsabilidades ministeriales, seguía empleando un modelo de mentoría. La imitación impregnó todos los aspectos de su proceso de formación de discípulos.

Formación a través de la imitación

Por supuesto, esto no quiere decir que quienes están comprometidos con la instrucción siempre hayan fallado en investir de responsabilidad a los creyentes. Tampoco es cierto que aquellos que enfatizan la experiencia en el ministerio no se preocupen por la educación cristiana. Pero si el modelo bíblico para hacer discípulos incluye instrucción, inversión e imitación, entonces debería llevarnos a todos a adoptar un enfoque más relacional de la formación cristiana. Debemos conocer a aquellos a quienes seguimos (Heb 13:7).

Hacemos discípulos de todas las naciones mostrándoles con todo nuestro ser cómo se ve seguir a Cristo

Con mucha frecuencia, los métodos misioneros occidentales, siguiendo a muchas iglesias occidentales, tienden a tratar el ministerio como algo principalmente informativo y transaccional. Pero no es suficiente enseñar contenidos o transferir responsabilidades. También necesitamos modelar, orientar y estar unos con otros. Esto ocurre de forma más natural en el contexto de la iglesia local y a través de la hospitalidad, donde los creyentes cumplen estas responsabilidades unos con otros.

Ver el valor del ejemplo personal dentro de la iglesia también echa por tierra la suposición de que podemos hacer discípulos fieles a través de la presencia mediada o reuniones virtuales. Si la imitación es fundamental para la formación, entonces la iglesia no puede tener éxito en su tarea central sin relaciones significativas y presencia física. En las misiones, esto significa que no podemos hacer discípulos a través de viajes a corto plazo, sesiones de formación virtual, o con los misioneros que sirven desde afuera como catalizadores y consultores.

Por último, esto sugiere que cuando una congregación local busca a una persona para servir en la iglesia o para enviar como misionero, no podemos considerar solo la educación (instrucción) o la experiencia (inversión) de alguien. También debemos buscar a aquellos que sean un ejemplo para los creyentes (imitación). Debemos buscar candidatos con carácter probado que puedan llamar a otros a seguir su patrón de vida.

A partir de mi estudio de las Escrituras y de mis observaciones personales, estoy convencido de que el trabajo de la Gran Comisión no se logra solo a través de la instrucción o la inversión. Ocurre cuando dejamos una marca indeleble del Cristo vivo a través de nuestra conducta observable, servicio ejemplar y amor sacrificial. Hacemos discípulos de todas las naciones mostrándoles con todo nuestro ser cómo se ve seguir a Cristo.


Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Equipo Coalición.
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